El juego de tirar la cuerda consiste en enfrentar dos equipos para probar su fuerza y habilidad. En política se traduce en confrontación, riña y amenazas con bloquear el proceso legal que permite al Gobierno financiarse para funcionar.
Y mientras los legisladores acaban de regresar a Washington después de unas elecciones en las que los republicanos destrozaron a los demócratas y recuperaron la mayoría del Senado, la sirena presidencial sobre una acción ejecutiva en el tema migratorio vuelve a sonar en los pasillos del Congreso. Y muchos republicanos están nerviosos. Algunos en el Senado han dicho con claridad que utilizarán su poder —o sea, negación de fondos— para bloquear una acción unilateral de Obama que protegería de la deportación a millones de indocumentados. “El Congreso asigna los fondos”, dijo el senador republicano por Alabama, Jeff Sessions. “Si el Congreso no está de acuerdo con que el presidente le proporcione tarjetas de identificación a personas que están en el país ilegalmente, entonces no asignará dinero para financiarlo”.
Los republicanos no quieren que se aprueben fondos que pudieran contribuir —durante la sesión de transición— a implementar cualquier política migratoria presidencial. La solución podría estar en aprobar medidas de financiación del Gobierno por un período breve y luego, al regresar en 2015 con el control del Congreso, comenzar lo que algunos llaman “el retiro de fondos a cualquier medida migratoria”. A los demócratas les encantará ver a un Congreso de mayoría republicana comportarse de manera hostil hacia el tema migratorio. Pero, después de broncas y amenazas de otro cierre federal, podríamos ser testigos de la aprobación en 2015 de una reforma migratoria auspiciada por los republicanos.
En 2015 ya no presenciaremos tan solo el tradicional tira y afloja partidista, sino el tenso posicionamiento político, como corredores haciéndose sitio a codazos en la línea de salida antes de empezar la maratón: las presidenciales de 2016. Es comprensible la preocupación republicana ante el anuncio de Obama —otro más— de que actuará unilateralmente sobre inmigración. A diferencia de muchos votantes hispanos, los republicanos se creen lo que dice el presidente.
Es paradójico que el Deportador en Jefe —el presidente que ostenta el récord de deportaciones— nos desafíe ahora con detener las deportaciones.
¿Qué esperar del menú ejecutivo en inmigración?
Un alto temporal —las medidas migratorias de Obama son siempre efímeras— a la amenaza de deportación para 500.000 dreamers a los que se les otorgarían permisos de trabajo.
Millones de inmigrantes indocumentados podrían también tener el derecho a seguir en el país si cumplen ciertos requisitos.
Pregunta: ¿Conseguirá Obama financiación para implementar estas medidas?
A Obama le quedan dos años para construir su legado. El GOP tiene dos años para controlar las ansiedades raciales de las tropas republicanas en el Congreso.
Avendaño es Director Ejecutivo de El Tiempo Latino
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