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La Biblioteca Nacional de Medicina explica que algunas personas experimentan cambios de humor graves durante el invierno, cuando hay menos luz solar. Esta condición se llama Trastorno Afectivo Estacional o TAE. Se trata de un tipo de depresión que suele mejorar en primavera y verano, pero a la que hay que prestarle atención, para que no se transforme en una afección crónica y discapacitante.

No todas las personas que sufren de TAE tienen los mismos síntomas, pero éstos suelen incluir algunos de los de la siguiente lista:

•Tristeza, ansiedad o sentimientos de “vacío”

•Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo

•Sentimientos de culpa, inutilidad o impotencia

•Irritabilidad, desasosiego

•Pérdida de interés en actividades que antes solía disfrutar

•Cansancio y disminución de energía

•Dificultad para concentrarse, recordar detalles y tomar decisiones

•Dificultad para dormir o dormir demasiado

•Cambios de peso

•Pensamientos de muerte o suicidio

El trastorno afectivo estacional puede ser tratado efectivamente con terapia con luz (fototerapia), al menos unos 30 minutos cada día, no más ya que puede haber efectos secundarios como dolor de cabeza e irritabilidad.

Pero casi la mitad de las personas con TAE no responde solamente a la terapia con luz. Los antidepresivos y psicoterapia pueden reducir los síntomas de TAE, ya sean solos o en combinación con fototerapia, indica el Instituto Nacional de Salud Mental.

Según explica el psiquiatra Norman Rosenthal, autor de “Winter Blues”, el 6 por ciento de la población del país —unas 18 millones de personas— padece del Trastorno Afectivo Estacional, este número se concentra mayormente en los estados del norte, que sufren más el impacto del frío invernal.

Para entender cuánto está relacionado este trastorno con la ubicación geográfica, en Oslo, Noruega, lo padece el 14 por ciento de la población, contra 4,7 por ciento de los habitantes de Nueva York.

Este trastono es más frecuente en adultos —jóvenes y mayores—, aunque hay casos registrados en adolescentes y niños. Tiene una leve prevalencia mayor en mujeres. Puede haber un “disparador” de la afección, por ejemplo una mudanza de una zona cálida a una ciudad más fría.

Aunque la ciencia asegura que hay un componente genético, el lugar en donde se vive es, en parte, determinante, indica la Asociación Americana de Médicos de Familia. Claro, combinado con cierto tipo de personalidades. Nuevos estudios aseguran que el TAE está afectando en especial a inmigrantes a los que, en muchos casos, el frío intenso, casi polar de las ciudades del norte los impacta por primera vez.

Los médicos expresan preocupación sobre esta tendencia, ya que los hispanos tienen poca información y escaso acceso a los servicios de salud mental, además de ciertos preconceptos sobre lo que es una afección psicológica. “Es esencial recibir tratamiento porque la tristeza puede profundizarse. Y hay que entender que se trata de un trastorno prevenible”, explica Rosenthal en una entrevista realizada para el Instituto Nacional de Salud Mental.

También es importante que el consumidor sepa que las camas solares no ayudan: la luz que proveen es para lograr un bronceado artificial, no para curar la tristeza, además de los riesgos para la piel.

Los terapeutas aconsejan no “hibernar” como los animales. Hay que evitar transformar la casa en una cueva, y seguir manteniendo la vida social.

Tener una agenda de actividades, por fuera de la rutina diaria, ayudará a pensar menos en el frío y superar esta tristeza estacional. Por supuesto si hay dinero, una “escapada”, unas minivacaciones de invierno hacia una cálida playa ayudará mucho.

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