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Latinos en educación: Ja’Bette Lozupone de frente contra toda adversidad

Desde su nacimiento su vida ha sido como una encrucijada: ni blanca ni negra; ni latina ni americana. En la autopista de la vida de Ja’Bette Luisa Lozupone (37) elegir es un verbo que ha debido conjugar constantemente y a juzgar por lo logrado lo ha hecho bien.

Con un afroamericano como su padre y una “catirísima” (rubia) venezolana como su madre, el color de piel y el cabello de la niña decían que era negra, pero su inglés “blanqueado” y su gusto por las llaneras de Reynaldo Armas la sacaban de esa zona de confort. Hablar español, poner a volar la tibia y el peroné bailando joropo y mirar Sábado Gigante con Don Francisco junto a su abuelita Luisa tampoco bastaban para que la niña, nacida en Washington DC, entre en círculo de los latinos.

Así se fue haciendo señorita hasta que un embarazo, a los 16 años, le cortó las alas de la adolescencia y la puso al umbral de ser “una estadística más”. Fue cuando elegir se volvió un verbo monumental: tener a su hija o no tenerla. Decidió que sí, que iba a ser madre porque no creía que tenía el derecho eliminar otra vida y su instinto le decía que no volvería a ser madre nunca más. También decidió que iba seguir estudiando. “Me salvó ir a Montgomery College, una profesora me permitió llevar a mi bebé y darle de lactar en clases de empresariales”, dijo Lozupone a El Tiempo Latino.

Ayudando a estudiantes

Premio. Ja’Bette Lozupone se hizo merecedora al reconocimiento “40 under 40”, que se entrega a la mujeres menores de 40 años defensoras y comprometidas con la educación.


           
   

Cortesía

Premio. Ja’Bette Lozupone se hizo merecedora al reconocimiento “40 under 40”, que se entrega a la mujeres menores de 40 años defensoras y comprometidas con la educación.

Ahora, como directora de Achieving the Promise Academy, en Montgomery College, dirige a un equipo de 69 personas para asegurarse que los estudiantes alcancen el último escalón académico con éxito. Su departamento tiene dos servicios: uno con una red de mentores que dan soporte permanente y más en tiempo de matrículas; el segundo, asesora y monitorean uno a uno a los estudiantes para valorar los avances.

Lozupone ya no sale corriendo en la búsqueda de su identidad. En algún momento tuvo que empezar a juntar las piezas sueltas de su existencia y las ha fusionado a la medida de su nombre Ja’Bette, Ja por su padre, James Brown; y, Bette por su madre, Betty Valdés. He aquí el resultado: una mujer orgullosa de su latinismo y de su americanismo, una mujer que no perdió el tren por ese paso en falso. Tuvo su a su hija, Jatté, ahora una veinteañera y se casó con Anthony Luzopone. A su haber tiene el galardón “40 under 40”, por su incansable compromiso y liderazgo por la educación.

“Mi vida siempre ha sido no tener dónde de calzar. En mi niñez sufrí bullying porque no era ni lo uno ni lo otro, después siendo madre adolescente no podía estar entre los jóvenes ni entre los adultos. Lo que me ha salvado es ser muy determinada, no quería que mi hija sea víctima de mis errores y quería demostrar que no iba a ser un fracaso”, contó Luzopone.

Al inicio de sus veintes, decidió que España sería la siguiente estación y empezó a estudiar filología y comunicación en la Universidad de Sevilla. Seis meses después estaba en Barcelona, se llevó a su hija, la matriculó en la escuela y se puso a trabajar de recepcionista en un bar-restaurante. Hubo tiempo para crear una banda, Monofus, aportando su privilegiada voz para el blues el rock.

La enfermedad de su madre la obligó a volver. La licenciatura en artes, relaciones públicas y español era una tarea pendiente, la obtuvo en Hood College. En esa misma institución logró su maestría en finanzas. Mientras trabaja en Montgomery College, el centro de pregrado más prestigioso de Maryland, está terminando su doctorado en liderazgo organizacional.

“He usado mis destrezas para crear mis oportunidades. Creo tener talento, si me enfoco en un objetivo, me dedico, alcanzo dominio, observo, presto atención y absorbo información, ese es mi fuerte”. En eso está de acuerdo su amigo y padrino de su hija, Kevin Cruz. “Es una luchadora, nunca se da por vencida. Es inteligente, lista, exitosa y no solo ha debido elegir si tomar la derecha o la izquierda, sino cinco o 10 salidas más, en eso es única”.

Ja’Bette mira al futuro y hacia los 40 años avanza “pa’lante” a ritmo de “Caballo Viejo” de Simón Díaz, otro de sus llaneros favoritos.

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