Los inmigrantes indocumentados entregaron sus identificaciones con foto y registros de impuestos arrugados a los voluntarios en una oficina sin ventanas, quienes colocaron las ganancias de los trabajadores en sus calculadoras y les dieron la noticia: El jornalero debía 600 dólares en impuestos estatales y federales. La empleada doméstica, 1.130 dólares. Y el pintor de casas, un enorme monto de 6.000 dólares.
“Eso es duro”, dijo en español Salvador, un pintor de casas de 44 años de edad originario de Guatemala, parpadeando en estado de shock ante su abultada factura de impuestos. “Pero tenemos que pagar”. Para los inmigrantes de Guatemala, El Salvador y otras naciones que se encuentran en este país ilegalmente, presentar declaraciones de impuestos es un acto de fe que esperan les beneficie si el Congreso les permite solicitar la residencia legal en Estados Unidos. Pero en la primera temporada fiscal bajo el Presidente Trump -que ha prometido acabar con la inmigración ilegal en parte, dice, debido a la creencia de que ellos se consumen los recursos del gobierno- el ritual se desarrolla en una atmósfera de creciente urgencia y miedo. “Es un mito que las personas que son indocumentadas no pagan impuestos”, dijo Cathryn Ann Paul, mientras ayudaba a los inmigrantes a llenar formularios de impuestos en CASA de Maryland, una organización sin fines de lucro en Langley Park. “Cada vez que veo eso en las noticias, me da pena ajena”.
La ley federal exige que todos los trabajadores presenten declaraciones de impuestos, incluso inmigrantes indocumentados en EE.UU. Desde 1996, aquellos que no tienen un número de Seguro Social pueden obtener un Número de Identificación de Contribuyente Individual (ITIN, por sus siglas en inglés) de nueve dígitos del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés).
Más de 4 millones de personas al año declaran impuestos utilizando ITINs, según registros federales. La cifra casi se duplicó en la última década, ya que el Congreso consideraba una legislación que habría abierto un camino a la ciudadanía para 11 millones de inmigrantes indocumentados, siempre y cuando pagasen impuestos. Maryland, uno de los 12 estados que emite licencias de conducir con limitaciones a inmigrantes indocumentados, no lo hará a menos que esos inmigrantes demuestren que han presentado declaraciones de impuestos.
Algunos contribuyentes que declaran de esta forma son inmigrantes legales e inversionistas extranjeros que no tienen números de Seguro Social.
Pero la mayoría son inmigrantes indocumentados deseosos de establecerse en una nación que de otra manera no los acoge, estableciendo pruebas de residencia y documentando sus ingresos. Al igual que los residentes legales y los ciudadanos estadounidenses, también quieren saber si califican para un reembolso.
Esta temporada de impuestos, dicen los defensores, los inmigrantes están tan aturdidos por la promesa de Trump de acelerar las deportaciones que algunos tienen miedo de presentar sus declaraciones, preocupados de que las direcciones y otra información personal en sus declaraciones podrían terminar en que las agencias federales ejecuten acciones para restringir la inmigración. Para añadir más a su estrés, este año entró en vigencia una ley que está obligando a cientos de miles de personas a volver a solicitar su ITIN.
El Contralor de Maryland, Peter Franchot, ha visitado los talleres de CASA para tranquilizar a los inmigrantes indocumentados de que su oficina, que procesa las declaraciones estatales, no compartirá su información fiscal privada con la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). “Dios mío, no, y nunca lo haré”, dijo Franchot (demócrata) en una entrevista telefónica. “Si tengo que poner a mi división de aplicación de ley a que se pare afuera de la puerta en Annapolis, lo haré”.
El IRS hizo eco de ese sentimiento esta semana, diciendo que la información tributaria no puede ser compartida con otra agencia gubernamental a menos que esté autorizada por la ley. “El IRS tiene robustos procesos para proteger la confidencialidad de la información del contribuyente, y esto incluye información relacionada con las declaraciones de impuestos presentadas usando ITINs”, dijo un comunicado de la agencia. “Bajo esta disposición no hay autorización para compartir datos de impuestos con ICE”. Alrededor de la mitad de los inmigrantes indocumentados presentan declaraciones de impuestos personales, canalizando 1.100 millones de dólares a las arcas del Estado, según el Instituto de Tributación y Política Económica. El IRS no pudo decir cuánto pagaron los contribuyentes ITIN el año pasado, pero los informes federales anteriores han estimado que han pagado miles de millones de dólares en impuestos federales durante la última década.
