El debate nacional sobre la epidemia de opioides se ha centrado mayormente en las personas jóvenes que compran drogas ilegales en las calles. Pero el escrutinio sobre estos adictivos analgésicos también ha cambiado la forma en que los médicos están recetando medicamentos a los adultos mayores, para aliviar dolores causados por la artritis, el cáncer, las enfermedades neurológicas y otros males que se vuelven más comunes en el otoño de la vida.

A lo largo de la década pasada, aumentó el número de recetas de analgésicos para adultos mayores, incluyendo las de hidrocodona, codeína y oxicodona. Un estudio reciente halló que en 2011, se les recetó analgésicos opioides al 15% de los adultos mayores al ser dados de alta del hospital.

Sin embargo, a medida que crece la preocupación sobre la epidemia, a algunos adultos mayores se les dificulta obtener la receta que necesitan de sus médicos o farmacias. Algunos doctores se niegan a aceptar pacientes que ya están tomando un opioide para el dolor.

Pero los opioides también pueden ser una herramienta crítica en el tratamiento del dolor debilitante que deja a las personas mayores inmovilizadas y atrapadas en el hogar. Carla Perissinoto, geriatra de la Universidad de California en San Francisco, habló sobre el delicado equilibrio al recetar estos analgésicos.

¿Cómo decide si receta o no un opioide a un adulto mayor?

Uno de los principios de la geriatría al recetar cualquier medicación es empezar con una dosis baja y avanzar despacio. La biología del envejecimiento es diferente, ya que los medicamentos tardan más en metabolizarse. Y afectan a las personas de manera diferente. Para alguien más joven, usted puede comenzar con una dosis de, por ejemplo, 10 miligramos. En un adulto mayor generalmente tiene que comenzar con 2,5.

Pero cómo decido realmente depende de: ¿cuáles son los objetivos de esta persona?, ¿cómo el dolor afecta su vida? ¿Qué he probado ya y qué cosa no es recomendable? Por ejemplo, uno de los pilares del tratamiento es la fisioterapia y el uso de antiinflamatorios no esteroideos, que incluyen remedios como el ibuprofeno (Advil es su nombre comercial).

Mi objetivo con el uso de opioides, cuando tengo que usarlos es, “¿puedo aliviar el dolor de esta persona lo suficientemente bien como para que pueda mantener sus funciones?” Porque en última instancia en los adultos mayores, la capacidad de vivir independientemente es una de las mayores predicciones de salud.

¿Cuáles son algunos de los riesgos de recetar opioides a las personas mayores?

Al igual que con cualquier persona que toma opioides, existe el efecto secundario real de convertirse en adicto. El estreñimiento también termina siendo uno de los mayores desafíos, y francamente muchos de mis adultos mayores no quieren tomar estos fármacos por miedo a la constipación. Además, los opioides pueden ser sedantes y por eso pueden poner a la gente en riesgo de caídas y de confusión.

Sin embargo, lo interesante es que hay algunas personas con demencia que a veces parecen estar más confundidos o delirantes. Y resulta que puede ser a causa de un dolor no controlado. Para nosotros los geriatras ese es un punto difícil de averiguar, ¿estamos dando suficientes analgésicos o no? ¿Cómo calculamos ese equilibrio? Y es una relación muy estrecha que tienes que tener con el paciente para saber si estoy haciendo lo correcto.

¿Qué otras herramientas hay disponibles para tratar el dolor en personas de la tercera edad?

Hay algunos agentes tópicos que funcionan para algunas personas. Es comprensible que a muchos pacientes no les guste tomar muchas píldoras, por lo que la idea de poder poner algo en la articulación o en la piel es realmente fantástica. Hay otras modalidades que creo que funcionan para las personas, por ejemplo, el masaje. Algunas se benefician de la acupuntura y el cuidado quiropráctico.

El reto es que muchas de las terapias adicionales, incluso algunas terapias tópicas, no están cubiertas por los seguros de salud.

¿Ha recibido pacientes que vienen a verla por primera vez y que están tomando demasiados opioides?

Sí, absolutamente. He recibido o he comenzado a tratar personas a las que se les ha indicado dosis de medicamentos incorrectas o que han tomado muchas variantes de opioides, y eso puede ser arriesgado. Una vez que alguien está bajo tratamiento, es muy difícil quitárselo y disminuir la dosis.

Las consecuencias negativas de los opiáceos ocurren generalmente a causa de dosis incorrectas, cuando se comienza con dosis altas, o con demasiada frecuencia. Creo que parte del problema es la educación de los proveedores sobre cómo recetarlos de manera segura.

Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorialmente independiente de la Kaiser Family Foundation.

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