Puede haber muchas razones para que una persona carezca de cobertura de salud: que la empresa para la que trabaja no ofrezca ese beneficio, que la persona esté desempleada y no pueda pagar un seguro de salud, o incluso que reciba un buen salario pero no lo suficiente para que el precio del seguro se le haga prohibitivo.
¿A quién le importan las razones por las que alguien carece de seguro de salud? Lo que importa es que un país desarrollado —capaz de invertir en poner seres humanos viajando por el espacio, o capaz de invertir en armas que pueden destruir todo un planeta en un abrir y cerrar de ojos— no es capaz de cuidar o controlar la salud de sus habitantes.
Esta ineficacia tiene un precio: un estudio publicado en el American Journal of Public Health en 2009 reportó que la falta de seguro de salud es responsable de las muertes —que se hubieran podido evitar— de unas 45.000 personas cada año.
Dado que el número de personas sin seguro ha aumentado de 46 millones en 2009 a 48,6 millones en 2012, se puede deducir que el número de muertes evitables debido a la falta de seguro ha aumentado a unas 48.000 por año.
Y la falta de seguro, no solo mata más rápido sino que cuesta más. Tratar a los sinseguro debe ser absorbido por las instituciones de caridad, por quienes están asegurados —al aumentarse sus costos— o por los ciudadanos en general —a través del pago de más impuestos.
Por otro lado, los no asegurados utilizan menos servicios y, según ha sido reportado, a los no asegurados se les cobra más por los servicios médicos que a quienes tienen Medicare, Medicaid o seguro privado.
Ciertamente la falta de seguro de salud mata a los estadounidenses o los arruina: más del 60% de las bancarrotas personales en el país se debe a los costos médicos. Y la mayoría de esas personas tenían seguro médico.
Según un reporte de The American Journal of Medicine (AJM), las bancarrotas personales debidas a los costos médicos aumentaron casi un 50% en seis años, del 46% en 2001 al 62% en 2007, y muchos de los que se declararon en bancarrota eran clase media.
“A no ser que usted sea Warren Buffett o Bill Gates, una enfermedad lo pone a usted muy cerca de la ruina financiera en este país” dijo el autor principal del estudio de la AJM, el Dr. Steffie Woolhandler, de la escuela de medicina de Harvard.
Éste es el contexto en que surge Obamacare. Y ésta es su lógica: a partir de 2014 no se le podrá negar seguro de salud a nadie, y a nadie se le podrá cobrar más por ponerse enfermo. Todos los planes proceden de seguros privados, de manera que estas compañías tendrán que competir para conseguir nuevos clientes.
A pesar de la oposición del GOP, la ley suena conservadora y razonable. Tal vez no es la mejor de las leyes, pero es la única acción significativa que sale en años de unos políticos más preocupado por anotar puntos con sus poco informadas bases que en producir legislación con la vista puesta en el futuro.