En las 2,000 millas de frontera entre Estados Unidos y México hay medidas de seguridad más estrictas que nunca, y un control como no se había visto antes. Pero para consensuar un proyecto de ley de reforma migratoria bipartidista que “arregle nuestro descompuesto sistema de inmigración”, el Partido Republicano demanda más muros, más agentes de la Patrulla Fronteriza y más sistemas de vigilancia. Y lo consiguieron en el Senado. La necesidad de arreglar el sistema es el único capital político compartido hoy en Capitol Hill. Es una pena que este capital no compre acuerdos urgentes. ¿Nos podemos permitir la falta de acción en el tema migratorio? “No”, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) ¿Es tan desastroso el estado de nuestra seguridad fronteriza que los miembros republicanos del Congreso se ven en la obligación de amenazar lo que podría ser una histórica ley de inmigración? Datos de borderfactcheck.org apuntan a lo contrario.
Los efectivos de la Patrulla Fronteriza se han duplicado en la frontera sur desde 2005, hasta llegar a 18,516 agentes en el año 2012. Los Drones patrullan los cielos, las cámaras se alzan en el desierto, y los sensores monitorean cada movimiento; pero el mensaje republicano es el mismo: ni una sola green card hasta que la seguridad reine en la frontera sur. El senador John Cornyn (R-TX) quiere una frontera “segura al 90 por ciento”, el legislador Mario Díaz-Balart (R-FL) exige “verdadera seguridad fronteriza” e incluso un demócrata, el senador Charles Schummer, ha pedido “más tecnología”.
El Senado aprobó un proyecto de ley consensuado sobre la base de aumentar la seguridad a gran escala en la frontera entre Estados Unidos y México. ¿Podemos entonces permitirnos gastar $34 mil millones al año que es el costo de 20,000 agentes más, según estimados del CBO? ¿Por qué les obsesiona la frontera sur a los políticos cuando en la última década las detenciones efectuadas por la Patrulla Fronteriza han caído de manera radical?
Los Drones patrullan los cielos, las cámaras se alzan en el desierto, y los sensores monitorean cada movimiento; pero el mensaje republicano es el mismo: ni una sola green card hasta que la seguridad reine en la frontera sur.
Resulta además interesante ver cómo el Congreso se enfoca estos días en la “crisis fronteriza” cuando, según cifras oficiales, el comercio transfronterizo va en alza. En 2011, el comercio con México alcanzó los $500 mil millones; las exportaciones de Estados Unidos a través de esa frontera han subido un 77 por ciento desde el 2000, mientras que las importaciones subieron un 93 por ciento. Pero lo más inquietante de todo es ser testigo de la retórica construcción de un muro migratorio con el objetivo de aislar las positivas consecuencias económicas de una reforma migratoria.
Un informe del CBO indicaba, en junio, que la propuesta de ley migratoria del Senado reduciría el deficit federal en $158 mil millones en la próxima década. Se trata de sentido común en números: incluir al trabajador indocumentado a la economía y permitir más visas para los recién llegados aumentará el nivel productivo del país. La mayoría de los republicanos deberían prestar atención a las predicciones del CBO: la reforma migratoria crecería la economía 5,4 por ciento en los próximos años.
En el actual ambiente económico, ¿Puede el país permitirse aumentar el gasto en seguridad fronteriza cuando las medidas actuales están dando resultados positivos? ¿O es la táctica republicana transformar la Reforma Migratoria en legislación para la seguridad fronteriza? Y, por favor, que levante la mano quien conozca una frontera segura al 90 por ciento en cualquier parte del mundo. Estoy listo para cruzarla.