La ceremonia de graduación es el 2 de junio y Romy Hernández, un estudiante de último año de la escuela secundaria de Edmund Burke, se esfuerza, al igual que sus compañeros de clase, por terminar los deberes del año escolar.
El curso de cálculo avanzado es el reto más fuerte, pero también están el inglés, la economía, la física y un proyecto con cerámica.
A pesar de las exigencias académicas, Hernández ha estado ausente durante varias semanas de la pequeña escuela privada en Connecticut Avenue, al noroeste de Washington, donde ha estudiado desde sexto grado. Se encuentra en El Salvador, la tierra de sus padres, entrenando con el equipo nacional juvenil y participando en las preparatorias para la Copa Mundial del Mundo Sub-20 de este verano, en Turquía.
Sus padres, los administradores y los profesores de la escuela, hicieron arreglos para permitir que Hernández termine el año escolar en el exterior, lo cual le permitirá perseguir sus sueños de futbolista. “Lo primero que mis padres me preguntan, cuando hablamos por teléfono, antes de mencionar el fútbol o cualquier otra cosa, es sobre mis tareas”, dijo Hernández, desde San Salvador. “Ellos quieren asegurarse de que yo termine todo bien. Eso es lo más importante ahora”.
Elena, la madre de Hernández, hizo arreglos para que Romy trabaje con un tutor de cálculo del Colegio Americano de San Salvador, tres días por semana. Para su proyecto de cerámica, viaja 30 millas a la población de Ilobasco, una región reconocida por sus trabajos con arcilla y cerámica. Planea presentar a la clase su trabajo final por video, a través de Skype.
Mientras sus compañeros del equipo —mayores que él— socializan en dormitorios y hoteles, Hernández estudia, trabaja en los documentos que debe presentar a su escuela y se comunica por e-mail con sus profesores. .
Hernández nació en Rockville y vive con su familia en Lanham. Su padre, Leonel, se graduó en Burke, y es propietario de un negocio de diseño de jardines. Su madre es ama de casa. Su hermana menor también estudia en Burke, una escuela con 300 estudiantes entre sexto y doceavo grado, fundada hace 45 años.
Romy (diminutivo de Romilio) obtuvo una mención honorífica All-Met como estudiante de penúltimo grado. Sin embargo, no participó en el otoño pasado, pues juega con el Baltimore Bays Chelsea, un club de la Academia de Desarrollo Futbolístico Estadounidense. (La USSDA prohíbe a sus jugadores participar en el fútbol de las escuelas secundarias).
En el otoño, planea unirse a los titanes de Louisville de la NCAA.
Hernández, un mediocampista central, dijo que él siempre ha querido jugar para los Estados Unidos a nivel internacional. En años recientes, se presentó a los campamentos de las Sub-15 y Sub-18 de los Estados Unidos. También asistió a un campamento salvadoreño en enero, después de que un amigo de la familia alertó a la federación nacional de fútbol sobre sus habilidades y su elegibilidad, a causa de su origen familiar.
Este año, sin embargo, el programa estadounidense no lo consideró. “Él se molestó un poco cuando no lo invitaron”, dijo su padre, quien emigró de El Salvador en 1985. “Los directores técnicos de EE.UU. le dijeron que esperara. Esperamos, pero nunca lo llamaron”. Hernández hubiera sido una apuesta arriesgada para la alineación de la Copa Mundial estadounidense Sub-20, debido a su edad y experiencia. Casi todos los jugadores del equipo estadounidense tienen experiencia profesional o universitaria.
Las obligaciones de la escuela le impidieron unirse a El Salvador para las eliminatorias en México y formar parte de la primera escuadra salvadoreña en obtener un pase para la Copa Mundial Sub-20. EE.UU., México y Cuba calificaron para el torneo de 24 equipos, que empezará el 21 de junio.
A pesar de sus lazos salvadoreños, Hernández podría jugar algún día para los Estados Unidos. Los jugadores con doble nacionalidad pueden pedirle a la FIFA, la organización que gobierna el fútbol mundial, que cambie su lealtad nacional una vez. Pero, a menos que la Federación de Fútbol Estadounidense lo llame en el futuro, Hernández estará comprometido con El Salvador, un país que él sólo ha visitado tres veces con su familia, antes de este año.
A pesar de ser nuevo y más joven que la mayoría de sus compañeros, Hernández encajó en el equipo de inmediato. Es casi un hecho que formará parte del equipo de la Copa Mundial Sub-20. Los salvadoreños jugaron un amistoso en Chile y continuarán sus entrenamientos en casa, antes de viajar a los Estados Unidos para una concentración.
A menos que haya un cambio en la alineación, Hernández participará en un amistoso contra Honduras el 1º de junio, en la Universidad de Maryland. Al día siguiente, vestirá una toga y un birrete durante la ceremonia de graduación de Burke, en Temple Sinai. “Fue difícil organizar el trabajo entre todos, pero estamos lográndolo”, dijo sobre el plan de escuela yfútbol. “Ahora todo depende de mí”.