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Nuestro derecho a casarnos en Virginia

La historia comienza cuando Ingrid Marie Durán, la hija de activistas chicanos de Boyle Heights, conoció a Catherine Marie Pino, hija de una familia católica, hispana y conservadora de Albuquerque, Nuevo México.

Nos conocimos en 1992 en una fiesta en la sala Spy Club de Washington, DC. Nos presentaron nuestros amigos y, aunque en aquel momento nuestra vida sentimental estaba ocupada, se produjo una conexión instantánea. De inmediato descubrimos todo lo que teníamos en común. Luego pasaron 10 años, pero el destino nos volvió a unir.

En 2002, Ingrid dirigía el Congressional Hispanic Caucus Institute (CHCI) y Catherine se encargaba de las donaciones de la Carnegie Corporation. Un colega de Ingrid en el CHCI, Juan Herrera, conoció a Catherine durante una gala del Hetrick-Martin Institute en los  Hampton’s y pensó que ella era una candidata ideal para servir en la Junta de Directores del CHCI. Juan organizó entonces una cena para que nos conociéramos en Nueva York y nosotras retomamos la conversación donde la habíamos dejado diez años antes. Hablamos sobre todo lo que sabíamos de amigos communes y de todo lo que había pasado desde la última vez que nos habíamos visto. Catherine ingresó en la Junta directiva a finales de 2002 y ayudó a Ingrid en temas como el desarrollo de programas y expansión del CHCI.

Así fue como nuestra Amistad creció hasta convertirse en una hermosa relación personal. Dos años más tarde nos convertimos en pareja y en colaboradoras en los negocios, al tiempo que anunciamos que dejábamos atrás nuestras respectivas carreras llevando en nuestras manos tan solo un sueño y el deseo de comenzar nuestra propia empresa.

La noticia fue recibida con una buena dosis de “escándalo” entre la comunidad latina de DC.

Hoy Catherine e Ingrid, nosotras, vivimos felices en Virginia disfrutando de la compañía de nuestro perrito Maltés adoptado, Allegro Pino Durán.

Tenemos familia en Albuquerque, Nuevo México, Los Angeles, California y Wichita, Kansas.  Nuestras familias son una parte integral de nuestro mundo y apoyan nuestra relación de pareja. Hasta el punto de que cuando iniciamos nuestra aventura empresarial y nuestro entorno decía que estábamos locas, fueron nuestras familias las primeras en animarnos.

Nuestro compromiso sentimental en 2013 fue muy bien recibido entre familiares y amigos, quienes frecuentemente nos preguntaban “¿Cuándo y dónde?” nos íbamos a casar. Pero nadie en nuestras familias pensaba que podrían ver el día de nuestra boda, ¡por eso se sienten hoy tan emocionados de ser parte de un momento tan importante para nosotras!

Aunque la igualdad matrimonial no es una realidad en Virginia, sabemos que el cambio se vislumbra en el horizonte. Como muchas virginianas celebramos cuando un juez federal rechazó, a principios de este año, la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Muchos nos animan a mudarnos a DC o a Maryland donde nuestro derecho al matrimonio sería respetado, pero estamos comprometidas con esta causa aquí en Virginia. Creemos que el progreso es posible en el estado, especialmente ahora que Terry McAuliffe es gobernador.

Sentimos que el matrimonio es un símbolo estadounidense de la unión entre dos personas que se aman. Queremos que nuestra familia sea reconocida como lo es cualquier otra familia llena de amor en este país y es nuestro deseo cuidar la una de la otra sin tener que sortear obstáculos legales. El año pasado tuvimos el privilegio de ser las invitadas de nuestra querida amiga la Jueza de la Corte Suprema, Sonia Sotomayor, durante la audiencia que la Corte le dedicó a la Ley de Defensa del Matrimonio —DOMA. Aquélla fue una experiencia tan emocionante como surreal. Nunca pensamos que llegaríamos a ver a nuestro país tan cerca de la igualdad ante el matrimonio.

Tanto si nos casamos durante lo que queda de 2014 y lo hacemos fuera de Virginia, como si esperamos a 2015 con la esperanza de podernos casar en el estado donde tenemos nuestro hogar, será una celebración espectacular y un tributo al profundo y precioso amor que nos profesamos.

Y nos casaremos disfrutando de la compañía de nuestras familias y amigos a nuestro lado.

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