Luis Conde, empresario y soñador

Pensamientos
Del libro “La fórmula del talento y MAHLER. Los retos en la vida”.
Hay un proverbio ruso que dice que caerse es posible, pero levantarse es obligatorio.
El triunfo de un directivo depende en un 80% de sus emociones y de su forma de comunicarse, y en un 20% de su conocimiento. (D. Goleman).
Hay cuatro valores que deben guardar equilibrio: físico, intelectual, emocional y espiritual.
En una compañía sólo hay dos cosas: producto y talento, y lo segundo prima sobre lo primero.
La inmigración es una fuente potencial de riqueza.
Los profesionales deben ser trilingües: hablar inglés, español y technology.
Prepárate para el cambio.
Hay que lograr tener más sueños que recuerdos.
Ilusión es liderazgo.
Es un personaje pluridimensional. Dice huir de lo unidimensional y buscar lo “poliédrico”. Pero Luis Conde, quien hoy lidera una empresa de “head hunting” de referencia en Latinoamérica, es un hombre que viene de la banca y de la economía para embarcarse en proyectos imposibles a simple vista. Trató de cruzar el Atlántico a vela y naufragó “por tener prisa”. Se inició en la industria del vino y hoy produce en España dos marcas importates: el cabernet sauvignon Analvaro y el merlot Tolimen. Pero le faltaba el doble salto mortal: sin saber solfeo, dirigir a una orquesta para interpretar ”Resurrección”, la segunda sinfonía de Gustav Mahler. ¿Absurdo? Arriesgado sin duda. Pero él dice que para experimentar el mareo hay que embarcarse y que con pasión y esfuerzo todo se consigue en la vida. Y lo cuenta en su libro “La fórmula del talento y Mahler. Los retos en la vida”. Luis Conde, sin duda, es un hacedor de sueños.
“Dicen de los grandes soñadores que nunca ven cumplidos sus sueños porque siempre son superados. A mí me pasó lo mismo con mi empresa: yo tenía el sueño de tener la empresa de ‘head hunting’ más importante de Barcelona y se ha convertido en la más grande America Latina”, dijo Conde a El Tiempo Latino en una reciente visita al antiguo edificio del Washington Post. Nos explicó que esto del’head hunting’ tiene tres partes: primero, descubrir el talento que te pide el cliente; segundo persuadir al talento que has encontrado y tercero, analizar si el talento es el adecuado. “El primer paso es fácil, hoy día sabes dónde están las personas”, indicó. “Lo más dificil son dos cosas: la capacidad de persuasión que puedas tener con un alto directivo y convencerlo de que el proyecto que le presentas es mejor que el que tiene y el análisis profundo de los valores del cliente. Porque más importante que el talento de la persona que tratas de convencer es si sus valores coinciden con los del cliente”.
En el libro, Conde narra uno de esos retos con los que le gusta autoflagelarse. Se decide a dirigir una sinfonía de Mahler con muy pocos conocimientos de música y sin nunca antes haberse enfrentado a toda una orquesta batuta en mano.
“Los sueños empiezan en un momento de la vida y lo importante es el recorrido de la semilla hasta que florece y de ahi al fruto”, comentó. “ Si ese recorrido es tortuso y difícil, el fruto es mejor… De niño recuerdo dirigir una orquesta con el dedo escondido en el bolsillo… Una vez en 1982 me encontré en el Metropolitan de Nueva York frente a una segunda de Mahler dirigida por Gilbert Kaplan, el dueño de una revista de negocios quien no sabía música, pero lo consiguió”.
Eso animó a Conde y para celebrar el 25 aniversario de su compañía “decidí hacer algo disruptivo” y se puso a trabajar en la dirección de esa pieza clásica. El concierto tuvo lugar, luego de mucho esfuerzo y ensayos, en el Palau de la Música en Barcelona. Y Conde nos confesó que la posibilidad del fracaso, del ridículo, le rondó la cabeza, pero no permitió que esos pensamientos lo atenazaran. Y así salió airoso este soñador —padre de 8 hijos y 13 veces abuelo— que se confiesa enemigo de la rutina.
“Para mí lo diferente está entre el trabajo y el arte, La combinación de arte y profesion nos despierta la mente”.