Las elecciones en Grecia se produjeron en un escenario dantesco para un pueblo que parece haber sido arrasado por una guerra en los seis años que lleva inmerso en una crisis que cada día va a peor.
Su producto interior bruto ha caído a la mitad.
También la mitad de la población ha perdido el 50% de su riqueza, el paro supera el 20%, la deuda es del 176% del PIB, el índice de suicidios ha crecido exponencialmente y la clase media ni está ni se la espera.
Éste es el balance de las medidas de austeridad y castigo que la troika, con el beneplácito de la Unión Europea y el Banco Central Europeo, impusieron a un pequeño pero importantísimo país de los confines del mediterráneo con el mundo asiático y cuna de nuestra civilización.
Su deuda también era pequeña, pero los perjudicados eran los bancos alemanes y austríacos que, después del austericidio al que sometieron al país, han recuperado sus arcas y su tranquilidad.
Pero Europa y Grecia siguen teniendo un problema porque el primer país que sufrió las consecuencias del poder omnímodo de las grandes potencias centro europeas sobre los socios de tercera que hemos resultado ser los llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia, Spain) mediterráneos, también va a marcar la pauta de cómo responder al abuso de poder que se le ha infligido con castigo ejemplarizante para el resto de afectados.
España, mismamente.
La verdad es que el programa que ofrece Syriza era cualquier cosa menos rupturista con Europa y con el euro.
Aquí va resumido.
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Auditar la deuda pública.
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Renegociar su devolución.
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Dejar de pagar momentáneamente hasta que la economía se recupere con más crecimiento y empleo.
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Financiamiento directo del BCE a los estados miembros y a sus inversiones públicas.
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Subir un 75 por ciento los impuestos a las rentas que superen el medio millón de euros anuales.
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Cambiar la ley electoral para hacerla más proporcional.
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Implantar un impuesto para las transacciones financieras y los productos de lujo.
Si alguien cree que esto es la llegada de los soviets a Europa se confunde.
Éste programa, aplicado a la situación de una empresa en peligro de quiebra sería visto como ajustado y posible.
De hecho, el centro derecha que va a apoyar a Tsipras a ser el próximo presidente griego, parece estar de acuerdo en casi todo.
¿Dónde está el peligro?
En la constatación del fracaso de las medidas centradas en hacer pagar todo el coste de la crisis en las clases medias y en las prisas por garantizar sus beneficios a los bancos que habían avalado la gran deuda griega sin las garantías necesarias en un ejercicio de inepcia digno de principiantes.
Grecia es además, nuestra puerta de entrada y salida hacia Turquía y el Oriente Próximo, con todas las tensiones que ello ha supuesto históricamente y con la delicada situación de las democracias en aquellos territorios.
Mirémosla con esperanza y ahuyentemos a los agoreros que aseguran que cualquier respuesta a los mercados y sus cancerberos que no sea someterse a sus dictados nos haría ir a peor.
Los europeos del sur tenemos la esperanza de que el cambio que puede provocar Grecia y su nuevo gobierno, sea el inicio de un nuevo tiempo para pueblos que vemos con temor el fantasma de una miseria aún mayor.
María Xosé Porteiro es una política española.
Escritora y Periodista.
maria.xose.porteiro@gmail.com