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Seis lugares más comunes donde se esconden las bacterias

Constantemente estamos expuestos a viruses y bacterias que amenazan a nuestro organismo, haciéndolo propenso a desarrollar enfermedades.

Existen ciertos lugares y objetos contaminados que frecuentamos donde se esconden la mayor cantidad de suciedad y, por lo tanto, organismos que pudiesen afectar a nuestro cuerpo si llegasen a entrar a él.

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En la ropa. Es posible que te sorprenda saber que en elementos como la ropa puede contener salmonela, hepatitis y otros virus. Charles Gerba, un microbiólogo de la Universidad de Arizona, descubrió que esos gérmenes y otros pueden sobrevivir a los esfuerzos de lavandería si no se utiliza agua caliente o cloro. Para evitar que la suciedad se mantenga en la vestimenta, además de utilizar estos artículos, se puede recurrir a la secadora, donde en un ciclo de 30 minutos puede matar a las bacterias.

En el teléfono. De acuerdo a una investigación realizada por la Universidad de Stanford, los teléfonos tienen dieciocho veces más bacterias que un inodoro; esto recogen toda la suciedad que tenemos en nuestras manos durante todo el día, y cuando se calientan, se crean las condiciones perfectas para que las bacterias se multipliquen. Incluso, estudios han encontrado que uno de cada seis teléfonos está contaminado con materia fecal; limpiar el aparato con una toallita desinfectante es suficiente para eliminar ese residuo indeseado.

En el dinero. Así como en los teléfonos se esconden las millones de bacterias que nuestras manos reciben durante el día, el dinero en efectivo guarda la suciedad de las de muchas personas más. Un estudio realizado por la Universidad de Oxford detalla que un billete tiene más de 26 mil bacterias. Procura lavar tus manos o usar antibacterial luego de utilizar el efectivo.

En el transporte público. Si viajas en autobús o metro, tienes seis veces más probabilidades de enfermarte que si caminas o conduces, ya que estás en contacto con mucha más gente y los gérmenes que ellos portan, los cuales quedan en el aire encerrado de los transportes y las barandillas y asientos que tocamos.

En las almohadas y sábanas. El lugar donde dormimos recibe sudor, polvo, células muertas y fluidos que hacen de nuestra cama un nido de bacterias. Luego de dos años, el 10% del peso de una almohada son puros ácaros muertos o deyecciones de los mismos. Es importante que cambiemos las fundas de las almohadas y las sábanas cada semana, las lavemos con cloro y si es posible, las sequemos al sol. Las almohadas también deberían ser lavadas cada tres meses.

En el lugar de trabajo. Siendo un centro donde conviven muchas personas, las cosas que son utilizadas por toda la comunidad son las más propensas a estar contaminadas, como los botones del ascensor, la cafetera, las manillas de las puertas, el baño, etc. Procura lavarte las manos constantemente y alienta a tus compañeros a tener higiene en el lugar de trabajo.