Con el recuerdo fresco de haber alzado por primera vez la Stanley Cup, los Capitals de Washington subieron el telón de una nueva temporada en la NHL en casa, frente a su gente, con una victoria contundente por 7-0 sobre los Bruins de Boston, un resultado que hace pensar en lo mejor para ellos en un largo camino que no tiene otra meta que no sea repetir lo logrado en el pasado curso.
Con TJ Oshie apenas iniciado el duelo (24 segundos) y Evgeny Kuznetsov, antes de los dos minutos de compromiso, el primer cuarto de los capitalinos era un claro mensaje para todos aquellos rivales que también se ponen la misión de titularse. Pero la sensación de los Capitals es distinta, pues el hambre de los campeones defensores ahora es mayor; sin embargo, cuentan con la experiencia para saber resolver en momentos apremiantes.
Pese a que ese inicio trepidante los vio adelantarse rápidamente, fue en el segundo periodo que los Capitals se desataron ofensivamente, con un total de cuatro anotaciones y donde destacó nuevamente Kuznetsov al atribuirse su segundo tanto de la noche.
Ese comienzo, tan espectacular como esperado, también trajo consigo una tarea particular y lógica para el que presume ostentar el prestigioso trofeo en la disciplina: ser el campeón genera responsabilidades mayores que al resto de los cuadros de la liga, y donde, pese a la exigencia obligatoria de repetir el campeonato, toda situación contraria será catalogada como un estrepitoso fracaso.
El recuerdo de otros
Solo dos conjuntos han logrado repetir el título en los últimos 25 años, una situación que bien describe la ardua tarea que deberán cumplir el combinado de Washington y que alimenta esa paridad que brinda la NHL. Aquellas viejas dinastías que elevaron a ciertos conjuntos por encima del resto hoy ya no existe.
El presente de la disciplina indica que la labor no solo se desarrolla sobre la pista, también lo es en las oficinas, con gerentes cada día más preparados para una lucha en otro cuartel y en el que los movimientos realizados antes, durante y después de cada zafra bien puede marcar el éxito o fracaso a corto plazo.
Con los Red Wings de Detroit y Penguins de Pittsburgh como las únicas franquicias en dar ese back to back, los Capital intentarán irrumpir y hacer de este un grupo de tres.
En una ronda regular discreta, finalizando con la cuarta mejor marca en la Conferencia del Este, los Capitals transitaron entre altas y bajas un camino en el que su punto más fuerte, y tal vez la referencia que los marcó para crecerse y dar el golpe en la gran final fue la fiesta del playoff, en la que de cuatro series iniciaron abajo en tres, incluida la definición del torneo.
Levantarse fue el patrón común, algo que los llevó a lo más alto, pero hoy con la responsabilidades se ser campeones deberán verse más contundentes si se meten en las instancias de llaves directas.
Una nueva cara
A pesar del éxito y lo que significó en la capital norteamericana la Stanley Cup, situaciones que tuvieron su peso en el ámbito económico llevaron al entrenador campeón, Barry Trotz, supuso una noticia extraña en un entorno donde, por lo que había ocurrido días atrás, todo era alegría.
En detrimento del veterano apareció Todd Reirden, en la que será su primera experiencia a tiempo completo en el banquillo como mandamás. Esa, para los expertos, pasa a ser la principal duda de la organización, con un grupo consolidado que tendrá la tarea, tal vez a la inversa, de ser quien sostenga al nuevo dirigente.
Si mantiene viva la filosofía, entendiendo que desde 2014 ha estado ligado a la organización, lo que se vería esta zafra en la capital de los Estados Unidos debería ser similar, apuntando para mejor, en la escuadra.
La baja de Tom Wilson
Una grave acción protagonizada por Tom Wilson derivó en una sanción de 20 partidos, llevando al canadiense a perderse la cuarta parte de la ronda regular. Esto llegó tras una fuerte infracción en el encuentro de pretemporada ante los Blues de San Luis, cuando cometió una falta a Oskar Sundqvist.
Su maniobra, en la que dejó tendido al contrario, llevó a la liga a obligarlo a pagar su sueldo de esos 20 compromisos, valorado en 1.2 millones de dólares, a una fundación benéfica.