Los galardonados pianistas cubanos Chucho Valdés y Gonzalo Rubalcaba presentarán su show “Trance” el próximo viernes 15 de junio en el John F. Kennedy Center for Performing Arts, como parte de la programación del Festival de Jazz de Washington DC.
Como sugiere el título, “Trance” es una colaboración que habla de una conexión profunda con las fuerzas espirituales que fluyen a través de las muchas lenguas en la música. Pero el título también alude a la conversación musical entre dos brillantes músicos y compositores cuya amistad, admiración mutua y respeto se remonta a décadas atrás.
Con su formato de dos pianos los artistas, pertenecientes a dos generaciones de pianistas cubanos, prometen una interesante exploración que fusiona ritmos tradicionales de su país natal con elementos del jazz.
Ganador de seis premios Grammy y tres premios Latin Grammy, el pianista, compositor, arreglista y líder cubano Chucho Valdés ha sido una figura clave en la evolución del jazz afrocubano en los últimos 50 años.
Hijo del legendario salsero Bebo Valdés, Chucho pasó incontables noches en los mejores escenarios de Cuba como pianista acompañando a su padre y a su orquesta Sabor de Cuba.
En 1972, Chucho lanzó su cuarto álbum, un trío de grabación con bajo y tambor batá titulado Jazz Bata. Esta exploración innovadora mostró no solo su virtuosismo sino que forjó su camino fusionando los ritmos del batá sagrado con el jazz, un preámbulo de lo que nació después y se convirtió en su gran sello profesional: la fundación de la legendaria banda Irakere. Esta agrupación marcó un antes y un después en el jazz afrocubano.
Chucho fue director, pianista, compositor principal y arreglista de Irakere por más de 30 años. Pero desde 2005, se ha centrado en su carrera personal, destacando su trabajo como pianista y dirigiendo pequeños ensambles.
Su grabación de 2013, Border-Free, encuentra a Chucho en la cima de su juego, dirigiendo a sus Mensajeros Afrocubanos, un espectacular quinteto compuesto por otra generación de jóvenes músicos cubanos brillantes, en una búsqueda que trasciende los estilos y las tradiciones.
En la temporada 2018-2019 Chucho Valdés estará de gira con el bajista Yelsy Heredia y el baterista Dreiser Durruthy Bombalé.
Veinte años más joven que Valdés, Rubalcaba irrumpió en la escena del jazz internacional en los años 80 con su banda afrocubana de fusión, llamada Grupo Proyecto.
Rubalcaba, quien toca el piano desde que tenía 9 años, ha sido nominado para 15 premios Grammy, y es ganador de un Grammy Latino como álbum de jazz del año por su disco Supernova. También recibió un Premio Grammy por la coproducción con Charlie Haden en Nocturne, un álbum de baladas y boleros cubanos y mexicanos.
El repertorio activo de Rubalcaba ha seguido expandiéndose más allá del jazz afrocubano y se ha adentrado en el mundo de las baladas y boleros cubanos y mexicanos tradicionales, y otras obras clásicas cubanas, siempre imprimiendo su propio estilo distintivo.
Su arte continúa evolucionando y se inspira tanto en su herencia afrocubana como en el mundo que nos rodea.
El Tiempo Latino tuvo la oportunidad de conversar con el maestro Valdés en exclusiva.
¿Qué podemos esperar de este concierto?
Es un show muy especial, porque se trata de dos grandes figuras de la pianística cubana, pertenecientes a dos generaciones diferentes, que hemos tenido una influencia muy grande en el piano afrocubano y el jazz en la actualidad. Decidimos unirnos y hacer un dúo para mostrar una panorámica de la pianística mundial, incluyendo a autores cubanos clásicos como Lecuona, pero también composiciones nuestras. Es un concierto bien variado que ha tenido muy buena acogida a nivel mundial.
El año pasado estuvieron de gira por Asia, Europa y parte de Estados unidos. Este año regresan al ruedo con conciertos en Brasil y Estados Unidos. ¿Cómo mantiene su energía a esta edad?
La música me alimenta, me hace crecer y es lo que más me gusta es tocar el piano, de allí saco yo mi energía.
¿Qué es lo más difícil de ser músico?
Tenerle el respeto suficiente al arte, a nosotros mismos y al público, ser muy constantes, desarrollarse en los estudios y en la información universal.
¿Cómo maneja la fama?
Es delicado, depende de cómo una la tome porque uno no puede refugiarse en la fama solamente. Yo no me creo famoso pero a mi eso me asusta porque hay gente que se acuesta sobre la fama y se quedan dormidos. Siempre seguir y tener una meta y olvidarse de estas cosas de la fama.
¿En qué proyectos nuevos está trabajando?
Voy a grabar un disco nuevo el mes que viene Jazz Batá, que incluye elementos de la música afroamericana y afrocubana. El lenguaje que usamos es el que trajeron los africanos Yoruba, con los textos en lucumí. El formato será piano solista, contrabajo y percusión afrocubana. No hay batería. Esperemos que esté listo en septiembre, va a estar muy interesante.
¿Qué hace a un buen improvisador?
La imaginación, el cómo puedes variar sin repetir y siempre buscar la forma de traer ideas nuevas sin caer en clichés ni repetir lo mismo siempre.
¿De dónde toma la inspiración?
De elementos de lo universal, de conocer los clásicos de la música, los románticos, los impresionistas. Cuando tu improvisas, todo eso fluye en tu mente, y nutre tu imaginación. Y vas haciendo tu estilo, porque hay elementos que cada músico tiene que lo identifican.
¿Qué opina de la popularidad que ha tenido el reguetón como música caribeña moderna?
Hay música moderna y hay música de moda. La música moderna y buena no va a pasar y la música de moda, tiene un ciclo y después desaparece. Nada llega para quedarse, todo cambia, puede estar más tiempo un género que otro pero no trasciende.
¿Qué canción lleva en el corazón?
La Comparsa, del compositor cubano Ernesto Lecuona. Mi padre la tocaba muchísimo. Una de las primeras veces que tocamos juntos grabamos ese tema en el documental Calle 54, a dos pianos.
¿Y de sus composiciones?
La Misa Negra, que fue la primera de mis obras que ganó un premio Grammy, y abrió un camino nuevo de la música afrocubana desde el punto de vista de la composición, nadie había hecho algo así: tomar todos los elementos africanos y mezclarlos con el jazz. Fue un punto de partida para las nuevas generaciones.
¿Qué se le viene a la mente cuando piensa en Cuba?
Un país muy musical, con una herencia artística increíble, de España y África, que ha dado muchos grandes músicos.