Los clásicos nunca pasan desapercibidos. El fútbol, con incontables clubes y muchos torneos a cuestas, jamás tendrá en la rivalidad de cuadros históricas episodios aburridos. Todos quieren que los colosos de cada país se crucen, duelos que tienen mucho por resolver pese a que se vean las caras año a año.
En Argentina, cada vez que Boca Juniors y River Plate se miden, el país se paraliza. Los ojos de los fanáticos de la nación suramericana se posan en uno de los compromisos más atractivos del planeta, algo que llama la atención fuera de sus fronteras. En la región, dentro de la subjetividad que pueda arropar a la disciplina, no existe encuentro más importante que aquel que mide a Xeneizes y Millonarios.
Pero el lujo de un juego así no solo se concentra en torneos locales, también fuera del territorio argentino, especialmente en citas continentales, dos de los referentes del fútbol suramericano han tenido capítulos emocionantes y que no escapan de debates, con la Copa Libertadores como escenario reciente, uno que en 2018 fue objeto de polémica y que en la presente edición volverá a verlos reñir.
Como pocos
La rivalidad entre Boca Juniors y River Plate puede estar perfectamente a la altura de otros grandes clásicos del planeta, como lo que en España representa un Barcelona contra Real Madrid o en Inglaterra un Manchester United ante Liverpool. El orgullo argentino siempre está en juego pase lo que pase y sin importar la posición en la que estos se encuentren en la tabla. Ganar al enemigo, así se haya tratado de un curso para el olvido, compensa muchas cosas.
Sin contar el de liga que sostuvieron el domingo 1 de septiembre, estos equipos se han visto las caras en 248 ocasiones de manera oficial en una rivalidad que tuvo sus primeros choques hace más de 100 años, con el calendario en 1913 cuando se abrió una pugna que luce eterna entre dos colosos suramericanos.
En eso 248 compromisos, el Xeneize muestra una leve ventaja de 88 triunfos por 82 del Millonario y 78 empates. La cercanía entre uno y otro está marcada a fuego, no solo en los números sino también en su ubicación, pues ambos hacen vida en la capital argentina, por lo que además de contrincantes son vecinos.
La distancia en títulos también asombra: para la fecha, Boca Juniors ostenta un palmarés con 68 trofeos, solo uno más que River Plate, que ha saboreado las mieles del éxito últimamente con más frecuencia que el primero mencionado.
Un recuerdo fresco
Cuando se armó el cuadro posterior a la fase de grupos en la presente Copa Libertadores, las opciones de que los viejos conocidos se enfrentaran eran enormes. Pese al morbo que un duelo como estos genera, la posibilidad estaba en verlos jugar la semifinal del prestigioso torneo, algo que ambos cumplieron sin titubear.
Sin embargo, antes de que se hiciera el análisis sobre lo que debía ser la llave previa al juego por el título, lo primero que pasó por la cabeza de los seguidores de la disciplina fue el recuerdo de la final 2018, precisamente jugada por ambos y que vio al Millonario hacerse con el trofeo.
Lamentablemente, la historia quedó marcada con tinta muy oscura, pues lo deportivo perdió peso, mucho peso, luego de que hechos violentos que involucró a fanáticos de River Plate obligara a que desde las oficinas de la Conmebol se tomara una decisión llena de mucho conflicto y que hasta estos días se toma como un error geográfico que terminó ponderando el show por encima de la tradición del balompié.
La que en un momento fue vista como La Final de Todos los Tiempos terminó siendo uno delos bochornos más criticados del fútbol suramericano. Luego de que el 10 de noviembre la ida terminara empatada a dos goles en La Bombonera, casa del Xeneize, se esperaba que la vuelta, a celebrarse dos semanas después, bajara el telón de un espectáculo nunca antes visto; sin embargo, la acción de unos pocos desadaptados, quien arrojaron piedras al autobús del Xeneize, dejó una escena para el olvido, con el capitán Pablo Pérez herido y la posibilidad de suspender la final.
Pero desde las oficinas se gestó una extraña decisión y donde el torneo que elige al campeón de América se resolvió en Europa, con el Santiago Bernabéu, casa del Real Madrid, fue sede del cierre.
Por el bien del fútbol, se espera que en esta semifinal no reinen los violentos ni los jerarcas que sacan de su terreno una cita inolvidable.