El resultado electoral de los Estados Unidos es multicausal y sorpresivo. Hasta el mismo Donald Trump creo que está sorprendido. En esta nota abordaremos tres factores relevantes para explicar lo sucedido; y, por cierto, allegarnos a dos conclusiones con respecto al desafío que se avecina.
Hillary Clinton logró ganar el voto popular con el 48% (60,274,974) de los sufragios, contra 47% (60,071,000). Pero perdió el voto en el sistema del colegio electoral: 290 contra 228 (se necesitan 270 votos para ganar). Johnson (Libertario) y Stein (del Partido Verde) sumaron 4%. Trump no solo obtuvo menos votos que Hillary Clinton en todo el país, sino que también obtuvo menos votos que Mitt Romney en las elecciones de 2012 y casi la misma cantidad de votos que John McCain en 2008. Es decir, el partido republicano decreció su caudal y respaldo con Trump. Por su parte, Hillary gana el voto popular, pero con menos sufragios que Obama en ambas elecciones (9 y 5 millones de votos menos que Obama en 2008 y 2012, comparados respectivamente). En síntesis, hubo menos participación y Clinton logró conquistar el favor de los electores independientes en la proporción que lo hizo Obama. Una de las audiencias con mayor abstención electoral fueron los milenials.
Al cierre de la campaña, sabíamos que Clinton y los demócratas lograrían ganar con el voto hispano el estado pendular de Nevada, y que Hillary perdería el estado, también pendular, de Ohio. Eso dejaba a Trump con un solo camino a la presidencia: tenía que ganar Florida, recuperar Carolina del Norte y Wisconsin, dos estados tradicionalmente republicanos, donde su radicalismo y conflicto interno con el partido estaba ofreciendo una oportunidad de triunfo a Hillary (Wisconsin había votado dos veces por Obama, pero Carolina del Norte solo en 2008, gracias a la movilización impresionante del voto afroamericano). Y lo más improbable de todo, tenía que ganar Michigan y Pensilvania. Estos dos estados han votado por el partido demócrata durante décadas y solo se recuerda que lo hayan hecho por un republicano con Ronald Reagan y Bush padre (quien siendo su Vicepresidente cabalgó sobre el liderazgo de su Presidente).
Ganar Florida y Carolina del Norte era posible, pero no era probable aún cuando las encuestas indicaban que Clinton ganaba con márgenes más estrechos que los históricos del partido. En esos dos campos de batalla se enfocaron ambas campañas las últimas dos semanas, y allí cerraron el día lunes ambos candidatos. Al final, Trump ganó en ambos estados por un margen de menos del 1%. Es decir, Trump obtuvo la presidencia por margen mínimo en dos estados tradicionalmente demócratas, que le dieron la ventaja en el colegio electoral, y perdió el voto popular nacional.
Con base en la experiencia histórica, no es posible hacer buenos augurios para Trump. Probablemente, lo más sensato es abrir un debate sobre la necesidad de enmendar la Constitución para abolir el sistema del colegio electoral y permitir la elección universal y directa del Presidente de los Estados Unidos.
En síntesis, este análisis nos conduce a extraer unas conclusiones.
Primero. Nadie cuestiona la constitucionalidad de la elección de Trump, pero sí la conveniencia de mantener el sistema de elección presidencial en segundo grado.
Segundo. Trump asume una presidencia sin mandato programático claro. Pensar que la mayoría apoya sus ideas violenta la soberanía popular. Actuar como si la tuviese asoma grandes tensiones sociales y una presidencia de 4 años.
Tercero. Trump ganó como expresión del elector blanco, con mayores y sorprendentes márgenes entre los electores blancos con menor nivel de educación y más conservatismo religioso. Perdió ampliamente el voto de las mujeres, los latinos, los afroamericanos y los jóvenes, poniéndose a contrapelo de lo que la mayoría aspira el terreno social, donde priva una visión más incluyente que la que existe en los sectores rurales. Entretanto, Trump está encaminado a la transición de poder que lo llevará a la Casa Blanca en enero. Pero los miedos y las tensiones desatadas por su retórica ya están en la calle y en escuelas.
Martinez preside latino victory project