Gabriela Hernández llegó al Capitolio a la 1 pm, más de siete horas antes de que pudiera ver la cara del Presidente Donald Trump pronunciando su primer discurso, conocido como el Estado de la Unión (State of the Union). Todo parecía ser un sueño, pues jamás se imaginó que pisaría las oficinas de diversos Congresistas y recorrería espacios que no tenía idea que existían justo debajo de Washington DC.
Esta joven nacida en El Salvador (19), llegó al país cuando tenía tan solo cuatro años de edad y desde que se aprobó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), ha vivido con el beneficio migratorio que en su caso expira en 2019. Esa es su fecha de vencimiento en el país, si no se aprueba alguna legislación que le permita el paso hacia un estatus legal. Pudo renovar para el próximo período, pero conoce a muchos que ya se han quedado desamparados.
“Estuve caminando con el Congresista Steny Hoyer (MD-5), quien me invitó al evento, conociendo a sus colegas, pero ya cuando fue momento de entrar al State of the Union, había pasado todo el día en las oficinas del Gobierno, justo adentro del Capitolio, donde nunca pensé entrar, porque hay que tener una licencia al menos. Pude caminar por los túneles, no sabía que existía toda una ciudad allá abajo”, relata sorprendida, mientras que confiesa que cuando vio a Bernie Sanders entrar quería gritar de la emoción.
Hernández demostraba su entusiasmo por tener “el honor” – tal como ella lo indica -, de ingresar al recinto y presenciar el Estado de la Unión. Sin embargo, cuando el magnate republicano empezó a hablar, a la par inició un juego del que no tardó en desligarse junto a sus compañeros Soñadores que también asistieron al lugar (alrededor de unos 25 invitados de distintos lugares).
“Donde me senté, toda la fila era de republicanos, por cada cosa que decía Trump, ellos se paraban y aplaudían, pero nosotros nos quedábamos sentados sin hacer nada, así que se daban la vuelta a vernos que no nos levantábamos. Deseaban hacerme ver como si estuviera irrespetando al Presidente, pero sus palabras me hacían sentir que no nos quería en el país, aunque hubiera dicho lo contrario antes”, comenta. En ese momento recuerda que estaba sentada justo en el mismo nivel de la Primera Dama, Melania, pero del lado contrario. Desde su asiento podía observarla.
“Trump habló mucho sin decir nada, creo que no aportaba ninguna solución, sólo decía lo que ya había dicho antes. Era como un niño pequeño peleando por hacer el muro y no por una solución que ayude a la gente. Siento que trató de usar a la familia que perdió a sus hijas a manos de la Mara Salvatrucha, para decir que todos los de El Salvador somos criminales y mareros, lo que es ofensivo y racista”, asevera.
Precisamente, el primer mandatario hizo referencia a dos matrimonios invitados, sentados entre el público esa noche, que habían perdido a sus hijas, víctimas del grupo criminal originado en Los Ángeles. “Esta noche, hago un llamado al Congreso para que finalmente cierre los resquicios mortales que han permitido que la MS-13 y otros criminales entren a nuestro país”, sentenció Trump.
Resulta importante recalcar, que el Presidente habló de un beneficio que permitiría la ciudadanía para 1 millón 800 mil “Dreamers”, a cambio de $25 mil millones para el muro fronterizo. Esto beneficiaría a más del doble de la cantidad total que actualmente se incluye dentro del grupo de jóvenes (800 mil), sin embargo Hernández considera que solo los quiere usar para cumplir sus intereses con el dinero que ingrese de las aplicaciones de cambio de estatus legal.
“En el Clean Dream Act se especifica que el dinero que se va recolectar de nuestras aplicaciones no iría para construir el muro, si se podría aprobar esta ley, eso sería lo ideal. La pared no va a parar la inmigración, la gente siempre encontrará la manera de llegar porque es natural que se muevan entre países y es nuestro derecho como humanos ir a cualquier lugar de la tierra”, afirma.
Al finalizar el discurso, la joven regresó a la oficina del Congresista Hoyer, quien le dio las gracias por haber asistido. “Me dijo que había hecho un buen trabajo en representar a los Dreamers y que tenía que ser positiva, que algo bueno iba a ser posible”.
Así finalizó su día, caminando hacia la salida del imponente lugar, aún con entusiasmo de “seguir la lucha”, a pesar de que no esconde el temor que sintió de ser arrestada por asistir al evento, debido a la amenaza del representante republicano de Arizona, Paul Gosar, que pedía a la Policía del Capitolio detener a los Soñadores que asistieran – llamados por él “extranjeros ilegales”.