JUNTOS. David Martínez Fumoleau (abajo a la izquierda) con otros corredores y familiares después del Maratón de Boston de 2013, cerca de la línea de llegada y antes de las explosiones.
El Maratón de Boston, el más antiguo y famoso del mundo, celebrará el lunes 18 su 120 edición, tres años después del trágico atentado terrorista en la línea de meta que dejó tres muertos, más de 260 heridos y convirtió esta fiesta del deporte en el mayor trauma por el que ha pasado esa ciudad.
Las explosiones de dos bombas colocadas en Boylston Street generaron caos en la llegada, con cuerpos ensangrentados, pánico en espectadores, el sonido de las ambulancias y gran incertidumbre entre los asistentes. Los venezolanos Eduardo Caro, Gina Saraceni y David Martínez Fumoleau estaban allí. Martínez vuelve a Boston para correr la edición 2016 que se corre el lunes 18 de abril.
En 2013, Caro iba a participar pero una lesión que sufrió en Caracas poco antes del maratón, le impidió correr. Sin embargo, el fondista hizo el viaje a Boston para apoyar a sus amigos, a quienes estuvo esperando en la meta, especialmente a Saraceni, quien nunca llegó.
Saraceni tuvo problemas en la ruta y no pudo hacer el tiempo que esperaba por las dolencias que le afectaron durante la prueba y que le impidieron encontrarse con Caro en la meta, tal como habían acordado.
“Estuve en la meta hasta 10 minutos antes de los bombazos, ya que me fui al sitio de reunión de los atletas a encontrarme con los que ya habían llegado”, dijo Caro a El Tiempo Latino.
“Estaba esperando a una amiga (Saraceni) pero como no llegó en el tiempo estimado pensé que ya había llegado y me fui”, recordó. “Al llegar allí y saludarlos se escucharon las explosiones, la policía se puso en alerta, salieron las ambulancias y nos dimos cuenta que era un atentado”, agregó.
El ataque impidió a Saraceni terminar la carrera. “Cuando faltaban 700 metros para la llegada los policías detuvieron el maratón. Ése fue el momento más dramático porque no podía aceptar que no iba a llegar después de tanto esfuerzo. Cuando supe de las bombas entendí que las dolencias y el malestar me habían salvado la vida”, recordó Saraceni.
Esa tarde del lunes 15 de abril de 2013, Martínez Fumoleau y otros corredores venezolanos celebraban a una cuadra de Boylston Street, después de completar el Maratón, aunque nunca imaginaron lo que estaba por ocurrir.
Aproximadamente a las 2:50pm, los fondistas escucharon la primera de las dos detonaciones que esa tarde mataron a tres personas y dejaron 264 heridos en la línea final de la carrera.
Las explosiones ocurrieron cuando había corredores cruzando la meta y miles de ellos todavía por llegar, entre ellos Saraceni, la única integrante de su grupo que no estaba con ellos. El atentado acabó con la carrera y la vida de tres espectadores, entre ellos un niño de ocho años.
“La sensación fue de mucha angustia, sobre todo te vienen recuerdos de tus seres más queridos, sientes la necesidad de comunicarte con ellos inmediatamente y escuchar sus voces”, dijo Martínez Fumoleau a El Tiempo Latino en entrevista telefónica desde Caracas.
“Es un dolor muy grande, más aún cuando ves a quienes fueron afectados por la pérdida directa de algún familiar y no hay consuelo que valga en esos momentos”, agregó Martínez quien el lunes dará de nuevo la partida en el pueblo de Hopkinton, antes de recorrer los 42,195 kilómetros que terminan en la Boylston Street.
El Maratón de Boston es el más prestigioso del mundo y una de las cinco pruebas que configuran el World Marathon Majors, competición internacional que agrupa, desde 2006, a los cinco más grandes maratones del mundo (Nueva York, Chicago, Berlín y Londres, además de Boston).
Al recordar sus vivencias en sus anteriores participaciones en Boston, Martínez relató: “Había corrido en Boston por primera vez en el 2012 cuando quería bajar de las tres horas pero hubo una ola de calor y no pude lograr esa meta”.
Para el 2013, Martínez también cumplía con los tiempos que exigen los organizadores para clasificarse en su grupo de 43 años, aunque demoró su viaje a EEUU. por cumplir con su deber en unas elecciones que se celebraban en su país.
“Llegué a Boston a las 12 de la noche del día anterior, pocas horas antes de la carrera y obviamente tampoco me fue bien después de un viaje en dos aviones y poco sueño”, lamentó.
“En el momento de las bombas ya todos habíamos llegado. Habíamos hecho tiempos que estaban entre las 2h:42min y 3h:15min. Estábamos esperando a Gina (Saraceni) quien estuvo muy cerca del atentado, estuvo a pocos metros de la meta cuando explotaron las bombas”, destacó al lamentar los ataques perpetrados por Dzhokhar Tsarnaev, posteriormente condenado a muerte y su hermano mayor, Tamerlán Tsarnaev, quien falleció pocos días después de los ataques en una espectacular persecución que sumió a Boston en un toque de queda.
“La sensación de las detonaciones fue muy rara. La primera explosión nos movió la ropa e imaginamos que podía haber sido un transformador pero ya con la segunda explosión vimos el movimiento de la policía, las ambulancias y sabíamos que algo no andaba bien”, continuó.
La angustia por saber de Saraceni embargó a David y sus amigos,. “Nos ordenaron que nos retiráramos del sitio y estábamos reacios porque queríamos esperar a Gina”, acotó.
