La dinámica de la oposición en Nicaragua no cesa su deseo: que el régimen del presidente Daniel Ortega dé un paso al costado y anuncie su salida del poder.
Ya son casi dos meses desde que comenzaron las protestas en territorio centroamericano, cuyo punto de partida fue protagonizado por manifestantes, estudiantes en su mayoría, que rechazaban una reforma que impactaba sobre parte del sector nacional.
Ahora, el grupo que está contra el mandatario es cada vez mayor, con protagonistas que no solo transitan sus calles día a día, también referentes en el desarrollo nacional, como empresarios además de los defensores de Derechos Humanos.
Para ello, una de las medidas adoptadas por la coalición ha sido la de trancar las principales vías de todo el país. Así, se ha visto interrumpido el tránsito de los principales insumos, obligando en muchas ocasiones que la nación viva en un paro implícito.
Los “tranques” son cotidianos por estos días en Nicaragua. “Esta zona está bajo control nuestro, aquí no se acercan ni policías, ni esos tipos armados de civil”, dijo un manifestante a EFE mientras mantenía su sector aislado.
Pero los protestantes llegaron a asumir dicha postura por necesidad y no capricho. Esperan que su accionar derive en una respuesta gubernamental. En principio sería aceptar el diálogo con distintos frentes, pero también la consecuencia estaría ligada a su salida.
Ese ha sido el mayor problema en el país, donde las fuerzas del régimen de Ortega han cobrado unas 200 vidas en el lapso.
Pero la luz al final del túnel estaría en las conversaciones entre el Ejecutivo y las partes designadas, siempre y cuando se respeten los parámetros establecidos. De lo contrario, la mesa de diálogo, al igual que las calles de Nicaragua, seguirá inactiva por los “tranques” de sus protagonistas.