Entrevista con el embajador Rupérez

Johann Sebastian Bach fue un compositor alemán, emblema del barroco y un genio del contrapunto, la harmonía y de la utilización del motivo como identidad. Francisco Javier Rupérez Rubio —el embajador Javier Rupérez— es un castellano, de Madrid, que confiesa a Bach como banda sonora y, desde la sobriedad de Castilla, ha sabido barajar los contrapuntos políticos en España manteniendo un foco obsesivo en la identidad nacional enmarcada en una libertad necesariamente barroca.

El libro del embajador Javier Rupérez



ETL

El libro del embajador Javier Rupérez

Memoria de Washington

4 párrafos del libro del embajador español Javier Rupérez:

Ante el presidente de EE.UU.

“No utilizan los estadounidenses carrozas, caballos o ujieres con librea para la presentación de credenciales, y conceden a la ocasión un aire festivo y familiar… Todos, diplomáticos, familiares, amigos, son concentrados en comunidad en una sala adjunta al Despacho Oval…”.

La Guerra de Irak.

“…En una de las múltiples conversaciones que [el presidente español José María] Aznar mantiene aquellos días con el primer ministro británico Tony Blair, éste le recuerda que el apoyo del 4 por ciento de la población con que el español cuenta para una intervención sin el beneplácito de la ONU… equivale al número de los que en el mundo creen que Elvis Presley está todavía vivo”.

Cena con George W. Bush.

“…El presidente estadounidense, que nunca perdió los reflejos para apreciar una guapa mujer, posó al lado de la mía y la foto le muestra con una amplía sonrisa de satisfacción. Rakela me mortifica con su versión de la instantánea: ha partido en dos la fotografía y queda en la companñía exclusiva del risueño tejano. Yo retengo la versión completa, que me sitúa al lado de la primera dama, Laura Bush, una mujer admirable en su tacto y en su discreción”.

Los francotiradores.

“Es imposible asomarse impunemente a los precipios de la maldad. Los que vivimos en Washington aquellas negras tres semanas del mes de octubre del año 2002 lo sabemos. Todavía con angustia”.

Fue mi privilegio —el 17 de octubre— presentar en el Plaza Institute de Bethesda, Maryland, el libro de Javier Rupérez: “Memoria de Washington —Embajador de España en la capital del imperio”. Un libro de memorias y comentarios, de vida y diplomacia, de un conservador español que nos lleva de la mano para mostrarnos el interior de un retazo de vida en Washington —desde lo político, lo personal, lo familiar, e incluso lo visceral.

Los capítulos son irónicamente o descriptivamente musicales. Por ejemplo: “Andante maestoso: Bush visita España”, o “Concerto a tempo agitato: los prolegómenos de la guerra”. En sus páginas se destilan comentarios de los años anteriores y posteriores al septiembre 11 de 2001 en Estados Unidos. Y nos introduce en la íntima dureza de los momentos que siguieron a los ataques terroristas en España: “Serían las tres de la mañana en Washington, las nueve en España, del día 11 de marzo de 2004, cuando sonó el teléfono en mi mesilla de noche”. Luego vendría la manifestación en el Washington Circle, asegurar que no habría ni olvido ni perdón, y conversar con el presidente George W. Bush —un momento importante en el libro.

Sinfonía personal

Haber tenido el honor de presentar un libro de Javier Rupérez fue algo personal, y no parte de la rutina profesional.

Recuerdo que un día le dije al embajador Rupérez que para mí era un privilegio conocerlo ya que él es un protagonista de la historia reciente de España y, por tanto, un personaje histórico. Noté entonces que una de las cejas del embajador se contorsionó en un tic —entre la incredulidad y la sorpresa— que traicionaba el tradicional estado de impavidez de un diplomático al uso.

Lo que para mí es normal —expresar el respeto por la presencia, esencia y trayectoria de Javier Rupérez— para muchos en mi círculo español resulta una anomalía. No importa.

Les resumo: Rupérez es un abogado accidental, un periodista y un narrador de corazón, y un diplomático de carrera. Fue presidente de la Internacional Demócrata Cristiana y de la Democracia Cristiana de España —esa rara avis a la que el Vaticano negó tres veces en la Península.

