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Los esbozos de una solución para la destrozada y bloqueada Gaza están surgiendo después del tentativo cese al fuego del martes entre Israel y Hamas: Noruega está organizando una conferencia de donantes y el presidente palestino Mahmud Abás, quien cuenta con el respaldo de Occidente, aspira a supervisar la reconstrucción y reafirmar su autoridad en el territorio, perdido ante Hamas en 2007.

Fuerzas leales a Abás serían desplegadas en los cruces fronterizos de Gaza para alentar a Israel y Egipto a retirar el bloqueo que impusieron después de que Hamas tomó el poder.

Negociaciones indirectas entre Israel y Hamas en El Cairo abordarán los detalles. La esperanza es que la promesa de una mejor vida para los residentes de Gaza persuadirá a llegar a un compromiso y evitar lo que había estado pareciendo una lucha hasta el fin.

Las diferencias siguen siendo amplias, especialmente entre Israel y Hamas.

Israel dice que ha asestado un golpe doloroso al potencial militar de Hamas en el combate que se ha extendido durante un mes y que quiere asegurar que el grupo no pueda rearmarse si se levantas las restricciones en la frontera.

“El grado en que esteremos listos para cooperar con los esfuerzos de tener mejor acceso y movimiento en Gaza dependerá profundamente del tipo de acuerdos que asegurarían nuestra paz y seguridad”, dijo Yossi Kuperwasser, un funcionario de alto rango en el Ministerio de Asuntos Estratégicos de Israel.

Hamas, por su parte, ha dado señales de flexibilidad respecto a ceder algo de autoridad a Abbas en Gaza, pero insiste en tener voto sobre la reconstrucción y en que no se desmilitarizará.

Izzat Rishq, un funcionario de alto rango de Hamas, dijo que desarmarse no está para discusión.

“Mataremos a cualquiera que trate de quitarnos las armas para la resistencia, dijo a The Associated Press.

A pesar de tales expresiones duras, Hamas está en una posición de relativa debilidad.

La suerte del grupo miliciano islámico cambió dramáticamente el año pasado después de que las fuerzas militares egipcias derrocaron en El Cairo a un gobierno cordial con Hamas y comenzaron a cerrar cientos de túneles para contrabando bajo la frontera Gaza-Egipto.

Los cierres privaron a Hamas de una fuente crucial de ingresos —los impuestos a artículos traídos a través de los túneles— y evitó el flujo a Gaza de armas y dinero en efectivo destinado a Hamas.

Para esta primavera, Hamas estaba en una crisis financiera tan severa que aceptó un acuerdo de reconciliación con Abás. Bajo ese acuerdo, un gobierno encabezado por Abás administrarían tanto Cisjordania como Gaza, aunque fueron aplazados asuntos espinosos, como la insistencia de Hamas de retener control sobre las fuerzas de seguridad. El gobierno de unidad estaba dando traspiés al momento que estalló el combate entre Israel y Hamas el 8 de julio.

Aun antes de la guerra, Gaza estaba en mala situación debido al prolongado bloqueo.

El desempleo en el empobrecido territorio de 1,8 millones de residentes subió más allá del 50%, debido en parte al cierre de túneles por parte de Egipto. Gaza sólo estaba contando con la mitad del suministro eléctrico que necesita, y el cierre evitó que la mayoría de los residentes de Gaza pusieran viajar.

Después de cuatro semanas de combate intenso, incluyendo cerca de 5.000 ataques israelíes a objetivos en Gaza, la devastación es generalizada.

Según cifras iniciales de la principal agencia de la ONU en Gaza, aproximadamente 10.000 casas fueron destruidas o quedaron tan dañadas que su reparación es imposible. La única planta de generación de electricidad de Gaza fue obligada a parar la semana pasada después de ser bombardeada por Israel, y las reparaciones tardarán meses, dijeron funcionarios de Gaza.

Una de las zonas más afectadas fue Rafá, en el sur de Gaza, que sufrió varios días de cañoneos y ataques aéreos a partir del viernes. Mezquitas, casas, oficinas, tiendas y al menos una escuela quedaron en ruinas o resultaron sumamente dañadas.

Después de que inició el cese al fuego el martes a las 8 a.m. (0500 GMT), miles de residentes de Rafá regresaron a sus casas a tratar de recuperar pertenencias.

Ahmed Barbakh, un empleado de gobierno de 36 años, emergió de su muy dañada casa con una bolsa de plástico conteniendo certificados de nacimiento de sus cinco hijos y otros documentos importantes.

Sólo quedaba un pollo de las decenas que crió en casa. “No lo voy a llevar. ¿Qué se supone que voy a hacer con un pollo ahora? Necesito un lugar para vivir con mi esposa e hijos”, dijo Barbakh mientras salía de su destruida vivienda.

Alrededor de 1.900 palestinos han muerto durante los combates, en su mayoría civiles, según funcionarios de salud de Gaza y cifras de la ONU. Del lado israelí, han muerto 64 soldados y tres civiles.

La tregua seguirá en efecto durante al menos tres días, con una esperanza de que se extenderá para permitir que continúen las negociaciones de El Cairo sobre una solución en Gaza. Tanto Estados Unidos como la ONU están enviando representantes.

Mohammed Mustafa, vice primer ministro en el gobierno encabezado por Abás, dijo que ya ha comenzado a preparar un plan de reconstrucción de Gaza que sería presentado en un conferencia de donantes en Noruega.

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