Como una acción para dejar en alto su punto de vista político, Keivn Sullivan, nuevo embajador de Estados Unidos en Nicaragua, se expresó en materia delicadas y, para muchos, olvidadas en ese país.
“Mi asignación más reciente en la OEA (Organización de Estados Americanos) me demostró lo mucho que une a nuestros pueblos, en especial un fuerte compromiso con la democracia y los derechos humanos”, manifestó el diplomático de acuerdo con EFE.
Para el funcionario estadounidense, su nueva labor forma parte de un caso crítico en la región.
Hasta la fecha, se estima que más de 300 personas han muerto en las protestas contra el régimen de Daniel Ortega, movimientos de calle que iniciaron el pasado mes de abril y que también totalizó más de 800 detenciones de manera arbitraria.
Mientras la comunidad internacional y la propia oposición nicaragüense ha acusado en repetidas ocasiones a fuerzas ligadas al gobierno como causantes de las bajas, desde el lado del Ejecutivo señalan que apenas los fallecidos llegan a 199.
Además, Ortega ha salido en público a rechazar las manifestaciones pacíficas, atacándolas y responsabilizándolas como acciones que tienen como fin atentar contra su mandato en la nación centroamericana.