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Las historias detrás de la ronda regular de Grandes Ligas

Bajó el telón de la primera etapa. El domingo 29 de septiembre, el béisbol de las Grandes Ligas despidió su primera fase, la más larga de todo el campeonato, y se dispuso a alimentar el análisis sobre los equipos y sus opciones de trascender en la fiesta de los playoffs, esa que nadie se quiere perder, pero que solo diez combinados tienen el privilegio de vivir en primera persona, lucha en la que solo uno termina el calendario alzando el título de la Serie Mundial.

Este año, los ojos estuvieron puestos en varias organizaciones que hicieron los movimientos suficientes para encarar un largo almanaque, mientras que otros pulieron a las piezas dentro de sus filas con la misión de seguir creciendo en colectivo.

Desde el plano grupal e individual, la ronda regular de la campaña 2019 de las mayores dejó varias historias importantes, unas que se encargarán de marcar un antes y después de lo que será el futuro cercano de la disciplina y la influencia de sus protagonistas.

Inversión perdida

Tal vez, la gran mala noticia. Poco antes de que iniciara el curso de la pelota norteamericana, tres nombres sobresalieron en el sistema de la Major League Baseball (MLB) por estampar sus rúbricas a cambio de mucho dinero.

El primero de ellos fue Nolan Arenado. A juicio de muchos, el antesalista de los Rockies de Colorado es visto como el mejor tercera base de la gran carpa, uno de los tipos más completos de la disciplina por su defensa y su prolífico bateo. El 26 de febrero, la prensa especializada informó sobre la extensión de su unión con los de Denver por ocho campañas y $255 millones.

El segundo fue Bryce Harper. El excelso jardinero, agente libre una vez culminada la zafra 2018, fue el centro de atención en todo el offseason por sus opciones de acordar el más jugoso contrato en la historia de las mayores. Y así fue. En la recta final del mes de febrero, el patrullero hizo las maletas y llevó su talento a Filadelfia, donde se vinculó a los Filis por 13 temporadas y $330 millones.

Todo era increíble en su entorno, pero la acción también abrió la puerta a otro acuerdo para un súper pelotero.

Los números estratosféricos quedaron a un lado luego de que los Angelinos de Los Ángeles dieron a Mike Trout un nuevo contrato por 12 años y $430 millones. Nadie, absolutamente nadie en el deporte ha llegado a tales números, convirtiendo al referente de su generación en el atleta mejor pagado de la historia hasta la fecha.

Sin embargo, poco o nada valen esta serie de acuerdos si no hay continuidad deportiva. La cuenta bancaria de cada uno de ellos lo agradece, pero en las entrañas del deportista lo más importante es ganar. Y en el caso de los antes mencionados, ganar no alcanzó.

Al culminar la ronda regular, Rockies, Filis y Angelinos se quedaron en el camino. Salvo los de Filadelfia, organización que apuntó a una fuerte inversión y renovación en pro de obtener resultados positivos a corto o mediano plazo, el revés era previsible.

La lección tras un curso gris para cada cuadro y sus millonarias estrellas pasa por darle espacio al desarrollo de elementos jóvenes que armen un grupo talentoso y con la coherencia y cohesión suficiente para que los triunfos se materialicen con mayor facilidad en comparación con otros que esperan dar pasos agigantados gracias a su chequera.

Marca de batazos

Durante el receso de mitad de campaña, el estelar abridor de los Astros de Houston, Justin Verlander, se quejó sobre las bolas usadas en la zafra. Desde el lado gerencial, el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, se defendió y dijo que, aunque un leve cambio se había generado en el proceso de fabricación de las pelotas, un tema vinculado con la costura, el sistema no había asumido la medida para favorecer a los toleteros.

Pero el juego, con tantas luces a su alrededor, tiene al jonrón como principal elemento.

Esa pequeña modificación que admitió el ejecutivo tuvo un efecto impresionante en las herramientas, causando todo un récord de cuadrangulares en la ronda regular. Al bajar el telón de la etapa en 2019, se habían conectado 6.776 cuadrangulares, 671 más que en 2017, año que hasta hace unos días tenía la marca a su favor.

En una era considerada limpia y donde los esteroides no forman parte del catálogo de sustancias permitidas, el talento, y el mencionado ajuste a las bolas, desembocó a miles de batazos de cuatro esquinas.

Los Mellizos de Minnesota fueron los líderes colectivos. El cuadro de Minneapolis estableció un récord de 307 tetrabatazos, dos más que los Yanquis de Nueva York, siendo los únicos cuadros en pasar de la cifra de 300 estacazos en un calendario; no obstante, los de la Gran Manzana dejaron en alto el uniforme al ser la única franquicia de toda la gran carpa en contar con 14 peloteros en sus filas que dieron 10 o más jonrones.

Desde el plano individual, Pete Alonso, novato de los Mets de Nueva York, estableció una marca de más cuadrangulares para un debutante con 53, uno más que Aaron Judge, de los Yanquis, quien alcanzó el mencionado hito en 2017.

Por los latinos, el venezolano Eugenio Suárez, de los Rojos de Cincinnati, se convirtió en el jugador de su país que más tablazos de vuelta entera dio en un año, con 49, dejando a un lado la hazaña del mítico Andrés Galarraga, quien mandó 47 pelotas a las gradas en 1996.

Cerca del 40-40

La ronda regular pudo sumar un éxito más y ser una de las instancias más ricas desde el plano estadístico en mucho tiempo. La razón: Ronald Acuña Jr.

El jardinero venezolano de los Bravos de Atlanta no defraudó en su segundo año en la MLB y, luego de alzarse como el Novato del Año en la Liga Nacional, demostró que tiene madera de líder. En el año en curso, el patrullero quedó a tres bases robadas de ser el quinto jugador en la historia de las Grandes Ligas en ser 40-40, números que designan el número de jonrones y bases estafadas.

El latino sonó 41 cuadrangulares en 156 choques, pero sus 37 bases robadas no fueron suficiente para unirse a José Canseco, Barry Bonds, Alex Rodríguez y Alfonso Soriano. En la última semana de juegos antes de dar paso a la acción por postemporada, una molestia en la cadera lo alejó del hito.

Aun así, lo demostrado por Acuña Jr. lo pone a la altura de leyendas del juego, algo que le dará votos al premio como Jugador Más Valioso del Viejo Circuito, apuntando alto para su desempeño en 2020 con el conjunto Tomahawk.

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