Fue diputado, senador… y para saber sobre sus distinciones nacionales y extranjeras y sobre los cargos en diferentes embajadas de España en el mundo, ante la OTAN, en Naciones Unidas… sugiero que le pregunten a google.En 1963 fue uno de los fundadores de “Cuadernos para el Diálogo”, una publicación histórica en la larga marcha hacia la democracia en España.

En 1979, Rupérez estuvo secuestrado por el grupo terrorista ETA. Producto de aquella tensión una enfermedad se llevó a su primera esposa, Geraldine Molenveld (anglicana de religión), con la que tuvo una hija. Hoy Rupérez está casado con Rakela Cerovic (ortodoxa de iglesia)… lo cual parece sugerir que el embajador, para el amor, elige las órbitas cristianas más periféricas.

Con Rakela tiene una hija, Laura, que está en High School aquí en DC. Y con Rakela, Rupérez vivió los años de embajador ante la Casa Blanca entre 2000 y 2004, tiempos de unas relaciones únicas entre Madrid y Washington.

Rupérez es autor de varios libros, incluyendo la novela “El Precio de una Sombra” —sobre espías y diplomáticos en la Polonia del final de la Guerra Fría, además de sexo, política y otras dialécticas perversiones. En “Memoria de Washington “ resume su vida de embajador en la capital del imperio.El embajador Rupérez es Senior Advisor en el Center For Strategic and International Studies aquí en Washington; es Miembro Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas de España y acaba de ingresar en la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

En la video-entrevista que hemos colgado en el sitio web de El Tiempo Latino, Rupérez afirma que su vida siempre ha oscilado entre la plítica y la diplomacia. Indica que no se comprende la diplomacia sin una cierta capacidad para la política y que él, en definitiva, se siente político porque “[la política] es como una mala mujer, nunca te abandona”.

Al presidente Bill Clinton —a quien tuvo que presentar credenciales cuando asumió como embajador— lo define como “un encantador de serpientes”, alguien que es capaz de hacerte sentir la persona más importante en el momento en que está hablando contigo. “Pero la administración Clinton la vi como muy desordenada”, dijo.

Poco después, llega la administración de George W. Bush y se suceden lo que Rupérez califica como “los años de las relaciones más fructíferas y próximas que nunca ha habido entre España y Estados Unidos”. Coincidieron, dice, dos presidentes —el español José María Aznar y el estadounidense Bush— que procedían de un centro-derecha político con una agenda de proyección de la democracia. Hay que recordar, señala Rupérez, que la primera visita de Bush al exterior fue a España. “Como embajador me beneficié de unos años únicos en la relación bilateral”, dice Rupérez e indica que “Bush gana en la distancia corta”. Define al expresidente estadounidense como un hombre que nunca presumió de culto, pero que “es un hombre listo” y “bien intencionado”. Asegura Rupérez que esa derecha que representaba Bush —el conservadurismo compasivo— entendía el tema de los hispanos de Estados Unidos y que, si el 11 de septiembre no hubiera ocurrido, “Bush hubiera llevado a cabo la reforma migratoria que hoy tantos claman”. De esos años, recuerda como “negativa” la influencia del vicepresidente Dick Cheney y se queda con el propio presidente Bush, con el “excelente” Secretario de Estado, Colin Powell y con “la magnífica” Condoleezza Rice, quien primero fue Consejera de Seguridad Nacional y luego Secretaria de Estado.

La memoria de Washington de Rupérez es una sinfonía política y personal.

AVENDAÑO ES DIRECTOR DE EL TIEMPO LATINO, LA PUBLICACIÓN HERMANA DE THE WASHINGTON POST alberto.avendano@washpost.com

últimas noticias


Sucesos

El caso de Hickman's Family Farms

MS-13: "Te unís o te morís"


Política

La representante Tricia Cotham deja el Partido Demócrata para unirse al Republicano


Nacional

En Florida preparan ley contra los periodistas y medios de comunicación