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¿Cuál es el mejor aceite para mi dieta?

La nutricionista Gloria Spencer.


           
   

La nutricionista Gloria Spencer.

Aunque el aceite de oliva extravirgen continúa siendo el más popular para las dietas, hay otro que está despertando interés entre los amantes de la salud y la figura: el de coco.

Que se extrae de la grasa de la pulpa, podría ser uno de los más saludables para cocinar y el menos perjudicial para las dietas de adelgazamiento, afirman estudios recientes.

La grasa del coco es diferente a la mayoría de las grasas de cocina y, entre todas, parece ser la que menos obstaculiza los procesos de pérdida de peso. Se afirma que, incluso, podría promover la reducción del exceso de grasa corporal, especialmente la peligrosa que se acumula en el área abdominal.

Un grupo de investigadores de la Universidad de McGill, en Quebec, Canadá, está recomendando la inclusión de grasas como la del aceite virgen de coco en las dietas para tratar y prevenir la obesidad.

Hay datos que comprueban que los triglicéridos de cadena media, como los contenidos en este aceite, impulsan el metabolismo de manera diferente a los de otros alimentos, pues éstos son enviados directamente al hígado desde el tracto digestivo, y utilizados de inmediato para ser convertidos en energía o en desechos eliminables.

Gloria Spencer (GS/GS)

Pero eso no es lo único. Un artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina Estadounidense y disponible en PubMed, resalta el efecto beneficioso potencial de este aceite en la salud cardiovascular, si se compara con otros aceites poliinsaturados que se utilizan en la cocina.

Los resultados demostraron que el consumo del aceite virgen de coco promueve la reducción de los niveles de lípidos en suero y en los tejidos, como también la oxidación de LDL por oxidantes fisiológicos. Esta propiedad podría atribuirse al nivel de polifenoles biológicamente activos, presentes en el aceite.

Ahora bien. A diferencia de la mayoría de los aceites vegetales, el aceite virgen de coco contiene grasas saturadas.

Durante varias décadas, se ha sostenido que las grasas saturadas son una importante causa de problemas cardiovasculares. Sobre este tema, Mary G. Enig, reconocida nutricionista e investigadora sobre el tema de las grasas, y autora de varios libros, entre ellos “Aprende sobre las grasas”, aclara que las grasas saturadas del aceite virgen de coco – consumidas con moderación – no producen colesterol ni problemas cardíacos y que éstas son parecidas a las de la leche materna.

El contenido graso del cuerpo humano es de aproximadamente 97% de grasas saturadas y monoinsaturadas, y sólo el 3% de grasas poliinsaturadas. La mitad de ese tres por ciento la constituyen las grasas Omega-3, y el cuerpo debería mantener ese mismo equilibrio – al igual que el del 70% de contenido de agua – a partir de nuestra alimentación.

En cualquier caso, debemos moderar el consumo de los aceites cuando éstos hayan sido extraídos de su fuente original a través de cualquier procesamiento, aun cuando tengan cualidades beneficiosas como el de oliva o el de coco.

Los únicos ácidos grasos que el cuerpo realmente necesita que le suministremos a partir de nuestra dieta – ya que no puede por sí mismo sintetizarlos – son los conocidos como Omega -3 y Omega -6. Éstos deberían consumirse a través de los alimentos que los contienen y no de cápsulas o aceites procesados. Algunos de estos alimentos son: el salmón y otros pescados de agua fría, las semillas de linaza, las almendras, la nuez del nogal (walnut), los cereales integrales, los huevos, el brócoli y la espinaca.

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