
DOLOR. Familiares de Darling Adriel Valle, una de las víctimas.
Aunque el billete de este tren de mercancías abordado ilegalmente por inmigrantes parece gratis, su precio aumenta con los percances del trayecto hacia la frontera con EEUU. A veces, el pago es dejar la vida en el camino.
Le llaman “La Bestia”.
“Se viaja a la intemperie, con riesgos de caerte, sol, hambre, por lugares remotos, te puede tumbar una rama de árbol, te puedes caer por sueño, te pueden bajar del tren y secuestrarte”, cuenta Rubén Figueroa, defensor de derechos humanos que en la última década ha trabajado en las vías, ayudando a las miles de personas que atraviesan cada año México, cerca de medio millón, procedentes de Centroamérica y con destino a Estados Unidos.

ENTIERRO. De Adriel Valle en Suyatal, este de Honduras, el 28 de agosto.
Figueroa acaba de regresar de Huimanguillo, sureste de México, donde estuvo desde que el domingo 25 de agosto “La Bestia” descarrilara con unos 300 inmigrantes abordo, de los cuales al menos 12 fallecieron.
El accidente hizo que no pudieran acabar un viaje en el que, si todo va “bien”, los viajeros tardarán entre 20 y 25 días en llegar a la frontera norte, y habrán desembolsado “como poco 15.000 pesos” (unos $1.130). Figueroa ha realizado gran parte de su trabajo en el albergue La 72 de Tenosique, a unos 60 kilómetros de la frontera con Guatemala. Desde allí salió el tren que descarriló el 25 de agosto, aunque hay otra opción más al sur, por Tapachula (Chiapas) y tomar el tren en Arriaga. Estos dos tramos son los “más tranquilos”, explica Figueroa.
Las dos líneas se unen en Medias Aguas (Veracruz), continúan hasta el centro del país y luego una va hacia el Pacífico, otra hacia el Golfo de México. La ruta del Golfo es “más peligrosa”, la del Pacífico algo menos pero “más larga”, aunque las dos pasan por las rutas del trasiego de drogas y los inmigrantes se convierten en una mercancía más.
Óscar, salvadoreño de 39 años, conoce todas las rutas. Dos veces consiguió llegar a Estados Unidos, desde donde lo deportaron. Ha vivido de todo, extorsiones, fugas, y hasta una caída del tren. Para él, lo peor es el sol.
“Si llueve se moja uno, pero al menos viene un poco fresco y no se siente tan fatigado, pero como está el sol ahora… Soportar 16 horas de tren es duro”, cuenta Óscar.
También es duro enfrentarse a todas esas personas que tratan de aprovecharse de la vulnerabilidad de quienes no tienen nada. Entre ellos, asegura, están los operarios del tren, que les piden dinero para poder continuar el camino. Y, lo peor, las mafias que cobran una cuota fija: $100 en Ixtepec (Oaxaca), $100 en Tierra Blanca (Veracruz), $100 en Huehuetoca (Estado de México), y así sucesivamente. El tren está “más peligroso que antes” y por eso, Óscar ha decidido dejar de migrar y quedarse en el albergue “Hermanos en el Camino” de Ixtepec.
Quien dirige esta casa es el padre Alejandro Solalinde, quien considera que, más allá de si el accidente del domingo fue culpa de la lluvia o de que robaran los raíles, la “responsabilidad es del Gobierno”.
“El Legislativo había propuesto un permiso temporal de tránsito para que pudieran llegar a EEUU y no tuvieran que irse por los trenes, pero el Gobierno de (Felipe) Calderón negó esto”, recordó. “Ahora los migrantes siguen como si nunca hubiera existido la ley, teniéndose que ir por rutas peligrosas”, dijo. En opinión de Solalinde, México no ha hecho nada por regular el paso por sus fronteras porque tiene “un compromiso” con EEUU, “la contención del flujo migratorio”. Hay “una cacería de inmigrantes en todo el territorio mexicano”, aseguró Figueroa tras recordar que en este país “te puedes encontrar retenes migratorios en todo momento”. Si los inmigrantes pudieran entrar de forma documentada al país, añadió, bajarían las ganancias de las autoridades provenientes de las extorsiones y esto no conviene, por lo que las denuncias de los defensores, muchas veces bajo amenazas de muerte, siempre quedan en papel mojado.
Comentó que aunque las autoridades pueden deportar a los inmigrantes heridos en el descarrilamiento de agosto, los dejarán ir porque “son mediáticos”, pero deberán subir otra vez a “La Bestia” para intentar llegar a su destino.