COMPARTE

Han pasado cinco meses desde del estallido de la Primera Guerra Mundial. Ingleses y alemanes se enfrentan en las trincheras separadas por la Tierra de Nadie. En Nochebuena la desesperación cunde en los dos ejércitos, pues se les prometió que la contienda estaría ganada para esa fecha. Pero aún siguen estancados y lejos de sus familias.

De repente, los ingleses oyen cantar a los alemanes una melodía que ellos también reconocen. Se asoman y ven las trincheras germanas repletas de árboles navideños. Entusiasmados, los ingleses deciden unirse a ellos cantando ese mismo villancico en su propia lengua. Ambos bandos se animan, salen de sus respectivos puestos y se encuentran en la Tierra de Nadie. Se abrazan, se felicitan, cantan juntos, intercambian comida, regalos y cigarrillos y hasta juegan fútbol. Por unas pocas horas (y en otros sitios incluso por más tiempo), la guerra parece detenerse. Pero es solo una ilusión, pues pronto volverán a odiarse y matarse por cuatro años más.

El villancico que hizo posible esta célebre “tregua de Navidad” es quizás el más famoso de cuantos se interpretan durante el mes de diciembre: “Noche de Paz”. Conozcamos un poco más de su interesante historia

Un año difícil

1816 fue un año de esperanza y angustia para Europa. Por una parte las guerras napoleónicas finalmente habían terminado tras más de dos décadas, lo que auguraba una nueva era de paz continental. Pero al mismo tiempo ocurría una importante crisis económica derivada de tantos años de conflicto. Y por si fuera poco, el clima no era nada usual.

En abril del año anterior, el volcán indonesio Tambora había hecho erupción. El cataclismo climático que derivó de aquella explosión (la mayor de la que se tiene noticia) fue tan grande que 1816 pasó a conocerse como el “Año sin Verano”, causando pérdidas de cosechas y miles de muertes.

En el pueblito de Mariapfarr, ubicado en los alpes austríacos, un joven sacerdote recientemente ordenado de nombre Joseph Mohr tomaba nota de todo este panorama. Quizás sintió que era su deber contribuir al establecimiento de la paz y la concordia europeas. Y como hombre de fe que era, nada mejor que apelar al símbolo por excelencia de la esperanza: el nacimiento de Cristo celebrado cada mes de diciembre.

En todo caso, por aquellas fechas Mohr compuso un poema de seis estrofas centrado en los sentimientos de buena voluntad asociados a la Navidad. Cada estrofa empezaba con el verso alemán “Stille Nacht, Heilige Nacht”, “Noche Tranquila, Noche Santa”. O como mejor lo conocemos en español, “Noche de Paz, Noche de Amor”.

Un año después, el padre Mohr fue transferido a otro pueblo alpino llamado Oberndorf.

La noche mágica

Los efectos de la erupción del volcán Tambora no se limitaron a 1816. El frío siguió siendo intenso a finales de 1818 e incluso es posible que estropeara el órgano de la iglesia de San Nicolás de Oberndorf, el pueblo al que Mohr había sido destinado. Aquello preocupó enormemente al sacerdote, pues ese instrumento era fundamental para la Misa de Gallo que debía oficiar en Nochebuena. Una celebración de la Navidad sin música era impensable. ¿Qué hacer?

Mohr recordó entonces aquellos versos escritos en Mariapfarr dos años atrás y pensó que podrían aprovecharse para esta contingencia. No le faltaba experiencia musical a aquel clérigo de 26 años. Quizás fue providencial que hubiera nacido en Salzburgo, la misma ciudad que en su día vio venir al mundo al gran Wolfgang Amadeus Mozart. Pero el padre Mohr consideró que Franz Xaver Gruber, maestro de escuela y organista de la cercana villa de Arnsdorf, podía emprender mejor la tarea de convertir su poema en una canción para la misa.

Joseph Mohr pidió a Gruber, entonces de 31 años, una partitura para las seis estrofas. El organista puso manos a la obra y en pocas horas tuvo listo un villancico para guitarra, dos voces solistas y coro. La noche del 24 de diciembre de 1818, en la iglesia de San Nicolás de Oberndorf, ambos hombres entraron en la historia de la música cuando estrenaron “Noche de Paz” durante la misa de Nochebuena.

Mohr tocaba la guitarra y cantaba con su voz de tenor y Gruber lo secundaba con su voz de bajo. El coro los acompañaba repitiendo los dos últimos versos de cada estrofa. Los feligreses que acudieron al acto quedaron sorprendidos al escuchar un villancico cantado en alemán en vez de latín y con acompañamiento instrumental de guitarra, algo inusual en la época. Pero eso no fue obstáculo para que disfrutaran de la música y la interpretación.

Por todo el mundo

Durante los siguientes años, el villancico permaneció en Oberndorf hasta que el órgano de la iglesia volvió a dañarse y se requirieron los servicios del prestigioso reparador Karl Mauracher, quien consiguió una copia de “Noche de Paz” y la difundió en la región alpina del Tirol, de la que era oriundo. Los Strasser y los Rainer, dos familias especializadas en la interpretación de música popular tirolesa, incorporaron la canción a su repertorio y la popularizaron en los diversos lugares de Europa y Estados Unidos donde la cantaron. Pero los nombres de sus creadores se olvidaron. Incluso se llegó a creer que era obra del compositor austriaco Michael Haydn, quien por cierto había fallecido diez años antes de que Mohr escribiera el poema original.

La canción incluso llegó a la corte del rey Federico Guillermo IV de Prusia, quien la consideraba una de sus favoritas y la hacía interpretar todos los años por Navidad. En 1854, el maestro de capilla del monarca decidió pedir una copia de la partitura al director del coro de la escuela benedictina de Salzurgo. Éste se comunicó con Franz Xaver Gruber, quien a los 67 años finalmente se enteró de la enorme popularidad que su composición había logrado y redactó una carta a Berlín relatando su historia, dejando impresionado e incrédulo a más de uno.

Joseph Mohr no pudo recibir tan agradable noticia, pues había fallecido de una afección pulmonar en el pueblo de Wagrain en 1848 a la edad de 56 años. Era tal su pobreza que la comunidad tuvo que sufragar los gastos de su entierro.

“Noche de Paz” siguió ganando popularidad y llegó a todos los rincones del mundo. Se tradujo al inglés en 1867 y el teólogo y misionero alemán naturalizado español Federico Fieldner hizo la primera adaptación a nuestro idioma en 1871. Hasta hoy se ha vertido en más de 300 lenguas y dialectos y en 2011 fue declarado patrimonio intangible de la humanidad por la Unesco. Entre sus muchos intérpretes figuran nombres como Elvis Presley,

COMPARTE
últimas noticias


Sucesos

El caso de Hickman's Family Farms

MS-13: "Te unís o te morís"


Política

La representante Tricia Cotham deja el Partido Demócrata para unirse al Republicano


Nacional

En Florida preparan ley contra los periodistas y medios de comunicación