Millones de chilenos votan el domingo 28 de octubre por primera vez en su vida, en unos comicios que serán la primera prueba para las dos grandes coaliciones políticas del país desde que la centroizquierda fuera sacada del poder por el multimillonario derechista Sebastián Piñera en 2010.
También es la primera elección desde que Chile aumentó el padrón electoral de 8,1 millones a 13,4 millones de electores. Anteriormente la inscripción era opcional, pero una vez en el sistema, los electores enfrentaban multas si no votaban. Ahora todos los adultos, de una población total de 17 millones, quedaron inscritos automáticamente para votar, pero el sufragio es opcional.
Para muchos, esta elección es la primera oportunidad de hacer escuchar sus voces en las urnas, después de un tumultuoso año de masivas protestas estudiantiles sobre las políticas educativas y de medio ambiente, que movilizaron a millones de personas, pero que dejaron a muchos activistas frustrados y desatendidos por la clase política.
El presidente Sebastián Piñera calificó la reforma electoral como un logro histórico cuando el Congreso la aprobó el año pasado; un hecho comparable a cuando Chile adoptó el voto secreto en 1874 o las mujeres consiguieron el derecho al sufragio en 1949. Ricardo Lagos, senador de la oposición, dijo que no tenía menor duda de que esto provocaría “cambios brutales en la política chilena”.
La elección que se sigue más de cerca es la de la capital, donde el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, del derechista partido UDI, y quien autorizó personalmente la represión policial cuando las protestas se hicieron violentas, se enfrenta a Carolina Toha, quien ha cortejado a los estudiantes y fue portavoz de la popular presidenta socialista Michelle Bachelet.
En juego están, además, 354 alcaldías y 3,224 escaños de concejales locales, y en el altamente centralizado sistema político chileno, donde el presidente nombra a todos los gobernadores. Los resultados darán una idea más precisa de las posiciones del electorado.
En la actualidad, las alcaldías están divididas por igual entre partidos de derecha e izquierda.
En los últimos meses, los jóvenes tomaron escuelas y edificios públicos y tuvieron que hacer frente a gases lacrimógenos en enfrentamientos con la policía antimotines. Sus exigencias fueron tomadas en cuenta por el gobierno, pero no por el Congreso.
Diferentes encuestas indican que el nivel de aprobación del presidente Piñera no supera el 32%, con un apoyo aún menor para los restos de la coalición de centroizquierda denominada Concertación, a la que sacó del poder en 2010, poniendo así fin a 20 años de gobierno ininterrumpido desde el fin de la dictadura en 1990.
Es la primera vez que el presidente Piñera y su coalición de derecha se enfrentan a una elección desde que asumieron en 2010.
Según una encuesta del Centro de Estudios Públicos, se prevé que el abstencionismo electoral alcance un 40%, en comparación con 32% en los comicios municipales anteriores, celebrados en 2008.
Incluso con ese índice de abstención, el número general de votos aumentaría en más de dos millones.
En comparación con países como España y Suecia, donde también tienen inscripción automática y voto voluntario, la participación electoral es de 75% y 90%, respectivamente. En Estados Unidos, donde la inscripción no es automática y los dos partidos principales batallan con frecuencia sobre quién puede votar, la mayoría de los electores se quedan en casa. En 2004, el índice de participación en Estados Unidos fue de sólo 56.2%, y la ligera mayoría ganada por George W. Bush representó sólo el 25% del electorado.
Pero sin importar cuáles sean los resultados de las elecciones, se considera que la consecuencia política más importante de estos comicios es que es un pulso previo que marcaría una señal de partida en la carrera por la presidencia. Piñera anticipó que el próximo mes liberará de sus compromisos ministeriales a los funcionarios que aspiran a sucederlo en las elecciones de 2013.
Piñera, quien ha reconocido la posibilidad de un aumento del abstencionismo, exhortó personalmente a los chilenos a votar. Al inaugurar el viernes el centro de cómputo electoral dijo que las elecciones municipales, el primer comicio que enfrenta su gobierno desde que asumió el poder en marzo de 2010, es “una fiesta de la democracia”.
“Esperamos tener un acto ejemplar, un acto en el que todos y cada uno de los ciudadanos de nuestro país puedan ejercer su derecho a escoger a las autoridades que van a conducir nuestros municipios”, dijo el mandatario.
El gobierno también ha impulsado una campaña para incentivar la participación electoral y en las últimas semanas en la capital se instalaron quioscos de información como parte de la campaña InfoVoto, a los que acudieron cientos de personas en busca de información sobre sus centros de votación y para verificar si forman parte del grupo de cinco vocales en cada mesa electoral.
“La juventud está displicente, nada le atrae”, dijo Julieta Aguilar, acompañada de su hija Carla Rojas, de 18 años, quien le hace un comentario que no le gusta pero explica que la joven lo hace por molestarla. “Yo en cambio, voto en Conchalí (una comuna popular) y seguiré votando. Soy pinochetista y lo seguiré siendo porque nada se probó contra él (el ex dictador Augusto Pinochet)”.
“Voy a votar por Allende”, dijo la joven sin entrar en precisiones, lo que pudiera interpretarse como una expresión de la diferencia generacional entre el electorado conservador de antaño y las posturas de los potenciales electores jóvenes.
“No entiendo a esta niña, teniendo a una madre tan política”, agrega la mujer, quien afirma que arrastró a su hija para saber dónde tenían que votar.
Pero la joven afirma que no sabe si ejercerá el derecho al sufragio.
El empleado Luis Montes, en contraste, dice que la única duda que tiene es saber si fue designado vocal de mesa y el lugar dónde le corresponde votar. “Yo siempre he participado y lo seguiré haciendo”, dice. “No me interesa votar a favor o en contra del gobierno, sino por la persona que haga mejor las cosas en la comuna”.
Pero otra mujer que esperaba para determinar dónde debe votar, Viviana Córdova, de 28 años, dijo que no está segura si votará por primera vez el domingo, “porque las cosas siguen igual, los pobres siguen en lo mismo y nada cambia”.
Ese malestar ha sido alentado por una de las colaciones de estudiantes secundarios que protestan y cuya líder, Eloísa González, repitió el viernes su llamado a boicotear los comicios porque los principales partidos políticos no han acogido las demandas de los estudiantes.
Por estas razones Marta Lagos, directora de la encuesta de Latinobarómetro, pronostica que los resultados del domingo no serán un castigo al gobierno de Piñera. Su sondeo sugiere que los nuevos electores más comprometidos son de las clases alta y media.
Además, los grandes temas nacionales que enfrenta el país no se debatieron en las campañas locales. “Esto es sólo una elección de caudillos, algunos de los cuales no son activistas políticos sino gente popular como líderes sociales”, dijo Lagos.
Mauricio Morales, politólogo de la Universidad Diego Portales, cree que a pesar del pronóstico de poca participación, la coalición gobernante de centroderecha podría salir derrotada en algunas de las ciudades más importantes. “El gobierno pudiera salir debilitado de esta elección”, dijo.
“Estamos en un período de gran descrédito de la política. Hay una tremenda desmovilización en el electorado. Uno lo ve en la campaña. La gente no está motivada con la elección”, agregó Lagos.