La danza la motiva, es su razón de vivir y, gracias a este arte ella ha pisado los escenarios teatrales de Rusia, Corea, Suiza e Italia.
Francesca Dugarte es una venezolana orgullosa de sus raíces hispanas a quien la tenacidad, el compromiso y el trabajo incansable la ha llevado, a sus 25 años, a tener el privilegio de formar parte del elenco de The Washington Ballet, una de las compañías más prestigiosas de danza a nivel mundial.
“Llegar a ser una bailarina profesional se comienza a temprana edad y es extremadamente competitivo. Tienes que entregar parte de tu vida a esta profesión, que para mí me llena de pasión y orgullo” dijo Dugarte a El Tiempo Latino.
Dugarte recuerda que cuando contaba con tan solo 4 años, sus padres la llevaron al teatro a ver el clásico “Romeo y Julieta”, del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski.
“Recuerdo muy bien ese día y el impacto que me causó la historia dramática de la pareja de enamorados. Al ver el drama basado en la obra de Shakespeare, me dí cuenta que el amor verdadero pudiera ser que no dure para toda la vida”, señaló y dijo que, más allá de las cosas del corazón, ella se enamoró del papel de Julieta. Ella quería ser la bailarina que le diera alma al personaje.
Un día Dugarte comenzó a sufrir unos dolores en las rodillas y sus padres la llevaron al hospital. Le diagnosticaron hiperextensión, una lesión producida por la extensión de las rodillas más allá de las normales de la articulación. El médico le recomendó a sus padres que su hija practicara el ballet como parte de su terapia.
Fue a partir de ahí que ingresó en la Academia de ballet clásico de Nina Novak, en Caracas.
“Ella (Novak) se convirtió en mi segunda mamá”, dijo Dugarte para quien Novak fue la primera maestra de danza y una mentora que le enseñó esos secretos fundamentales en la formación de todo bailarín clásico. Y en el comienzo de su adolescencia, Dugarte ya consiguió ser bailarina solista del Teatro Teresa Carreño de Caracas. Pero su destino estaba más allá de las fronteras de su país.
“A los 17 años abandoné mi país, a mi familia y muchas otras cosas más para alcanzar y vivir el sueño de una bailarina”, señaló.
Dugarte continuó estudios en la Academia de Teatro Scala en Milano y también en el Zurick Ballet de Suiza. Ha vivido y estudiado en Florencia y Roma. En ésta última, la invitan —en 2012— a participar en “Amici di Maria de Filippi” un “reality show” donde los jóvenes aspirantes en el campo de las artes son impulsados a seguir su carrera. Dugarte ganó un contrato para trabajar en Madrid. Estuvo un año como bailarina principal en la prestigiosa compañía de danza del español Víctor Ullate.
Poco después la invitaron a participar en una competencia de baile que se realizaba en Orlando, Florida. David Palmer uno de los miembros del jurado le preguntó si le interesaría audicionar para el Washington Ballet.
“Después de audicionar, me ofrecieron un contrato y aquí estoy desde 2013 muy feliz haciendo lo que más me gusta en la vida, bailar”, expresó.
En diciembre de 2014, The Washington Ballet, integrado por 23 bailarines internacionales, presentó más de 37 funciones del “Cascanueces” de Tchaikovski —todo un clásico de la Navidad estadounidense.
“Cada actuación es un reto. Queremos que el público sienta toda la emoción a través de la música y los movimientos de la danza”, dijo Dugarte.
El ballet es un arte que requiere de esfuerzo y dedicación. Las zapatillas de punta son hechas con una caja de yeso, los dedos en su mayoría de veces son vendados, y donde el estómago y la espalda deben tener una postura correcta para que los pies no se lleven la sobrecarga de peso.
“Los pies de las bailarinas tienen la fama de ser diferentes. Es verdad, lo son, tenemos pies con un largo camino e historia”, comentó entre risas.
Por su profesionalismo, Dugarte ha sido galardonada en competiciones de danza en tres continentes. Pero no podíamos terminar la entrevista sin preguntarle por los ritmos latinos. Una bailarina clásica como ella ¿baila salsa?
“Claro que sí, es fundamental. Lo bailo y me encantan los ritmos latinos”, comentó. “En Venezuela bailamos mucho la salsa, la bachata y el meregue. Usamos los tambores”.
¿Y le piden que haga algún paso de ballet cuando acude a los eventos sociales? “Sí, me lo piden; pero la gente no entiende que se necesita calentamiento y la ropa adecuada”.
¿Y la dieta? ¿Qué come una artista con una actividad tan exigente como la suya?
“Trato de llevar una dieta baja en calorías”, dijo. “Nada de gluten, pastas y dulces. Trato de evitar carnes rojas. Me encanta el pescado. Como latina, me cuesta mantener la línea porque tengo mis curvas. Y me encanta la comida asiática porque mi paladar me lo pide y yo misma lo preparo”.
Insiste en que trata de evitar las harinas “porque vale la pena y he llegado a un punto en que si como harinas me hace daño”.
¿Y el futuro?
“Espero seguir con mi carrera, con salud y un buen estado físico para seguir bailando”.
Además, Dugarte se ve en proyectos más grandes siempre relacionados con el mundo de la danza, como grupos o instituciones; incluyendo la enseñanza a las nuevas generaciones.
“Si la situación lo permite quiero regresar a mi país y llevar a casa todo lo que aprendí y ojalá así suceda”, concluyó Dugarte con un suspiro entre emocional y delicado.
¿Y un sueño?
Ser la protagonista en “Romeo y Julieta”. Eso la conectaría con la niña que fue y la artista que es.