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“Las personas no somos ilegales”

UNIDOS. De izq. a der.: Mariana, Enrique, Dunia y Fabiana Cuellar.


           
   

Gabriela López para ETL

UNIDOS. De izq. a der.: Mariana, Enrique, Dunia y Fabiana Cuellar.

Con una resplandeciente sonrisa recibió en su casa a El Tiempo Latino, Mariana Cuellar, una joven boliviana que ingresó al país en los brazos de su madre cuando apenas tenía un año y medio. Hoy, a sus 18 años, todos sus sueños están al borde del exilio.

Mariana recuerda que a sus trece años inició la búsqueda de universidades en donde estudiaría una carrera profesional y lo que necesitaría para ingresar a ella. En los requisitos le pedían el número de Seguro Social, un documento que desconocía y que cambiaría su vida.

“Le pregunté a mi mami qué era eso y me dijo que yo no tenía un Seguro Social, me explicó por qué y me di cuenta de que era un poco diferente a las otras personas. Honestamente yo no sabía que alguien podía ser ‘ilegal’, no sabía que yo era eso”, dijo Cuellar en una entrevista exclusiva con este semanario.

A partir de ese momento, Mariana comenzó a leer sobre el tema y su frustración se agudizaba cada vez más al enterarse que no podría aplicar a las universidades, ni obtener una licencia y mucho menos contar con un permiso de trabajo.

“Te pones triste porque no puedes hacer las cosas que todas las otras personas pueden hacer, aun cuando estás haciendo las cosas correctas”, agregó Cuellar con desaliento.

Enrique Cuéllar y Dunia Quintela, padres de la joven soñadora, son originarios de Santa Cruz, Bolivia; migraron al país en búsqueda de una vida más favorable para ellos y su pequeña hija, pero con el tiempo se encontraron de cara a la dura verdad que muchos inmigrantes afrontan en los Estados Unidos por el simple hecho de no contar con un documento legal.

Pero el inmenso amor de padres y el deseo de ver realizada a su hija no los ha detenido ante las adversidades, es por ello que hace más de tres años recurrieron al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) para evitar une eventual deportación y así devolverle un poquito de esperanza a su hija.

Sin embargo, el camino se complicó de nuevo, pues la vigencia de este programa expira el 5 de marzo, según decretó la administración Trump en septiembre de 2017.

El Congreso Nacional y el Gobierno Federal siguen si tomar una decisión sobre el destino de unos 800 mil jóvenes “Dreamers” (Soñadores), que han visto amenazados sus anhelos y futuro, aun cuando todo lo que piden es una oportunidad para permanecer en este país.

“A mí me duele mucho ver cómo ella se ha esforzado todos estos años para conseguirse un futuro mejor, ella estudia e incluso ha trabajado, aquí está su vida, ella no conoce otra cosa. Nuestros países son bellos para nosotros que hemos crecido allá, pero cómo va a ser ilegal una persona que ha vivido toda su vida aquí”, se preguntó la señora Dunia.

Mariana es una joven muy activa e inteligente, con sueños enormes y un futuro esperanzador, su tiempo lo organiza entre el estudio y el deporte, por las mañanas asiste a su último grado de la escuela secundaria de donde se graduará en tan sólo cuatro meses y por las tardes practica salto alto y baloncesto, deportes que le encantan y que le han dejado varios reconocimientos.

Su aspiración es poder ingresar a James Madison University y ser una profesional en la Medicina Deportiva.

“Cuando escuché de los Dreamers y vi a varios con sus carteles, me recordaron a Martin Luther King Jr., ¡me encanta!, él como todos nosotros tenía un sueño y su sueño por fin se logró, y yo quiero que nuestro sueño también se logre. Mi sueño es que las otras personas vean que no somos personas malas que solamente queremos salir adelante, queremos que este lugar sea bueno; quiero seguir estudiando y ser profesional, pero siendo ilegales nos quitan muchas oportunidades”, sostuvo.


Trump vs. Dreamers

La joven detalla que si tuviera en sus manos cambiar las leyes le daría papeles a inmigrantes indocumentados que trabajan duro, que pagan sus impuestos, que no son delincuentes y que quieren mejorar este país. “Nadie es ilegal porque somos personas, las personas no pueden ser ilegales, las drogas y los crímenes sí lo son. No somos ilegales, somos inmigrantes que venimos aquí y que no pudimos tener la tarjeta de residencia (green card) por cosas que no estaban en nuestras manos, yo vine acá desde chiquita, mis papás vinieron aquí a hacer este país mejor, pagan sus impuestos, trabajan bien duro, hacen trabajos que muchas personas no quieren hacer, trabajan desde que el sol sube hasta que baja”, manifestó.

Se mostró indignada al saber que el Presidente Trump propuso al Congreso una reforma que permitiría acceder a entrega de residencias permanentes para estos jóvenes a cambio de $25.000 millones para construir el muro y reforzar la seguridad fronteriza, además de una serie de cambios al sistema de migración legal.

“No me da miedo él -Trump-, sino las cosas que dice, si quiere cambiar gustos por gustos, zapatos por otros zapatos está bien, pero intercambiar personas por una pared, eso no creo que sea correcto”, subrayó.

Amor a flor de piel

Mariana vive con la esperanza de que todo esto solo sea un mal momento y que el futuro tanto de ella y el de sus padres pueda cambiar.

Los esposos Cuellar Quintela tienen más de veinte años de casados, desde entonces conservan una familia unida y feliz junto a sus dos hijas Mariana y Fabiana de 13 años.

“Soy una mamá orgullosa, mis dos hijas son excelentes niñas, son estudiosas, educadas y respetuosas, quiero que sean felices”, resaltó Quintela.

“Mis papás han hecho todo por mí y espero poder hacer todo por ellos, los quiero mucho, ellos vinieron aquí para que yo tuviera un futuro mejor y mi meta más grande es poderle devolver todo lo que ellos me dieron”, finalizó Mariana.

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