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Estilista en DC que peina ilusiones

Rodeado de espejos, incienso, cántaros, inmensas imágenes de Buda y luces que apuntan como en un escenario, el estilista y maquillador venezolano, Manuel Solórzano, dueño de Manuel Hair Salon, es uno de los más reconocidos entre las hispanas del área.

Lleva más de 30 años trabajando con mujeres latinas. A muchas de ellas las ha peinado y maquillado para sus bodas. “Como ahora también los vestidos son simples, el estilo del cabello y del maquillaje también lo es”, afirmó Solórzano el viernes 19 a El Tiempo Latino. “Por lo general, la opción actual para novias especialmente es recogido, tipo bailarina de ballet, o largo natural. El llamado “french twist” sin exceso de texturas o el rodete simple es lo que más se usa”.

Según el estilista, las modas fueron cambiando, y en la actualidad se trata de resaltar los rasgos de las novias. Solórzano remarcó que las latinas quieren un maquillaje más intenso y buscan también un traje llamativo que haga realzar su figura femenina y sus ojos. En cambio comenta que las americanas prefieren algo más sencillo para la boda. Y las quinceañeras, siempre prefieren un estilo natural y juvenil.

Una de sus clientas, Verónica Villanova, recordó que el día de su casamiento llegó al salón, se instaló desde la mañana y hasta se puso su traje de novia allí. Cuando estuvo lista, una limosina pasó a buscarla por el salón y de allí se fue a casar a la Catedral de DC.

“Todo el mundo habló de mi pelo y de mi maquillaje natural y refinado. Manuel es increíble, y no lo cambio por nadie”, confesó el viernes 19 la ecuatoriana que es clienta del salón desde hace más de 10 años.

Solórzano llegó desde Caracas directamente a DC, y hace 27 años que tiene su propio salón de belleza. Hace siete, que se mudó al actual de Georgetown. “Yo no tengo clientes”, dijo. “Tengo relaciones de hace más de 30 años y la gente nueva que llega aquí es por recomendación”.

Lo primero que hace con las novias es una práctica una semana antes de la ceremonia. De esa forma, propone varios estilos, y juntos, eligen el que le sea más cómodo para la personalidad de la novia. Todo depende del evento, si es formal o informal, y si se hace adentro o afuera.

“En las bodas familiares todo es más natural”, apuntó el estilista. “Y la práctica es para que la novia sepa cómo se va a ver en el día de su boda. Tomamos fotos para que esté segura de la elección, y además para que participe con sus propias ideas y sugerencias”.

Solórzano remarcó que siempre ajusta los peinados a la personalidad de las clientas y hasta incluso, les pide que traigan su propio lápiz labial para que no se sientan extrañas con un color al que no están acostumbradas.

“Si te pones la pintura de siempre, te sientes tú misma”, agregó. “Y es fundamental que la piel se vea natural, no como una máscara. Por eso sólo maquillo con polvos y con corrector”.

En general una novia lleva tres horas de preparación porque tiene que estar relajada y sin apuros. El estilista no incluye a las damas de honor porque quiere dedicarse exclusivamente a la novia.

“Los casamientos actuales son mucho más fáciles que los de antes”, comentó. “Ahora todo es menos rebuscado y la tendencia es buscar una imagen saludable, las novias no sólo buscan algo simple sino que los peinados no son tan complicados como los de antes que requerían rizos y más rizos. Las novias de hoy son delgadas, hacen gimnasia y eso se refleja en el cabello y en el maquillaje”.

Por lo general, el costo de los peinados para las bodas oscila entre los $250 y los $1000. “Las bodas son complicadas porque el trabajo del estilista no termina cuando la clienta se va. Sino que tiene que pensar en cómo va a seguir hasta el final de la fiesta con el cabello impecable”.

Solórzano elige tonos almendrados para el maquillaje, sombras oscuras que alarguen el ojo, rechaza el delineador pensando en que tanto la quinceañera como la novia van a llorar y se les va a correr el maquillaje.

Desde que era niño, en Caracas, su pasión era peinar a su hermana. Empezó en Venezuela, a los 16 años y después de hacer dos semestres de arquitectura para dejar contenta a su madre, partió para DC, sacó todas las licencias  necesarias… y cumplió su sueño.

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