Pocos saben que “San Guivín” es, en realidad, un santo poco conocido que nació en Andalucía en el siglo IX. Ayudó a los pobres y construyó una pequeña iglesia cerca de Sevilla. Fue santo y mártir, ajusticiado cerca de su pueblo natal por los invasores moros, que lo torturaron y luego —con infinita misericordia—, lo decapitaron para no tener que seguir alimentándolo.
San Guivín fue santo de la devoción de uno de los ingleses llegados en el Mayflower, que había tenido noticia de él y de sus obras. Sin embargo, como no sabía pronunciar bien su nombre, que repetía sin cesar, dándole gracias — “thanks, San Givin”—, los demás lo malinterpretaron en el sentido de “thanks giving” (omitiendo el san). El natalicio de San Guivín, a fines de noviembre —no se ha podido, como en el caso del mismo Cristo, precisar a ciencia cierta—, coincidió con la fecha en que los colonizadores, casi muertos de hambre, carencias y dolencias de todo tipo, tuvieron la suerte de que los rescataran los indígenas —para la postrera mala suerte de estos— obsequiándoles pavo, granos y hortalizas.
De ahí que, en lo adelante, a esa efeméride la bautizaran con el apelativo de “Thanks Giving”, ya que el nombre del santo, por ellos mal pronunciado, sonaba como el equivalente de “acción de gracias”. Y, claro, los colonizadores quisieron mostrar de esa manera su agradecimiento a Dios y a los indígenas por haberles salvado la vida.
Que quede así constancia, pues, de que el día de “San Guivín” es una celebración de origen hispano, que prosigue 400 años más tarde como aparente tradición de los anglohablantes llegados en peregrinación a Norteamérica.
P.D. No se preocupen, que de tanto leerlo, hasta yo mismo me he creído este cuento.
Emilio Bernal Labrada Tesorero/Treasurer, Academia Norteamericana de la Lengua Española Correspondiente/Corresponding Member: Real Academia Española Miembro, Academia Historia de Cuba Escritor