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La próxima cumbre de la Celac logrará que por primera vez en más de medio siglo un secretario general de la OEA visite Cuba, un hecho de importante simbolismo cuyo efecto está por ver pero que confirma la evolución del sistema interamericano e incluso lanza mensajes a EE.UU., según analistas. Invitado por el gobierno cubano, anfitrión de la segunda cumbre de uno de los más jóvenes organismos de integración regional, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, asistirá a la cita, tal y como lo hizo el año pasado en Chile en la primera reunión presidencial de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Lo que parece un elemental acto de cortesía diplomática adquiere una especial dimensión tratándose de Cuba y la OEA, porque provoca expectativas de deshielo entre el el único país comunista de occidente y el organismo continental que lo suspendió en 1962. La OEA levantó esa suspensión en 2009 en la 39 Asamblea General en San Pedro Sula (Honduras), con una resolución que abrió la puerta a un diálogo con Cuba si el Gobierno de la isla así lo solicitaba. Pero La Habana ni lo ha pedido, ni desea reintegrarse en una organización por la que no oculta su rechazo, ni en los últimos tiempos ha dado señal de flexibilizar esa postura.

“La posición del Gobierno cubano sigue siendo la misma, aunque las razones evolucionan porque la OEA es lo que sus estados miembros hagan de ella y el organismo ha ido evolucionando”, dijo Carlos Alzugaray, ensayista, diplomático y académico cubano.

Arturo López-Levy, académico cubano-estadounidense, profesor en la universidad norteamericana de Denver y autor del análisis “Cuba y la OEA: cambio y continuidad”, sostuvo que la presencia de Insulza en la Habana “manda una señal positiva acerca de cuánto ha cambiado el sistema interamericano desde la época en que un continente plagado por dictaduras militares expulsó al gobierno cubano, en lo que fue clara expresión de dobles estándares sobre el tema de la democracia y las alianzas internacionales”.

A su juicio, la OEA culmina con el que será su primer contacto formal con la isla desde 1962 “un proceso diplomático por el cual ha tenido que reconocer que Cuba es parte integrada a la política del hemisferio, guste o no en Washington”.

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