Economía
Todo reportero que haya escrito sobre el presupuesto federal sabe que hay una solución infalible para todo problema. Se llama “fraude, derroche y abuso”. ¿Desea acabar con el déficit presupuestario? Sólo elimine todo el “fraude, derroche y abuso” del presupuesto de 4 billones de dólares. Lo mismo puede aplicarse para recortar impuestos o aumentar gastos. Atacar el fraude y el derroche está lleno de virtud y prescinde de la difícil tarea política de tomar decisiones poco populares. Es una fantasía, por supuesto. No hay suficiente “fraude, derroche y abuso”—o no podemos alcanzarlo—para evadir las decisiones difíciles. Pero nos aferramos a esa mitología porque nos hace parecer “responsables” y reduce el problema presupuestario a terminar con la pereza y vigilar las fechorías. Recordé todo eso recientemente cuando The Washington Post publicó un fascinante artículo de primera plana titulado “Pentágono ocultó estudio que revela 125.000 millones de dólares de derroche.”
El artículo, meticulosamente reportado por Bob Woodward y Craig Whitlock, reveló que un estudio del Departamento de Defensa halló que el Pentágono estaba “gastando casi un cuarto de su presupuesto de 580.000 millones de dólares en gastos generales y de operaciones esenciales, tales como contabilidad, recursos humanos, logística y administración de propiedades.” Esas tareas deben realizarse, pero parece que los generales están abrumados por contadores y administradores de propiedades. Si pudiéramos sacar 125.000 millones de dólares del presupuesto anual del Pentágono, habría cantidad de dinero para gastar en verdaderas necesidades militares. En verdad, el informe afirma que los ahorros podrían cubrir los costos de 50 brigadas del Ejército. Parece claro.
No lo es. Cuando se lo examina, resulta que los ahorros proyectados de 125.000 millones de dólares se extienden en cinco años, del año fiscal 2016 a 2020. Eso modifica las cifras drásticamente. En lugar de ahorros anuales del 22 por ciento del presupuesto de Defensa (125.000 millones de dólares de 580.000 millones de dólares), los recortes plausibles están más cerca del 4 por ciento (125.000 millones de dólares de los aproximadamente 3 billones de dólares proyectados en gastos de Defensa desde ahora hasta 2020.)
Atacar el fraude y el derroche está lleno de virtud y es una difícil tarea.
La confusión de si los ahorros calculados se aplican a un año o cinco años constituye el punto débil de un reportaje de lo contrario excelente. Whitlock y Woodward dicen, efectivamente, que los ahorros ocurren en el curso de cinco años, pero no recalcan ese punto. Además, hay mensajes ambiguos. Gran parte de su discusión de los costos se centra en el presupuesto anual. Un gráfico prominente muestra el presupuesto de Defensa anual y después sostiene que el informe del Pentágono “identificó una forma de ahorrar 125.000 millones de dólares.”
¿Qué concluiría un “lector razonable” de las confusas pruebas? Al decir “razonable” me refiero a lectores curiosos e inteligentes, que no son expertos y que leen en forma algo casual. Esos individuos, pienso, podrían llevarse una idea equivocada. Podrían pensar que los ahorros anuales potenciales son enormes y que reducir el derroche aseguraría unas fuerzas armadas adecuadas. Por supuesto, debemos hacer todo lo posible para reducir el derroche, y el entrante gobierno de Trump debe echar otra mirada al informe. Pero algunos expertos en presupuesto independientes no han quedado impresionados. “Es un estudio algo especulativo,” expresó Michael O’Hanlon, de la Brookings Institution.
© 2016, The Washington Post Writers Group