Entre las malas noticias que lamentablemente han sido comunes en el entorno de los Wizards de Washington durante la presenta temporada de NBA, una llegó recientemente para alimentar ahora la de las bajas por lesión, con Dwight Howard como víctima, quien tendrá que pasar por el quirófano para someterse a una cirugía en la parte baja de la espalda. La situación, de acuerdo con los especialistas, apartarán del juego al pívot por al menos dos meses, cuando volverá a ser visto por el cuerpo médico para determinar su evolución.
En una campaña en la que son más las preguntas que respuestas, con un camino bastante oscuro de buenas a primeras, la planificación de los hechiceros no ha tenido en su ejecución ese balance esperado, con actuaciones polémicas dentro y fuera de la cancha que ha dado paso a un sinfín de críticas.
La caída libre del arranque busca aún ser soportado para que el golpe no sea tan fuerte ni quiebre la estructura, en la misión de que las aspiraciones sigan intactas dentro de una organización que vería de forma muy sorpresiva su salida a destiempo en el campeonato, entendiendo que se trata de un conjunto con altísimas opciones de poner su nombre entre los ocho representantes de la Conferencia del Este para medirse en la próxima fase del torneo.
La corta pasantía
Nueve juegos. Apenas ese número de compromisos disputó Howard en esta etapa con los capitalinos, un periodo en el que todas las partes acordaron que se trataba de una suerte de prueba en el que se determinará la influencia de la pieza en la platilla, tanto a nivel deportivo como personal, para ofrecerle, siempre y cuando la labor resulte positiva, un acuerdo nuevo y, tal vez, más largo.
De entrada, sería sencillo pensar que todo está acabado para Howard, pero nada más alejado de la realidad. las dos distintas versiones chocan, pero al final será una la que se imponga; por un lado, la del jugador lesionado que pasará por el quirófano y será evaluado en un par de meses para conocer su estatus, una idea que para alguien de 33 años puede ser cuesta arriba. Por la otra, los resultados obtenidos a corto plazo. Así lo hizo en esos nueve duelos, demostrando que aún hay combustible en el tanque.
Con él sobre la cancha, los hechiceros contaron con la que ha sido hasta ahora su mejor racha (tres victorias) en ronda regular. En total, sus responsabilidades se traducen bajo los siguientes números: 12.8 unidades por juego, 9.2 rebotes y 0.4 bloqueos en 25.6 minutos. Todas estas estadísticas son las más bajas para él con cualquier uniforme, pero en el plano individual poco importa ser líder si los triunfos son para el rival.
Más que ser el mandamás, el centro sabía que llagaba en otro plan, aquel de ser la pieza de experiencia que busca proteger la llave, una oportunidad para el equipo en su afán de encontrar ese balance, pero también para él de regresar, o al menos acercarse, a esa versión respetada, en la que fuera el mejor pívot de toda la NBA, el del elemento ganador de tres premios a Jugador Defensivo de la temporada.
En ese corto periplo, alcanzo en tres oportunidades el doble-doble, una grata noticia para un jugador de su talla que aspira a encaminarse a un cierra fructífero de carrera, donde la meta es dejar atrás los dimes y diretes de su trayecto con otros uniformes, en los que era noticia como una estrella que hablaba más de lo que hacía.
Pocos olvidaron esto. El interno, para su desgracia, transitó por una vía poco agradable en la que fue parte de los encabezados por sus disputas internas, no solo contra compañeros de equipos o dirigentes, pues también luchó contra sus efectos que tenían incidencia en la falta de disciplina. Ese irrespeto por el juego lo convirtió en un peregrino, alguien a quien hace una década parecía imposible no quererlo por su impecable defensa, convirtiéndose en el puesto cinco más codiciado de la NBA, a ser el descarte de varias franquicias.
Con Washington, son ochos los conjuntos en los que ha militado, cinco de ellos en las últimas cinco zafras, sinónimo de inestabilidad. Aún y con la negatividad que lo pudo envolver en el pasado, la gerencia de Washington decidió brindarle el chance de volver a brillar, una decisión sensata luego de su trabajo en la 2017-2018 con los Hornets de Charlotte.
Nuevos comienzos
Paradójicamente, la ausencia de Howard coincide con la mejor versión de los Wizards en la campaña. Aún con marca negativa durante el mes de noviembre (7-8), ese lapso, el primero completo luego de un comienzo a finales de octubre, mostró mejoras en una franquicia que aún tiene varios aspectos por resolver y en que los altibajos despertaron todo tipo de rumores, los cuales aún siguen vigentes y frescos en el imaginario colectivo de la liga.
Sin embargo, para espantar a esos fantasmas y demonios del fracaso y que suelen abrir la puerta de salida de la peor manera posible a ciertos elementos, el colectivo encontró una ruta más exitosa para sumar triunfos, sobre todo en casa, dos se quedaron con seis de los siete compromisos que albergaron, dando un completo giro a su situación en comparación con octubre, cuando solo fueron dos los choque que tuvieron en condición de local, pero que perdieron.
La defensa sigue siendo un dolor de cabeza para Scott Brooks, quien ha buscado alternativas para evitar ser víctimas en una actualidad en la que la ofensiva es la que marca el juego, con tiradores perimetrales como punta de lanza de cada franquicia, restando peso a la labor de los internos. Pese a esto, el coach no se ha dejado llevar por modas y ha ponderado el equilibrio entre los extremos de la cancha para que su conjunto, al momento de poder plasmar de forma habitual ese balance, logre meterse en los puestos de playoffs.
La entrada en calor tardó más de lo pensado, pero eso no quita el sueño en la capital de los Estados Unidos, donde ven el vaso medio lleno con la idea de que es preferible caer en esta época del año en lugar de hacerlo en la recta final de la ronda regular. Aún con el desastre como bandera, hay tiempo suficiente para levantarse, aprender, y poner sobre el tabloncillo las lecciones que trajeron consigo el fracaso.
Si el año 2018 cierra con cada vez mejores sensaciones y resultados que vayan de la mano con los motivos para ser optimistas de cara a la meta de instalarse en la postemporada, la baja de Howard no será tan difícil de asimilar, pero tampoco una situación que invite a pensar que sin él se está mejor. En ese ajedrez necesario para Brooks y la plantilla, cada quien tiene su sitio, aunque su baja demuestre que se puede seguir adelante.