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Ángel Cabrera abre oportunidades

Mantener un espíritu abierto a las oportunidades y trabajar para retirar obstáculos del camino educativo son dos elementos recurrentes en la conversación con el rector —o presidente como se le llama en Estados Unidos— de la George Mason University.  El rector Ángel Cabrera es, además, hispano lo cual le convierte en una feliz “anomalía” en este tipo de cargo.

Cabrera (der.) con el Director C. Daniel Clemente al asumir como rector de George Mason University en 2012.


           
   

Evan Cantwell-George Mason university

Cabrera (der.) con el Director C. Daniel Clemente al asumir como rector de George Mason University en 2012.

El rector de la George Mason University, Angel Cabrera  (5to. por la izq.) junto a un grupo de la tertulia española de Taberna del Alabardero en Washington, DC, el 30 de octubre de 2014.


           
   

Alfredo Duarte Pereira para ETL

El rector de la George Mason University, Angel Cabrera  (5to. por la izq.) junto a un grupo de la tertulia española de Taberna del Alabardero en Washington, DC, el 30 de octubre de 2014.

“Es un desafío increíble y para alguien como yo a quien le apasiona la educación es una oportunidad única”, dijo Cabrera a El Tiempo Latino, el 30 de octubre, unos minutos antes de participar, como invitado de honor, en la tertulia mensual que organiza la comunidad española de Washington en el restaurante Taberna del Alabardero.

Después de dos años en el puesto, Cabrera entiende la brecha entre realidad y deseo, así como el equilibrio entre los dos frentes que tiene abiertos en George Mason: “Somos la universidad más grande de Virginia, con 34.000 alumnos ahora, y somos una universidad pública de misión y espíritu. Esto quiere decir que, por un lado, queremos hacer investigación y ser una universidad puntera académicamente comparable a las mejores universidades del mundo; pero a la vez queremos proporcionar acceso a cuantas más personas mejor”.

Y el reto, dice Cabrera, es hacer esas dos cosas bien. George Mason  es una universidad “puntera” —está considerada entre las 200 mejores universidades del mundo— pero a la vez, enfatiza, hay que tener las puertas abiertas a una población diversa: “Hacer esas dos cosas bien, a la vez, es lo más complicado y lo más bonito”.

El compromiso de Cabrera con la igualdad de oportunidades es consistente. Hoy Virginia es un estado donde los “dreamers”  —jóvenes inmigrantes indocumentados traídos al país de niños por sus padres—pueden acceder a algunas universidades públicas y el rector de George Mason habla con orgullo de la presencia de estos estudiantes en su campus.

Ya el año pasado, el 24 de agosto de 2013, durante la celebración del 50 aniversario de la Marcha de Washington que luego traería la Ley de Derechos Civiles de 1964, Cabrera fue uno de los oradores en el Mall Nacional: “A muchos jóvenes hombres y mujeres todavía se les niega la educación… porque no tienen suficiente dinero, o porque son indocumentados”, dijo entonces Cabrera para quien la diversidad, además, es una prioridad.

“En el mundo en que vivimos ya no vale tener una empresa en un lugar o país con población uniforme, igual; sino que se debe funcionar y desarrollarse en entornos muy variados, complejos y diferentes y para vivir en entornos así se necesita saber manejarte en ambientes diversos y con gente muy diferente a ti. Eso es la diversidad”, expresó.

El reto es mejorar la calidad de la educación mientras se aumenta el acceso, el número, de estudiantes, lo cual genera mayores costes y un aumento en el número de alumnos por aula. Hay que buscar la manera de hacer las dos cosas, resolver el problema, indica Cabrera.

El rector de George Mason asume que una parte importante de su tiempo es recaudar fondos para la universidad porque es “una clave del futuro” de su institución educativa. La realidad es que la universidad pública recibe cada vez menos fondos —sea quien sea el gobernador del estado, dice. Y cada vez los impuestos pagan menos de esa factura educativa.

“En los años 80, cuando mi generación en Estados Unidos fue a la universidad, los contribuyentes de su estado pagaban tres cuartas partes del coste de su universidad  pública”, dijo.

“Ahora los  contribuyentes pagan una cuarta parte, si tienes suerte. ¿Quién paga el resto? Los estudiantes, las familias. Y si no tienen el dinero tienen que pedir dinero prestado, un préstamos que luego va a retrasar la acumulación de riqueza durante la vida. Es decir, estamos pasando el coste de la educación de lo público a lo privado, del estado al individuo, y eso tiene unas implicaciones que obliga a las universidades públicas o privadas a recaudar unos fondos que son necesarios. Por eso me paso una buena parte de mi tiempo convenciendo a filántropos y a gente de recursos a que inviertan en la universidad”, comentó Cabrera y advirtió que el panorama que describe puede ser el gran problema de las generaciones que vienen.

Innovación, diversidad, emprendimiento y accesibilidad son los principios del sexto rector de George Mason y de la institución a la que representa. Además, durante su discurso de aceptación del cargo hace dos años en Fairfax enfatizó la capacidad transformativa de la educación.

“Soy testigo de cómo las universidades cambian vidas”, dijo el rector. “Vine a este país como muchos jóvenes sueñan hacerlo: porque ofrece la mejor educación del mundo”. Cabrera habló en aquella ocasión de su abuelo, un maestro de pueblo —El Torno—.

“Crecí pensando que ser maestro era la profesión más importante del mundo. Siempre quise ser maestro, educador, como mi abuelo”, compartió Cabrera.

Pero hoy sus credenciales académicas son galácticas y su actividad es incansable. Fue decano de la prestigiosa escuela de negocios de Madrid —situada entre las 10 mejores del mundo—, fue rector o presidente de la Thunderbird School of Global Management en Arizona, es autor de un libro sobre liderazgo global, académico Fulbright, posee cuatro titulaciones universitarias y, además, toca la guitarra y es un tuiteador constante. Pregunta: ¿Tiene tiempo un ser humano para hacer tantas cosas?

“La verdad es que soy muy mal ejemplo a la hora de organizar el tiempo de mi vida; pero he tenido una trayectoria muy movida. Siempre buscando dónde encontrar esos sitios en los que tener mayor impacto y la vida me ha llevado por vericuetos que jamás habría imaginado”, explicó Cabrera poco antes de que llegara el grupo de españoles con los que se reunía esa tarde de octubre.

Una última curiosidad sobre sus estudios: ¿Qué relación hay entre un ingeniero de telecomunicaciones, un sicólogo y un experto en negocios globales?

“Me interesaba la ingeniería pero en un momento determinado de mi vida también me interesó la sicología, y luego fui rector de una escuela de negocios… Lo que le digo a la gente joven es que no se obsesionen demasiado con la carrera que quieran estudiar. Los estudios son para abrir puertas, todo ayuda. Tú sigues siendo dueño de tu vida… Todo puede pasar y uno no tiene por qué ponerse orejeras, sino mantener todas las oportunidades abiertas”.

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