El sistema digestivo de los niños pequeños es muy delicado; es muy inmaduro y no produce la cantidad de jugos gástricos suficientes como para digerir los alimentos. Es a partir de los 6 meses cuando la leche materna es insuficiente para suplir las necesidades del organismo en crecimiento, por lo que es necesario recurrir a la alimentación complementaria.

Dependiendo de cada pediatra, tu bebé irá degustando nuevos sabores y texturas hasta que a los doce meses ya pueda comer diversos alimentos. Sin embargo, su sistema digestivo se seguirá desarrollando y los dos primeros años de vida son cruciales para tener un sistema digestivo sano.

Al contrario de lo que muchos piensan, el sistema digestivo no sólo se encarga de digerir los alimentos. La ausencia de un sistema digestivo sano puede significar que tu bebé no pueda absorber todos los nutrientes que necesita para desarrollarse y crecer saludable. Casi el 80% del sistema inmunológico de un individuo se encuentra en la pared intestinal y si ésta no se encuentra en óptimas condiciones, puede afectar a tu hijo de muchas maneras, incluyendo su peso al crecer, su condición nutricional, su desarrollo físico, cognitivo y hasta sus emociones.

Sin embargo, que tu pequeño pueda degustar alimentos sólidos no significa que pueda consumirlos todos. Existen ciertos alimentos que no son recomendables que tu bebé ingiera antes de los 24 meses y así evitar accidentes o daños en la flor estomacal.

-Miel: Algunos padres tienen la costumbre de endulzar el chupete del bebé con miel para que se calme. También recurren a este alimento por sus “propiedades medicinales”. Sin embargo, lo cierto es que la miel puede tener bacterias que podrían generar botulismo en los bebés. De hecho, el método de procesado actual no puede garantizar la ausencia de esporas de C. botulinum en la miel, por lo que es mejor que los niños de menos de 1 año no la consuman.

-Refrescos: tienen alto contenido en cafeína, azúcar y aditivos químicos que pueden ocasionar daños intestinales y gástricos a los bebés. Estas bebidas solo aportan calorías vacías, no contienen ningún nutriente, y hacen que el niño pierda el apetito. Pueden producir alteraciones en el sueño del bebé, así como también se han relacionado con un riesgo mayor de padecer obesidad y diabetes a temprana edad. Además, algunos estudios han vinculado el consumo de gaseosas con la hiperactividad y la agresividad.

-Frutos secos enteros: A pesar de que son una excelente fuente de proteínas y vitaminas, pueden ser mortales para los niños pequeños, sobre todo si los consumen enteros, ya que pueden causar ahogamiento. Por otra parte, muchos de los frutos secos tienen un gran poder alergénico, por lo que es mejor no incluirlos en la dieta infantil al menos hasta los tres años.

-Leche de vaca y de soya: Un bebé no puede digerir las proteínas de la leche de vaca y de soya, además no contienen todos los nutrientes que tu bebé necesita y contienen minerales en cantidades que pueden afectar sus riñones. Después de los 12 meses, el pequeño podría consumir leche de vaca pero entera.

-Embutidos: Normalmente estos contienen una gran cantidad de sal, la cual se añade para alargar la vida del producto. Los niños de 2 años no deben consumir más de 2 gramos de sal al día ya que sus riñones no están preparados para eliminar una cantidad mayor.

-Espinacas, acelgas y remolacha: Estos vegetales son ricos en nitratos que un inmaduro estómago de un niño menor de 12 meses puede convertir en nitritos. El exceso de nitritos puede provocar una metahemoglobinemia (el niño se pone azul y tiene dificultades para respirar).

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