
OBRA. Tamashiro dice “la naturaleza es más grande que nosotros”.
“La naturaleza es más grande que nosotros, sólo somos parte de ella. Creemos que podemos controlarla, pero no es así”, dice, con una calma que recuerda a los ancianos de sabiduría centenaria, la artista plástica Tomiko Tamashiro, una joven de 18 años, de padres bolivianos. Es la ganadora de un premio “Gold Key award winner” del “Regional Scholastic Art Awards Program” de 2013, por su escultura “Escape”, de la escuela Marshal, en Fairfax, Virginia.
Su trabajo compitió con otros 2.000 proyectos artísticos de escuelas públicas en el condado de Fairfax. Como todos los galardonados con el “Gold Key”, la máxima distinción del concurso a nivel regional, participa en una competencia nacional cuyos ganadores se darán a conocer hoy viernes 15.
El “Scholastic Art Awards Program” reconoce el trabajo de estudiantes de educación secundaria en el país. En el condado de Fairfax, además de Tamashiro, ganaron “Gold Key award” en la categoría de pintura, Bridged Manown, también de la escuela Marshal con su obra “Scan me” y de la escuela Franklin Midle School, Janis Ken en la categoría dibujo, entre otros jóvenes de diferentes centros educativos.
En total 179 de 2000 participantes recibieron algún tipo de galardón o reconocimiento en la regional del condado de Fairfax.
Tamashiro explica que en su obra abundan animales grandes que observan a personas pequeñitas. Trata de transmitir la idea de que los seres humanos deben aprender a mirar la naturaleza con humildad, porque no son sus dueños. Su mensaje —dice— es universal, pero su estética está inspirada en el arte japonés, país donde nació.
Reconoce, por ejemplo, la influencia que han tenido en su trabajo obras de artistas como Hayao Miyazaki, especialmente su película “My Neighbor Totoro”, en la que se narra la interacción de dos hijas de un profesor con espíritus de la naturaleza.
Su relación con la cultura nipona le llegó a través de su padre, el boliviano Gerardo Tamashiro. Él es hijo de un japonés que vivió y formó su familia en Bolivia. Y que 40 años después regresó a su país.
Los padres de la joven, Gerardo y Scarlet Tamashiro, emigraron de Bolivia a Japón.
Tomiko nació y vivió en Japón hasta los cinco años, hasta que la familia se mudó a Estados Unidos.
“Ella es el producto del rastro del legado de mi padre. De toda la familia de la rama de mi padre, es la única que ha nacido allá”, dice Gerardo Tamashiro para enfatizar cómo la cultura japonesa ha influenciado a su hija, con quien en casa, habla japonés.
El inglés, es la lengua de la escuela, de los amigos, de la vida en Estados Unidos; y el español, la lengua en la que le habla su madre, Scarlet.
Tomiko Tamashiro valora sus herencias japonesas y bolivianas: “Creo que el legado de mi familia me hace ser quien soy. He crecido en este ambiente, con mis padres, tengo amigos latinos y esto me ha influido en todo. Pienso que es importante absorber algo de todas las culturas”, comenta.
Destaca que si decidiera tener hijos, le gustaría que tuvieran conciencia de que forman parte de una red de parientes hispano-japoneses, que incluye a primos y tíos, y mantuvieran una relación cercana con ellos.
Bolivia, la parte latina de su familia, es la tierra de la nostalgia de sus padres y una referencia en su vida a pesar de que nunca ha visitado el país sudamericano. Sin embargo, es la nación que le otorga la ciudadanía: no es reconocida ni como ciudadana de Japón, ni de Estados Unidos, aunque ha vivido entre estos dos países.
¿Cómo se siente ante esta paradoja? “Me siento ciudadana de Estados Unidos, aquí he vivido, aunque a veces siento que no por el tema legal, pero es la cultura en la que vivo y he absorbido mucho de ella”, afirma.
Las aspiraciones y preocupaciones de Tamashiro, sin embargo, trascienden las fronteras nacionales y otras convenciones. Explica que le gustaría pintar, continuar su trabajo como artista y explorar aún más la relación entre personas y naturaleza.
“No me imagino haciendo otras cosas, estoy sumergida en mi arte y en el amor por la naturaleza”, enfatiza.Quiere estudiar una carrera relacionada con el arte o con la protección ambiental, aunque dice que de alguna forma su vida estaría relacionada con las dos actividades. Ella, ciudadana del arte, sabe que siempre hay caminos alternos.