La Cámara de Representantes debe tomar la iniciativa respecto al proyecto de ley bipartidista de Reforma Migratoria que fue aprobado por el Senado (27 de junio, 2013) siguiendo el mandato de la Corte Suprema después del caso de Arizona (25 de junio, 2012). Según la decisión de la Corte, al intentar aplicar leyes de inmigración, la ley S.B. 1070 de Arizona entró en conflicto con la Constitución de Estados Unidos y su estructura federal.
Y dado que la Constitución otorga el poder de establecer leyes y política migratoria –y de proteger los derechos tanto de ciudadanos como de no ciudadanos- al gobierno federal, la Cámara de Representantes debe votar ya el proyecto de ley migratorio, llevarlo a Conferencia con el Senado, y seguidamente enviarle un proyecto de ley consensuado al presidente para que éste lo convierta en ley. No se trata de un tema politico, es un mandato constitucional. La decision de la Corte sobre la ley anti-inmigrante de Arizona fue clara: Arizona no puede crear sus leyes migratorias, es el Congreso quien debe actuar. Pero la incapacidad de la Cámara para actuar en el tema migratorio se traduce hoy en una suspensión del gobierno representativo y daña el balance constitucional que se consigue cuando un órgano legislativo es capaz de deliberar y decidir con prontitud.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, ha esgrimido la Regla Hastert para justificar el actual estado de “cámara lenta” en el tema migratorio. El expresidentes de la Cámara, Dennis Hastert (R) dió nombre a esta Regla en 2003 cuando se negó a “acelerar legislación que va contra los deseos de la mayoría en la mayoría” – o sea, más de la mitad de la bancada republicana.
Fiel a esta Regla, Boehner no permite someter a votación un proyecto de ley migratorio hasta que cuente con el 51 por ciento del apoyo republicano. Sin embargo, lo cierto es que la Regla Hastert no se ha seguido cuando la Cámara se ha visto presionada a aprobar ciertos proyectos ley. El mismo Boehner no siguió la Regla cuando la Cámara votó a favor del proyecto de ley que otorgaba fondos para las víctimas del huracán Sandy.
De hecho, el Congreso se mueve tradicionalmente cuando el partido en la mayoría ve que su postura obstruccionista va a ocasionarle un costo político. ¿Es, entonces, esta capacidad de los republicanos de mantenerse en sus trece en la Cámara un reflejo de la débil influencia hispana en el proceso político? ¿Cuál es el precio que Boehner le hará pagar a su partido por no llevar a voto el proyecto de ley migratorio?¿Piensan los republicanos que pueden recuperar más tarde al electorado hispano? ¿Les importa?
Mientras esperamos por la respuesta del GOP, parece obvio que la reforma migratoria precisa conseguir estatus de “urgente” en las mentes y los corazones de los legisladores. Y hay que añadir presión. ¿Pero quién va a asustar con la Constitución en la mano a políticos que responden a distritos con poca presencia hispana? Desde el Caso Arizona, la Corte Suprema le ha dado el mandato legal al Congreso para aprobar una Reforma Migratoria. Esto implica que ambos partidos deben llegar a un acuerdo cuanto antes. Recordando al senador Ted Kennedy: no se trata de lograr la perfección, sino lo posible, y, en este caso, lo necesario.