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Sí, él puede. ¿Seguro?

Primero, la presidenta del Consejo Nacional de La Raza, (NCLR), Janet Murguia, decidió llamar al presidente Barack Obama “Deportador en Jefe”. Y el sábado, 5 de abril, un editorial de The New York Times criticó la política migratoria de Obama y le exigió que hiciera algo de una vez por todas.

Pero los lectores de esta columna ya habían leído el concepto de “Deportador en Jefe” junto al presidente Obama —en 2013—, y el concepto de un Obama “que no cumple las promesas hechas al votante hispano” lo han leído durante gran parte de la actual Administración.

Lo importante no es que yo lo dije antes. Lo triste es que fuerzas de influencia como NCLR —la organización no lucrativa más grande y mejor financiada dedicada a promover la agenda hispana— y el todopoderoso The New York Times se acaban de decidir a llamar la atención sobre el tema migratorio en relación a un presidente que no cumplió sus promesas a un electorado que le entregó el 71% de sus votos.

El presidente del cambio y de la esperanza puede llegar a convertirse —ante los ojos del emergente votante hispano— en un típico político incapaz de cumplir sus promesas.

Se puede argumentar que el votante hispanounidense carece de la maquinaria política y del poder económico necesario para promover ciertas agendas.

¿Pueden NCLR y The New York Times ser más efectivos o conmovedores que dos millones de familias rotas?

¿Puede un editorial tener más impacto que los rostros angustiados de 5.000 niños en manos de la asistencia social porque sus padres han sido deportados? ¿Quién es capaz de mover a un Gobierno ocupado en salvar la cara y en jugar a las culpas políticas?

En cuanto a la oposición, el Partido Republicano es víctima de sus ansiedades raciales: un grupo de políticos con una venda en los ojos golpeando la piñata migratoria mientras miran hacia otro lado.

¿Qué hacer? Hay seis puntos en el editorial del Times que Obama puede implementar de inmediato.

Los inmigrantes que no son una amenaza criminal, los que han establecido lazos con este país y, en muchos casos, tienen hijos que son ciudadanos estadounidenses no deben estar en peligro de deportación.

Proteger a los Dreamers está muy bien, pero ¿quién protege a los padres de los Dreamers?

ICE y la Patrulla Fronteriza deben hacer de las ofensas menores la última prioridad para una deportación.

Poner fin a programas como “Comunidades Seguras” que hace de la policía local agentes de inmigración.

El Gobierno debe abandonar  la política de cuotas que obliga a llenar 30.000 camas con detenidos cada día.

Los enormes recursos represivos de Inmigración deben utilizarse en la lucha contra las pandillas, las armas y la violencia criminal.

Para Obama, poner fin a las deportaciones y cambiar el actual sistema migratorio no debería ser cuestion de sí o no, sino de cuando.

Avendaño es Director de El Tiempo Latino

alberto@eltiempolatino.com

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