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Lionel Messi (centro) se entrena el martes 24 de marzo de 2015 en la cancha de Georgetown University, en Washington DC, junto a sus compañeros de la selección argentina antes del amistoso contra El Salvador.



EFE/Lenin Nolly

Lionel Messi (centro) se entrena el martes 24 de marzo de 2015 en la cancha de Georgetown University, en Washington DC, junto a sus compañeros de la selección argentina antes del amistoso contra El Salvador.

Caricatura de Messi.



Andrew Hencke para ETL

Caricatura de Messi.

Se apretaban contra la negra verja metálica que rodea Shaw Field. Eran cientos de fanáticos que acudieron a la cancha de la universidad de Georgetown la tarde del martes 24 de marzo para ver de cerca al deportista más famoso del planeta —Lionel Messi— y a la segunda mejor escuadra nacional del fútbol mundial —Argentina.

Había gente sobre el tejado y asomándose por las ventanas del Leavey Center desde donde se puede ver el modesto terreno de juego. Desde los edificios del hospital, empleados y pacientes presenciaron el entrenamiento de la Albiceleste durante 90 minutos. Fue la primera práctica formal antes del partido amistoso del sábado contra El Salvador en FedEx Field.

A unos 350 invitados —en su mayoría de la universidad y del cuerpo diplomático argentino— se les había permitido el acceso. Pero en cuanto se corrió la voz —redes sociales incluídas— de que Messi y los suyos iban a entrenar, cientos de aficionados se acercaron al campus universitario.

Las banderas argentinas ondearon al viento. Las chaquetas del Barcelona abrigaban a algunos. Niños, vestidos con la camiseta número 10 de Messi, lo observaban todo subidos a los hombros de sus padres. “Vamos a batir todo un récord de asistencia a la cancha”, dijo el entrenador de equipo de fútbol masculino de Georgetown, Brian Wiese.

Argentina entrenará en Georgetown toda la semana, jugará el sábado en Landover, y regresará al campus universitario el domingo y el lunes antes de emprender viaje a New Jersey para su siguiente amistoso contra Ecuador, el martes 31 en el MetLife Stadium.

Pocas horas antes de la llegada del equipo argentino una noticia sobre Messi había estremecido la internet: el ganador, cuatro veces, del título como mejor futbolista del mundo se había lesionado el pie derecho en el partido de La Liga contra el Real Madrid, el domingo 22, y esto le iba a impedir unirse a su equipo nacional en la gira por Estados Unidos y, posiblemente, se perdería algún encuentro liguero.

Finalmente la Federación argentina de fútbol hizo público un comunicado en el que se indicaba que Messi había recibido atención médica en Washington y que se encontraba en perfectas condiciones. Así se acabó la crisis.

Pero incluso sin Messi, Argentina cuenta con un grupo de talento futbolístico de talla mundial: Gonzalo Higuain (Napoli), Carlos Tévez (Juventus),Pablo Zabaleta y Sergio Aguero (Manchester City), Ezequiel Lavezzi (Paris Saint-Germain) y Javier Mascherano (Barcelona), entre otros.

Al coincidir esta gira americana con la fecha FIFA para encuentros internacionales, el técnico Gerardo Martino pudo reunir a sus mejores hombres desperdigados por Europa.

Según fuentes próximas a las negociaciones, la selección Argentina recibirá $2 millones en pago a sus dos encuentros. En comparación, El Salvador solo ganará $150.000.

Después de perder ante Alemania en la final de la Copa del Mundo el pasado verano en Rio de Janeiro, Argentina se prepara con miras a la Copa America, el campeonato bianual del continente.

La Albiceleste no se había vuelto a presentar en el área de Washington desde 1999, cuando perdió 1-0 ante Estados Unidos durante el amistoso jugado en el RFK Stadium. El partido del sábado no tiene gran trascendencia. Se trata de otro amistoso y El Salvador —que ocupa el puesto 89 del mundo— se sentirá tan impresionado con Messi y compañía, como todos los aficionados que llenarán el FedEx Field.

No obstante, aprovechando la oportunidad de poder contar con todos sus jugadores más importantes, Martino está entrenando de manera regular.

Messi practicaba con un grupo en una esquina de la cancha, mientras otros trabajaban situaciones de dos contra dos en el extremo opuesto del campo.

Cuando terminó la sesión del día 24, los jugadores se dirigieron a la verja donde una multitud de fanáticos les rogaron un autógrafo. Algunos jugadores se detuvieron, otros siguieron hacia el bus.

Messi fue uno de los últimos futbolistas en abandonar la cancha de Georgetown.

Parecía que se iba, pero se volvía a detener para satisfacer los gritos que le imploraban un autógrafo. Por fin, complació a su último fan y se marchó.

El “pequeño” futbolista de 5-6 se había convertido, sin lugar a duda, en el hombre más grande de la cancha.

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