En el estudio “Searching for the American Dream: Lessons from Hispanics Residing in Washington, D.C.”, el catedrático Enrique S. Pumar examina los diferentes niveles del éxito socioeconómico entre los inmigrantes hispanos que residen en el Distrito de Columbia.
Pumar, quien preside el Departamento de Sociología de The Catholic University of America, muestra en su investigación el rostro humano de una realidad dura al tiempo que enfatiza el “optimismo inmigrante”.
“Ni los costos emocionales y materiales de su viaje, ni las convulsiones sufridas una vez en este país, ni su incierto camino hacia la ciudadanía disminuyen el optimismo de los inmigrantes hacia las oportunidades que Estados Unidos, con frecuencia, ofrece”, escribe Pumar.
Pumar cita tres de sus entrevistas con inmigrantes de DC. En una, un guatemalteco describe cómo huyó de su país cuando su aldea fue destruida y muchos vecinos asesinados por el ejército durante la guerra civil. En otra, una inmigrante boliviana le contó a Pumar las dificultades que se encontró al llegar a DC. Por último, un salvadoreño narra su llegada a Washington, DC, sin dinero y sin apoyo de ningún tipo.
Las tres historias comparten un común denominador: el logro y el éxito. El guatemalteco completó un “associate degree” universitario y ahora promociona la cultura de su país en DC. La boliviana se convirtió en una activista comunitaria y en una profesional. Y el salvadoreño es dueño de su propio negocio y tiene dos hijos que se graduaron de dos prestigiosas universidades.Ésta es la clave del discurso de Pumar: “El sueño americano es tanto un mecanismo de atracción de inmigrantes hacia nuestra tierra, como una ideología que legitima el éxito relativo de los inmigrantes y sus diferentes niveles de incorporación a la sociedad estadounidense”.
Al leer el trabajo de Pumar no pude evitar pensar en mi experiencia como periodista que cubre la comunidad hispana.En todos estos años he visto el rostro humano del tema migratorio y puedo asegurarles que esto es personal. Es una historia humana que cada día encuentro en las vidas de las personas con las que trabajo y en la experiencia de muchos de nuestro servidores públicos hispanos. Sólo hace unos días, la alcaldesa de DC, Muriel Bowser, nombró a Jackie Reyes directora de la Oficina de Asuntos Latinos (OLA). Reyes trae al cargo una emocional historia de madre inmigrante y un pertinente currículum en el servicio público. Ella puede ser uno de esos ejemplos del “sueño” del que habla Pumar.
Aquí, en El Tiempo Latino, también somos consecuencia de la diáspora y protagonizamos el incierto viaje hacia la transformación en Estados Unidos. Creo en que nuestras recompensas en la vida están en relación directa con nuestro servicio. He visto a empleados y colaboradores de El Tiempo conseguir la “green card”, la ciudadanía y una nueva vida llena de promesas. Nuestro servicio ha ayudado a cumplir sueños y a reavivar esperanzas. Por eso contamos historias de sueños posibles. Eso es lo intangible que esta humilde publicación aporta.
Avendaño es Editor Ejecutivo de El Tiempo Latino
alberto@eltiempolatino.com