Más opciones hacen posible jóvenes sueños
La educación forma parte del tejido cultural estadounidense y es parte del sueño de toda familia inmigrante. La comunidad latina se integra, crece y avanza en este país por medio de la llave mágica educativa. La educación rompe barreras, abre puertas, hace que la democracia sea más profunda y más real. El Tiempo Latino ofrece, en tres páginas especiales, tres artículos y un glosario. Pretendemos mostrar la realidad positiva y pujante de nuestra comunidad. Dos jóvenes son nuestro ejemplo: Daniela Juárez quien se identificó de inmediato con su escuela privada y encontró el apoyo y la seguridad que necesitaba. Y Lina Granados quien hizo de su pasión por el fútbol dos alas para volar y ser reclutada por una de las universidades de élite del país. Ofrecemos además las recomendaciones —y la hoja de ruta a seguir— para aquellos padres que estén pensando en ofertas educativas que van más allá de las ya de por sí excelentes escuelas públicas del área metropolitana. Y, para no perdernos, un glosario de términos universitarios. ¡Feliz lectura!
—Alberto Avendaño
Fue atleta desde los 4 años, jugó al fútbol desde los 7, y a los 11, en los Estados Unidos, también con el fútbol, entró en un programa olímpico. Formó parte del equipo de su escuela, y cuando estaba en segundo de la secundaria, empezó a recibir ofertas de becas de distintas universidades del país.
La colombiana Lina Granados, de 19 años, no tuvo que buscar demasiado, ni tener en cuenta el presupuesto de su familia, residente en Brambleton, Virginia. Fueron las universidades las que la eligieron a ella por su desempeño deportivo. La carrera ya estaba elegida: ingeniería en ciencias de la computación.
Finalmente, cuando estaba en Junior de la escuela secundaria, y después de mucho recorrer, firmó contrato con Vanderbilt University, de Nashville, Tennessee, ubicada entre las 17 mejores del país. Sin embargo, sus visitas y los tests fueron más deportivos que académicos.
“La decisión fue una mezcla de variables”, comentó su madre, la psicóloga colombiana Hilda Granados, consejera en el sistema educativo del condado de Loudoun, VA. “Su fútbol era importante porque ella siempre jugó en un nivel muy alto, pero lo académico, era prioritario.
Y obviamente, las niñas con las que iba a estar y el coach, también pesaron a la hora de tomar una decisión. Finalmente llegó a la conclusión de que Vanderbilt era su universidad y que era ésa en la que quería pasar sus cuatro años.
Lina, actualmente tiene un permiso especial en la universidad porque durante este semestre está jugando para Colombia en el campeonato sudamericano de fútbol femenino que se celebra en Uruguay hasta el 26 de enero. En mayo retomará los cursos de verano.
La selección que tuvo que hacer su hermano mayor, Daniel, de 23 años, graduado en 2013 como ingeniero de sistemas, fue más tradicional, y tuvo que pasar por el proceso de mandar solicitudes a varias universidades.
Finalmente lo aceptaron en todas y eligió University of Virginia. Los padres, que no tenían dinero ahorrado para los estudios de sus hijos, tuvieron que pagar $23.000 al año.
“Si viviéramos fuera de Virginia, habríamos tenido que pagar cerca de $50.000, y en ese caso hubiéramos recurrido a un préstamo”, comentó la madre.
Según US News, los costos de las universidades privadas para el ciclo académico 2013-2014 son de aproximadamente $50.000 por año, en instituciones como Columbia University, en Nueva York, una de las más caras, junto con Vassar College, también de Nueva York y Trinity College en Connecticut. El resto puede oscilar entre los $30.500 y los $22.000.
Aquí, por lo general, son los mismos estudiantes los que conducen la visita, luego se organizan las entrevistas con el director académico, y eventualmente, con los consejeros para gestionar ayuda financiera.
En el caso de Lina, las entrevistas más rigurosas y los tours eran con los entrenadores de los equipos de fútbol de las universidades que le ofrecieron beca.