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Los Ángeles- Dramaturgo y activista, Luis Valdez alimenta su obra con la esperanza del cambio, con los pies en la tierra desde su teatro campesino y su fe ciega en una juventud de latinos llamados a forjar un país, Estados Unidos, donde solo se deporten los estereotipos.

Huelguista junto a César Chávez, Valdez convirtió su lucha por mejorar la situación de los hispanos en un arte y se labró una carrera a su medida en Hollywood, donde dejó películas como “La Bamba” y “Zoot Suit”, nominadas a los Globos de Oro, hasta que decidió concentrar sus energías en los escenarios.

Valdez, a quien Ronald Reagan le otorgó en 1983 la Medalla de las Artes y es considerado el padre del teatro chicano, reparte ahora su tiempo entre el desarrollo de un nuevo proyecto y el tutelaje de las próximas generaciones de artistas que tienen que “seguir dando paso al camino”, según dijo en una entrevista con Efe.

Su crítica mordaz e inconformista al sistema tiene hoy plena vigencia, prueba de ello es el estreno esta noche en Los Ángeles, veinticinco años después de su primera representación, de “I Don’t Have To Show You No Stinking Badges”; una sátira con alcance social sobre la imagen del latino en la industria del entretenimiento.

“Los estereotipos no han cambiado mucho desde entonces. La mayor parte de gente que escribe esos personajes no son latinos así que no entienden. No es que nosotros seamos diferentes pero necesitamos una representación sencilla y honesta basada en nuestras experiencias”, explicó.

A sus 72 años, lejos de ser negativo, Valdez ve en esa deficiencia una “oportunidad”. Reconoce que desde su paso por el cine hasta ahora ha habido un florecimiento de actores, directores y guionistas, pero echa en falta más hispanos en la toma de decisiones.

“Nos faltan productores que conozcan el negocio, que puedan conseguir los fondos y la distribución. Es muy parecido a lo que ocurre en política. Tenemos que tener más poder para avanzar”, indicó Valdez que encuentra esta situación descorazonadora.

“Si yo me hubiera dedicado solamente a hacer películas me habría frustrado mucho. Uno puede malgastar muchos años en Hollywood mientras que espera que aprueben sus proyectos”, reconoció. Por eso considera que “el cine es un juego de jóvenes”.

“Tienen el tiempo, el empeño y la energía para cambiar las cosas”, manifestó el dramaturgo que apuesta por “resucitar” la historia entre Estados Unidos y México como fórmula de entendimiento mutuo que derribe los clichés.

“Es una simbiosis, nuestros destinos están atados”, afirmó el autor.

Luis Valdez es descendiente de una familia de inmigrantes mexicanos que cruzó la frontera entre Sonora y Arizona en 1909 y se dedicó a la recolección de algodón cuando la “discriminación era absoluta”.

Ya como estudiante tomo consciencia de su identidad “racial y cultural” y encontró en el teatro su forma de expresar su “realidad chicana” al tiempo que participaba en el Movimiento por los Derechos Civiles en EE.UU.

“He visto una evolución, pero realmente hay mucho aún por lo que pelear”, comentó el autor que en la década de 1960 vivió en primera persona el nacimiento del sindicato agrario de César Chávez y fue en ese ambiente en el que forjó su compañía El Teatro Campesino (1965) “con puros huelguistas”.

“Eran campesinos, no eran actores. Era un esfuerzo para ganar la huelga en la que estábamos metidos”, declaró Valdez sobre una época en la que “no había migra”.

Para él, la frontera debería abrirse para “quienes quieran venir a trabajar” porque la industria agrícola de EE.UU. siempre ha querido la “mano de obra barata” que llega de México.

“César Chávez estaría a favor de una reforma completa que permita el acceso a la ciudadanía. Siempre creyó en la importancia de la democracia. Tenía mucha visión, él supo que estaba trabajando en la mera raíz y que de esa raíz iba a brotar fruto más allá”, dijo Valdez que reconoció que en Washington “la cosa va cambiando”.

“Ojalá que eso tenga reflejo en Hollywood”, añadió.

“I Don’t Have To Show You No Stinking Badges” se podrá ver desde hoy y hasta el próximo 10 de marzo en el teatro CASA 0101 en Boyle Heights, en Los Ángeles.

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