Washington, DC. 5 de febrero.— A los pies de la Casa Blanca, un inmigrante egipcio ondea una pancarta con inscripciones religiosas. Es una gélida mañana del 2 de febrero en Washington, DC. El manifestante dice llamarse Ashraf Youssef y explica que lleva cinco años viviendo en la capital estadounidense.
“Abandoné Egipto, en donde era médico, porque allá nunca pude expresar libremente mis opiniones. Incluso el año pasado que visité El Cairo, muchos me veían con desconfianza por tener la barba larga. Pensaban que era un Hermano Musulman”.
La presencia de este hombre descalzo en el corazón de Estados Unidos, pone de manifiesto que lo que ocurre al otro lado del mundo, también le concierne a este país.
Desde que el ejército egipcio depuso al presidente islamista Mohamed Morsi en julio de 2013, miles de sus partidarios han sido arrestados y cientos sentenciados a muerte.
La acusación de ser miembros de la ‘Hermandad Musulmana” —calificada de terrorista por el gabinete egipcio y sus aliados árabes—, también condujo a prisión al jefe de la oficina en El Cairo de la cadena de televisión ‘Al Jazeera English’ Mohamed Fadel Fahmy, y a sus colegas periodistas Baher Mohamed y Peter Greste. Tras ser juzgados el año pasado, junto a otros sospechosos, en un proceso que incluyó cargos como el de operar sin licencia y difundir noticias supuestamente falsas, Greste y Fahmy fueron sentenciados a siete años tras las rejas, y Mohamed a diez.
El 1 de enero de 2015 su apelación —en la que se argumentó falta de evidencia— fue aceptada por la Suprema Corte de Egipto que autorizó un nuevo juicio. Pero no todos tendrán que volver a sentarse en el banquillo de los acusados.
Basándose en el decreto presidencial egipcio que autoriza la deportación de prisioneros extranjeros, el periodista australiano Peter Greste acaba de ser enviado de vuelta a su país de origen. Y los familiares del egipcio-canadiense Fahmy explicaron que a éste no le quedó otra opción más que renunciar a su nacionalidad egipcia para aumentar sus posibilidades de volver a ser un hombre libre. De otra forma, Fahmy, junto a Baher Mohamed tendría que enfrentar un segundo juicio.
Citando la “delicadeza de la actual situación”, la familia de Mohamed Fahmy o “Mudy” como le llaman cariñosamente, se muestra muy cautelosa al hacer comentarios sobre su ‘inminente’ liberación, según palabras del ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, John Baird.
“(Mudy) está tan emocionado que casi no puede dormir y está planeando lo que hará de su vida cuando sea liberado”, cuenta a El Tiempo Latino la prometida de Fahmy, Marwa Omara. “Está muy feliz por la liberación de Peter (Greste) y ya tiene planes para abogar por Baher (Mohamed). Considera que su próxima misión será hacer todo el ruido posible para que éste sea puesto en libertad”.
Desde el día en que se enteró de la detención de los periodistas, el 29 de Diciembre del 2013, y consciente de la importancia de la presión internacional, Marwa ha utilizado las redes sociales para mantener viva la historia. Casi cada semana que visita a su prometido, publica en Twitter (@Free_Fahmy) los mensajes del prisionero de conciencia al mundo exterior.
“Ha escrito varios capítulos de su libro ‘La célula del Marriott’ y Amal Clooney (su abogada) ya está escribiendo la introducción”, comenta Marwa casi con entusiasmo y agrega que Fahmy ha ganado algo de peso desde que está en prisión.
“La lasaña que le prepara mi mamá es sagrada para él, se devora todo el plato. A las visitas suelo llevarle su helado favorito de chocolate de Baskin-Robbins”, explica Marwa.
Pero en los más de 400 días de separación que ha tenido que experimentar esta pareja de enamorados, pocos momentos han sido dulces. Los cabellos blancos de Fahmy, de 40 años, son una muestra visible del gran estrés al que ha sido sometido. Los problemas de salud no han faltado y pronto necesitará una nueva cirugía en el brazo.
“Mis suegros siguen las noticias día y noche, no se relajarán hasta que vean a Fahmy en el avión”, apunta Marwa. “Yo tendré mis maletas listas para acompañarlo en el vuelo cuando sea escoltado por la policía tras su liberación. Aterrizaremos en Toronto y de ahí viajaremos hacia Vancouver en donde el clima es más cálido. Nos casaremos y tomaremos tiempo libre para relajarnos y reflexionar sobre este año de dolor”, concluye Marwa.
Se espera que la presión internacional y mediática incremente en las próximas horas y días para conseguir la liberación o el perdón presidencial de los periodistas encarcelados. Pero mientras familiares, amigos y colegas esperan con ansia un final feliz, Egipto deberá decidir entre avanzar por el camino del respeto a los derechos humanos y la tolerancia o seguir “deportando” a la libertad de expresión.
@VeroBalderasI