Una lesión nunca está en los planes de ningún atleta ni equipo; sin embargo, es un fantasma que ronda en las inmediaciones de cada escenario donde se celebre el deporte para acechar a su presa. En el caso de los Redskins de Washington, esto fue inevitable con su mariscal de campo, Alex Smith, a quien le tocó despedirse a destiempo de su primera experiencia con el uniforme del combinado de la capital estadounidense.
La acción aún está fresca en la retina de muchos: el 18 de noviembre en el compromiso que midió al combinado aborigen contra los Texans de Houston, ocurrió una de las acciones más incómodas del año. Corría el tercer cuarto cuando en una ofensiva de los Redskins, Smith fue atrapado por JJ Watt y Kareem Jackson, tacleo que terminó siendo la última jugada del año para el ex de los 49ers de San Francisco, y quien había destacado por su rápida adaptación al sistema ofensivo del conjunto de DC.
La primera reacción del mariscal fue esperada, no habían pasado muchos segundos cuando lo primero que hizo fue taparse el rostro por el dolor y la frustración de ver su pierna derecha apuntar hacia otra dirección, sabiendo de antemano que en casos como estos no hay otra solución que no sea pasar por el quirófano. Minutos después, el diagnóstico que parecía fácil de acertar con la repetición de la jugada: fractura de tibia y peroné, hecho que baja su telón por lo que resta de la zafra 2018.
Pocos recuerdan cómo finalizó el compromiso (23-21 a favor de los tejanos) y quién fue el elemento más destacado sobre el campo; en este tipo de circunstancias todo gira en torno a la víctima. La NFL, aunque sea por unos minutos, puso todo su foco sobre un solo jugador, algo que pone sobre la mesa nuevamente el debate de cuán difícil ha sido el año de los Redskins en el plano físico, con lesiones que han afectado a la franquicia desde la pretemporada y cuyo resultado parece pasar factura para lo que resta del calendario.
Las malas noticias habituales
Hoy es más fácil saber por descarte quién no ha sufrido alguna molestia física en la campaña con el uniforme aborigen en lugar de leer una lista con piezas lesionadas. Las noticias negativas no han dejado de salir semana a semana de este entorno, empañando una temporada prometedora en la que los destellos de buen juego y resultados favorables invitan aún a pensar en las posibilidades de ver acción en la fiesta de los playoffs.
No menos de 20 piezas se han visto bajo los dolores de determinada condición, cambiando el libreto semana tras semana al entrenador en jefe Jay Gruden. Normalmente, los equipos van por jugadores de otras franquicias con la esperanza de reemplazar a aquellos cuyo rendimiento ha sido mínimo, pero en el caso de los Redskins, todo apunta a que toda transacción se hará, más que por capricho, por la necesidad de lograr contar con una plantilla lo suficientemente sana para competir.
Todo comenzó semanas antes de que subiera el telón de la zafra, con el novato Derrius Guice como la primera víctima. A partir de ahí, muchos fueron cayendo poco a poco, como si de un virus imposible de detener se tratara. No obstante, las malas noticias no fueron impedimento para que el trabajo se lograra, con planificaciones que fueron ejecutadas a la perfección y así impulsar a un grupo prometedor a lo más alto de su división. Ahora, con la sensible baja de Smith, el silencio que impera en la capital estadounidense no abre ventanas para la esperanza.
En busca del milagro
Como era de esperarse, el mercado fue el lugar para intentar cambiar la cara del equipo a como dé lugar. Ahora, con la lesión del mariscal, la gerencia no perdió tiempo y sumó a sus filas a Mark Sanchez, otrora figura con los Jets de Nueva York, y quien tendrá la tarea de hacer en corto tiempo el trabajo de un Smith totalmente adaptado a la filosofía de los Redskins.
Debutante en el año 2009 con el uniforme del conjunto de la Gran Manzana, el nativo de California se hizo un nombre en la liga con esta divisa; sin embargo, el rendimiento le dio la espalda y con ello se cerró la puerta de la organización, moviendo su juego a otros conjuntos, como como los Eagles de Filadelfia en 2014 y Cowboys de Dallas en 2016, su última experiencia en la NFL.
Este será su turno para demostrar que el tiempo de inactividad en la principal liga de ´futbol americano del planeta no le ha pasado factura y así empujar nuevamente a un conjunto con el talento para brillar, pero con la condena de verse mermado por el físico cuando se encuentra en su punto más alto.