La estatua del dios Neptuno, protector de las aguas y los mares, embellece el extenso malecón de Virginia Beach.
Llega el cierre de las piscinas y el final extraoficial del verano con el Labor Day.
A los amantes del agua y el sol no les quedará otra alternativa que visitar una de las playas cercanas a DC, al menos por unas dos o tres semanas hasta que el frío del otoño se instale en las aguas del Atlántico Norte.
¿La mejor opción en Virginia? Sin dudas que Virginia Beach.
Situada a unas cuatro horas al sur de Washington por las autopistas I-95 e I-64, esta gigantesca costa es un paraíso para los amantes de la playa, el mar y el sol durante el día, y para quienes disfrutan la buena gastronomía y buscan un poco de aventura por la noche.
Virginia Beach es ideal para la práctica de deportes acuáticos como el “surfing”, el “windsurfing” y el velerismo. Fuera del agua los visitantes cuentan con grandes extensiones de arena para tomar el sol, compartir y disfrutar de los múltiples juegos como las paletas de playa, el freesbee y voleibol.
Un gigantesco malecón en el que destaca la no menos vistosa estatua de Neptuno —dios de las aguas y los mares— bordea las largas extensiones de arena bañadas por las aguas del Atlántico y con vista a grandes hoteles.
Son tantos los kilómetros de playa y arena que abarca esta playa que es parte del Libro Guinness de los récords por tener la playa más larga en el mundo. La playa empieza por el extremo sur del Chesapeake Bay Bridge-Tunnel, el puente túnel más largo en el mundo, y se extiende hasta la frontera con Carolina del Norte.
Las sofisticadas canchas de voleibol en la que los bañistas muestran sus condiciones físicas, toldos y sillas para alquiler y un moderno parque para niños hacen de Virginia Beach el lugar ideal para despedir el verano.
El clima de Virginia Beach es húmedo subtropical, debido al efecto moderado que tiene el océano en la zona.