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Wahington va con sus “tres grandes” después de Aníbal Sánchez

No es necesariamente un hándicap en contra de los Nacionales que su manager Davey Martínez haya apelado a su cuarto abridor para comenzar la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, este viernes, en San Luis.

Aníbal Sánchez, el elegido, era un movimiento inevitable para Martínez. Es el más fresco de los principales iniciadores de Washington y el único que ha llegado a esta contienda con sus regulares cuatro días de descanso.

Pero el derecho no es mera resignación. La suya es una historia paralela a la de los Nats, que empezaron muy mal y enderezaron las cargas cuando se acercaban los calores del verano. A partir del 16 de mayo, y especialmente después de abandonar la lista de lesionados, condujo a los suyos a ganar en 15 de sus 22 salidas, con 3.38 de efectividad, una buena relación de 95 ponches contra 34 boletos y solamente 16 jonrones, menos de uno por presentación.

Después de Sánchez vendrán los “tres grandes”, tres legítimos ases para cualquier escuadra de la MLB. Martínez aún no sabe en qué orden irán, pero es plausible que Max Scherzer sea el pitcher del sábado y de nuevo del sexto lance, si lo hay, porque ambas veces tendría el descanso habitual.

Con el venezolano alineado para los juegos uno y cinco, el piloto dispondría de Scherzer y uno de dos entre Stephen Strasburg y Patrick Corbin para comenzar los choques seis y siete. Nada malo, en caso de que sea necesario definir in extremis el pase a la Serie Mundial.

Está claro que la fórmula de la Serie Divisional tiene que funcionar otra vez: abridores que vayan lejos, para que entre en acción la menor cantidad posible de relevistas, y ayuda de los mismos abridores en plan de apagafuegos, en caso de que alguno de ellos no haya podido llegar al séptimo acto.

Los Nacionales se miden contra un equipo balanceado, que para muchos es favorito porque tiene mejor bullpen (aunque arrastra dudas en el cierre) y porque ganó su división, lo que le dio, por consiguiente, la ventaja de campo. Pero los capitalinos ganaron más veces que ellos en la campaña regular. Si eso no es una prueba de clara superioridad, al menos es un argumento que defiende con números la paridad real que debería tener este duelo.

No ha habido un Clásico de Octubre en DC desde 1933 ni una celebración triunfal desde 1924. Eso es mucho tiempo sin una fiesta. Pero Washington acaba de demostrar en Los Ángeles que con frecuencia querer es poder cuando se juega beisbol con intensidad.

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