Luego de haber declarado que los agentes de deportación “estaban sin grilletes”, la administración de Trump ha dejado claro que pretende acelerar los arrestos y deportaciones de inmigrantes indocumentados.
El Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo que los agentes se enfocarán en inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales, pero los números de las primeras semanas de la administración en ejercicio sugieren un patrón diferente y preocupante.
Tal como reportó The Post, hasta mediados de marzo hubo más del doble de arrestos no autorizados de inmigrantes que no tienen condenas criminales bajo la nueva administración, comparados con el mismo período de tiempo del año pasado. Los arrestos de personas con antecedentes criminales aumentó un modesto 15 por ciento.
Las estadísticas muestran la situación de menos de dos meses de aplicación de la ley, lo cual no es una tendencia predecible. Sin embargo, los números son estremecedores: alrededor de 5 mil 400 inmigrantes indocumentados no criminales fueron arrestados en alrededor de 7 semanas, y muchos de ellos no fueron detenidos en la frontera si no en ciudades como Atlanta, Dallas, Philadelphia y St. Paul, Minnesota, en donde un gran número de inmigrantes han estado por más de 15 años, y muchos tienen niños o familiares que son ciudadanos de los Estados Unidos. En el Distrito, los arrestos de no criminales para el período subieron de 38 a 174 este año.
Dada la propuesta de la administración de contratar a 10 mil nuevos agentes del Servicio de Inmigración y Aduana (ICE), más 5 mil nuevos oficiales de Protección Fronteriza, es justo preguntarse si los próximos cuatro años estarán marcados por el tipo de redadas indiscriminadas con las que el Presidente Dondal Trump a veces amenazó en la retórica de su campaña.
Comenzando a finales de 2014, la administración de Obama apuntó explícitamente a inmigrantes ilegales con condenas criminales serias, dejando a aquellos con récords limpios relativamente, no completamente, protegidos de las amenazas de deportación. Antes de eso, es verdad que las deportaciones subieron, llevando a algunos defensores de inmigrantes a referirse al Presidente Barack Obama como el “deportador en jefe”. Pero el incremento fue principalmente dado por detenciones y deportaciones a lo largo de la frontera suroeste del país; muchos de esos deportados acababan de entrar recientemente al país. Ahora, los agentes del ICE, luego de escuchar el mensaje acerca de que se “quitaran los grilletes”, podrían estar actuando libremente. Kelly dice que la política ha cambiado para apuntar a inmigrantes indocumentados con incluso una sola condena de crimen no violento (como manejar bajo la influencia del alcohol), y reconoce que ningún inmigrante no autorizado está inmune a los arrestos – incluyendo aquellos sin antecedentes criminales, cuyo presidente se ha referido como “los buenos” y “gente estupenda”.
La intensificación de la imposición de la ley hará trizas a familias y comunidades. La evidencia sugiere que en ciudades como Houston o Los Ángeles está ya desalentando a latinos que han sido víctimas de abuso sexual y otras agresiones a reportar los crímenes a las autoridades por miedo a terminar siendo deportadas.
La aplicación de la ley involucra prioridades, tal como reconoció Kelly; también tiene razón en que depende del Congreso reformar este sistema disfuncional. Acerca de la supervisión de la administración de la aplicación de la ley, sin embargo, será juzgado por cuál política es comedida, sensible y humana. Las primeras señales no son alentadoras.
Esta versión apareció en la edición del viernes del Washington Post.