El grupo no sabía exactamente lo que había pasado y fue cuando llegaron al edificio donde habían rentado un apartamento que les informaron.
“En ese momento comenzó realmente nuestra preocupación porque no ubicábamos a Gina hasta que dos o tres horas después apareció.
Ella fue la única de todos nosotros que no cruzó la meta porque detuvieron la carrera. Llamamos a un amigo que estaba en un hotel cerca de la llegada y cuando él bajó Gina estaba en el lobby’, explicó Martínez, de 43 años.
David logró bajar de las tres horas en Boston en 2014 al parar el cronómetro en 2h:56m. “No pude correr en 2015 y por eso regreso en este 2016.
“Yo quedé muy enamorado de la ciudad. Boston es una carrera en la que el sentimiento y nivel del atleta tiene algo diferente, eso engancha, voy con mi esposa, a quien les fascina la ciudad”, concluyó Martínez Fumoleau.
EL ESCENARIO DEL MAL
Por Gina Saraceni

ATLETA. Gina Saraceni es una maratonista venezolana que sufrió muchas dolencias en el Maratón de Boston 2013. Hizo un gran esfuerzo por alcanzar la meta y cuando casi lo lograba explotaron las bombas y detuvieron la carrera.
El 15 de abril del 2013 el terrorismo atacó al atletismo y eligió el maratón más prestigioso del mundo, el que cualquier fondista desearía correr: el de Boston. Las bombas hicieron que la meta tan esperada por los atletas, se llenara de dolor. Era mi maratón número 14, mi tercer Boston después de dos anteriores en 2006 y 2010. Fue la carrera que peor corrí de mi vida porque desde el kilómetro 25 empecé a tener dolores en todo el cuerpo que me obligaron a pararme, a ir al baño, a caminar. Tuve que renunciar al tiempo que pensaba hacer (3h.40m) y luchar sólo para llegar a la meta. Fue una pelea muy dura porque mi cuerpo no funcionaba y me decía que tenía que abandonar. Cuando me acercaba a la meta escuché una explosión fortísima. Pensé que se debía al Día de Patriota. Jamás hubiese podio imaginar cuál era la verdadera causa. Cuando faltaban 700m para la llegada los polícias detuvieron el maratón. Ése fue el momento más dramático porque no podía aceptar que no iba a pisar la alfombra de llegada después de tanto esfuerzo. Además no sabía qué estaba pasando. Minutos después supe la razón y la sensación fue de parálisis. El cuerpo y la mente se quedaron mudos: pensé en la tragedia y también en que el haber llegado 8 minutos después de las detonaciones me había salvado la vida. Pensé que quizás ese malestar que tuve durante la mitad del maratón había pasado para retrasar mi llegada y para evitar que estuviera allí en el momento en que explotaron las bombas. Estuve caminando por dos horas sin saber bien adónde iba. Llegué al hotel, contacté a mi novio y un amigo que me ayudó a recuperarme y a regresar al lugar donde todos mis compañeros me estaban esperando. Otro amigo (Eduardo Caro) no pudo correr porque se lesionó pero estaba allí y yo le estaba dedicando mi carrera. Pero nunca pude terminarla. La imagen que guardo en mi mente es la de las bolsas amarillas con las pertenencias de los atletas que no terminamos el maratón, corredores abatidos por la tristeza, por el duelo por las vidas perdidas, por ese maratón que fue usado como escenario del mal
CALOR EN 2012 Y BOMBAS EN 2013
Por Eduardo Caro

FELICES. David Martínez Fumoleau y Eduardo Caro momentos antes de la partida en la maratón de Boston 2012 en la que fueron afectados por el fuerte calor.
Participé en el Maratón de Boston de 2012 buscando marcar 2h:50m. Sin embargo, debido a la ola de calor que hizo ese año terminé en 3h:02m, por lo tanto decidí que iría el siguiente año por la revancha. A dos semanas del Maratón de 2013, tuve un accidente en Caracas y me fracturé 2 costillas y una de ellas me perforó el pulmón. Sin embargo me fui a Boston porque mi hija estaba estudiando en Nueva York y tenía todo cuadrado para encontrarnos allá. Estaba con varios amigos de Venezuela que habían ido a correr y por eso estaba cerca de la meta, tomando fotos y videos cuando iban pasando. Me moví del sitio porque estaba esperando a Gina Saraceni y al no verla pasar en su tiempo estimado, pensé que ya había llegado y la fui a buscar en el sitio de reunión. Irme de la meta antes de las explosiones fue muy importante. Al encontrarme con mis amigos, nos tomamos unas fotos y de repente sonó la primera explosión, todos pensamos que era un transformador que había explotado. Nos empezamos a ver las caras, nos pusimos nerviosos y empezamos a caminar como buscando saber qué pasaba. Tuvimos que saltar unas vallas en una de las calles cercanas y al cruzar por Boylston Street vimos el humo a lo lejos, vimos como una manifestación, gente corriendo a lo lejos y en ese momento entró el terror en nuestra mente. Nos agachamos, veíamos hacia arriba pensando en un francotirador haciendo de las suyas y seguimos caminando. Yo estuve varios días más en Boston porque estaba de vacaciones con mi hija y mi esposa y durante todos esos días lo que hacíamos era ver la TV y seguir la cacería de los terroristas. Durante esos días me sentí como impotente y apesadumbrado, pero también tuve la determinación de correr al año siguiente en Boston, porque nada ni nadie puede con el coraje de un corredor. Y de hecho lo hice en 2014.