Nadie cede en la frontera del Amatillo. De un lado más de 300 hondureños clamando al gobierno de El Salvador que les permita ingresar al país. Del otro, un contingente de policías bloqueando el paso de los catrachos.
“Le pedimos al gobierno que se toque el corazón y nos deje pasar. Nosotros vamos de paso hacia Estados Unidos, no nos queremos quedar acá”, dijo Guadalupe Ramírez, mientras carga a su hijo de tres años.
El problema de los migrantes hondureños es que muchos de ellos no portan documentos, según Gladis Benítez, de la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos (PDDH).
“Nosotros no queremos causar problemas, solo queremos pasar con nuestra gente, porque ya no aguantamos la situación en nuestro país”, manifestó Samuel Briceño.
La caravana permanece detenida en el puente que une a El Salvador con Honduras, mientras algunos personeros anotan los nombres de los integrantes para negociar con Migración su paso. Algunos ya muestran el cansancio de la caminata de muchos kilómetros desde el departamento de Olancho, en el sur de la vecina nación centroamericana.
Muchos solicitan dinero para comprar algo de comida. Otros permanecen sentados al borde del puente y otros se defendían del sol, dan agua y alimento a los niños que acompañan la caravana.
En El Amatillo nadie cede. Aunque el cansancio, el hambre y la desilusión hacen mella.
Durante este miércoles registraron su ingreso por el El Salvador 661 hondureños, de los cuales 415 pertenecen a la caravana rumbo a Estados Unidos.
Con información de El Salvador