CIUDAD DE MÉXICO – El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo a funcionarios mexicanos el pasado jueves que Estados Unidos no usaría la fuerza militar para deportar a inmigrantes al otro lado de la frontera, contradiciendo directamente lo que el presidente Donald Trump había dicho anteriormente cuando describió un plan para acelerar la aplicación de la ley federal de inmigración como “una operación militar”.
“Déjame ser muy claro”, dijo Kelly después de que él y el secretario de Estado Rex Tillerson se reunieran con el canciller mexicano Luis Videgaray y el ministro del Interior, Miguel Ángel Osorio Chong. “No habrá, repito, ninguna deportación masiva. Todo lo que hagamos en el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) se hará legalmente y de acuerdo a los derechos humanos”.
Las garantías de Kelly fueron parte de un esfuerzo por parte de la administración Trump y funcionarios del gobierno mexicano para superar la volatilidad que ha caracterizado las relaciones entre Estados Unidos y México desde que Trump entró en la Casa Blanca el mes pasado. La fricción había estallado en una descarga de tuits entre los dos presidentes que incitó al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a cancelar un viaje a la Casa Blanca.
La pelea de Twitter generó preocupación por una guerra comercial entre los países después de que un funcionario de la administración de Trump insinuara que un impuesto del 20 por ciento a las importaciones de bienes de México sería una manera de obligar al país a pagar por un muro fronterizo. Y esta semana, las tensiones se intensificaron después de que Trump firmó una orden ejecutiva que ampliaría dramáticamente el grupo de inmigrantes indocumentados que serían deportados a México.
Pero mientras Tillerson y Kelly trabajaban para disipar esas tensiones en la Ciudad de México, Trump agregó más combustible al fuego en Washington refiriéndose a una orden ejecutiva reciente para incrementar las deportaciones como una acción militar.
“Estamos sacando a pandilleros, estamos sacando a los narcotraficantes, estamos sacando chicos muy malos de este país y a un ritmo que nadie ha visto antes”, dijo Trump a un grupo de ejecutivos de la industria manufacturera durante una discusión de política en la Casa Blanca.
Pero en México, la respuesta de Kelly fue: “No habrá, repito, uso de la fuerza militar en las operaciones de inmigración. Ninguna”.
El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que Trump utilizó “operación militar” como un “adjetivo” para describir el nivel de precisión de las redadas de inmigración.
El encuentro entre altos funcionarios de Estados Unidos y México dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de México marcó un tono conciliador, y ambas partes insistieron en que las relaciones cotidianas que incluyen acuerdos de cooperación sobre inmigración, contraterrorismo y comercio por valor de 1.500 millones de dólares en comercio diario son demasiado importante como para ser echados por la borda por los desacuerdos políticos.
Tillerson dijo que sus conversaciones con funcionarios mexicanos fueron de “una mirada hacia el futuro”, con una larga visión de lo que está en juego para los dos países. “En nuestras reuniones, reconocimos conjuntamente que, en una relación llena de colores vibrantes, dos países fuertes y soberanos de vez en cuando tendrán diferencias”, dijo Tillerson en una declaración preparada. “Nos escuchamos atentamente y cuidadosamente el uno al otro mientras respetuosamente y pacientemente planteamos nuestras respectivas preocupaciones”.
Las dos partes dijeron que acordaron trabajar juntos a través de una combinación de iniciativas de seguridad y desarrollo económico para detener un flujo intenso de inmigración ilegal hacia Estados Unidos desde áreas violentas de Centroamérica.
Videgaray dijo que ambos países esperan liderar un diálogo más amplio en la región que agregue estabilidad a Centroamérica.
“Necesitamos asumir una responsabilidad regional para el desarrollo de Centroamérica”, dijo.
Videgaray planteó las preocupaciones del gobierno mexicano sobre la orden de inmigración de Trump, que también establece que las autoridades estadounidenses deporten a México a todos aquellos que cruzaron ilegalmente la frontera sur, aunque no sean nacionales mexicanos.
“Hemos expresado a los secretarios, sobre todo, nuestra preocupación por los derechos de los mexicanos en Estados Unidos, en particular los derechos humanos”, dijo.
Pero el ex presidente mexicano Vicente Fox dijo el jueves que los gestos de Tillerson y Kelly para suavizar las relaciones no deben ser tomados en serio mientras Trump siga hablando de construir un muro en la frontera y caracterizando a los inmigrantes mexicanos como criminales.
“Todo lo que hace es destruir, atacar y ofender mientras su gente habla suavemente sobre la creación de mejores relaciones”, dijo Fox. Es una gran mentira.
Los analistas dicen que la administración Trump quiere mostrar a los residentes y los inversionistas de negocios en ambos lados de la frontera que la gente más calmada liderará en las relaciones entre los dos países.
“Hay mucho en juego en la cooperación cotidiana entre estos dos países en materia de seguridad, migración y, sobre todo, economía”, dijo Andrew Selee, director del Instituto México en el Woodrow Wilson Center de Washington. “Tillerson y Kelly van a querer ver cómo pueden preservar una buena relación con México, incluso si las cosas se ponen difíciles políticamente”.
En México, los críticos de Peña Nieto le instaron a tomar una postura más dura contra un presidente de Estados Unidos en quien, dicen, no se puede confiar – después de que Trump firmase una orden ejecutiva para construir un muro fronterizo en la víspera de la visita de Peña Nieto a la Casa Blanca el mes pasado y luego firmó el decreto de aplicación de las leyes migratorias antes de la visita de Tillerson y Kelly a México.
“Esto es peor que Lucy y Charlie Brown con el fútbol”, dijo Jorge Castañeda, quien se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de México en el gobierno de Fox. “Tendrías que ser tonto para pensar que no van a hacer esto una y otra vez”.
Pero Peña Nieto se encuentra en una posición delicada mientras busca estabilizar una economía mexicana en dificultades que se vuelve más vulnerable por la incertidumbre sobre las relaciones con Estados Unidos.
Esta semana trató de preparar a México para una relación recalibrada con su poderoso vecino del norte que, entre otras cosas, podría significar un nuevo acuerdo similar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que Trump ha calificado como “el peor acuerdo comercial de la historia”.
El gobierno de Peña Nieto ha estado analizando posibles puntos de negociación para renegociar el TLCAN con la esperanza de evitar problemas económicos en un país donde el peso ha perdido valor.
En una reunión con ejecutivos de medios mexicanos, Peña Nieto dijo que el TLCAN podría cambiar de nombre solamente, según el diario El Universal. Pero, advirtió, las relaciones con el gobierno de Trump son “un panorama de incertidumbre”, informó el diario.