Los críticos de la inmigración ilegal temen que los inmigrantes indocumentados estén presentando cada vez más declaraciones de impuestos para aprovechar los créditos fiscales y otros beneficios que, según dicen, deberían reservarse legalmente para familias de bajos ingresos. Algunos estados, expresando su preocupación por el fraude, se han negado a emitir reembolsos a las personas que presentan los números de identificación del contribuyente a menos que proporcionen pruebas adicionales de identidad.
“La razón por la que están declarando es para no pagar impuesto sobre la renta, pero para obtener un beneficio del programa de bienestar en efectivo del gobierno”, dijo Robert Rector, investigador principal de Heritage Foundation, un instituto de investigación conservador con sede en Washington. “Ellos pagan impuestos, pero están recibiendo mucho más en beneficios de lo que pagan en impuestos”.
Los defensores de los inmigrantes indocumentados afirman que generalmente no son elegibles para la mayoría de las exenciones tributarias. Muchos apoyan a los parientes que aún viven en sus países de origen, por ejemplo, a quienes no pueden reclamar como dependientes. Mientras tanto, los inmigrantes indocumentados pagan en programas como el Seguro Social, aunque no pueden reclamar ese dinero.
“Los inmigrantes que pagan impuestos no deben ser un tema polémico”, dijo Jackie Vimo, analista de políticas del National Immigration Law Center, una organización sin fines de lucro que aboga por los inmigrantes de bajos ingresos y sus familias. “Trae dinero a la economía”.
Los registros federales muestran que la mayoría de los contribuyentes reciben reembolsos, sea que estén aquí legalmente o no. Pero el miércoles, la media docena de inmigrantes indocumentados que se abarrotaban en una pequeña oficina de CASA en un sótano tenían que pagar.
Algunos eran trabajadores autónomos y algunos cobraron en efectivo y no habían retenido lo suficiente en impuestos, y le quedaron debiendo al Tío Sam al final del año. La mayoría ganaba menos de 11.000 dólares al año. Ninguno tenía seguro de salud. Y aunque dijeron que ellos mismos no temían al IRS, algunos se negaron a dar sus apellidos porque les preocupan la deportación.
Hermenegildo Alvizurez, un jornalero que llegó de Guatemala en 2008, se sorprendió de que tenía que pagar 600 dólares en impuestos. Él hace trabajos ocasionales dos o tres días a la semana y envía el dinero a casa a sus cinco niños.
¿Dónde voy a conseguir ese dinero? Alvizurez, de 56 años, dijo en español.
María, una empleada de 30 años de El Salvador, dijo que tendría que establecer un plan de pago para pagar su deuda tributaria federal y estatal de 1.130 dólares. “Vine aquí para ayudar a mi familia”, dijo la residente de Silver Spring. “No tengo mucho dinero”.
Eladia, una mujer de 50 años y madre de cuatro hijos, oriunda de Guatemala, dijo que ha presentado impuestos cada año desde que cruzó la frontera ilegalmente en 1998. Durante 19 años, dijo, ella ha vivido en el mismo apartamento de Bladensburg, ha trabajado para la mismo empresa de limpieza y nunca de otro modo ha roto la ley. Ella debe al estado y al gobierno federal más de 1.200 dólares.
“¿Qué extraño, ni siquiera el Estado me va a dar nada?”, preguntó, mientras el voluntario Philip Webre, un analista jubilado de la Oficina de Presupuesto del Congreso, revisaba sus registros. Webre sacudió la cabeza y ella suspiró.
“No voy a recibir nada”, dijo, “Pero estoy feliz porque declaré mis impuestos”.
(Traducción El Tiempo Latino/El Planeta Media)